Opinión

Tarifazos y desinversión energética

Una historia repetida

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A más de dos meses de la publicación del documento “Argentina en su tercera crisis de deuda”, me encuentro releyendo y reconfirmando gran parte de los puntos allí expuestos.

por Tomás Ledesma *
26 abr 2024

La insistencia del gobierno nacional en el equilibrio fiscal se ha tornado una consigna que lograron instalar en el sentido común y que en realidad poco tiene que ver con una mejora palpable en la economía familiar de los argentinos y argentinas si no va acompañada de la defensa de sus intereses.


Lejos de eso, el ajuste se sintió donde nos tienen acostumbrados: jubilados, trabajadores y el desarrollo de las ciudades de la Argentina. En cifras que reflejan el todo, desde que asumió el presidente Javier Milei, encontramos un ajuste del 32,6% en jubilaciones y del 16,6% en los salarios.


Esta erosión del poder adquisitivo pulverizó la demanda interna, con una caída en las ventas del 28,5% en estos meses de gestión, según un informe de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME). La situación es peor que la registrada durante los cuatro años del gobierno de Macri, cuando la disminución fue del 17%. Entonces, la pregunta inevitable es: ¿Qué pasó con la casta?


Con este escenario general, quiero referirme a un sector en particular que ha sido afectado rotundamente y que recorre desde sus fuentes de producción y redistribución hasta los hogares argentinos: tarifas y energía.


Un sector que sufrió una serie de medidas desde el 10 de diciembre que consolidan una mirada neoliberal extractivista y un golpe muy duro al entramado industrial y al bolsillo.

La pregunta inevitable es: ¿Qué pasó con la casta?"

La eliminación de subsidios y la desregulación tarifaria, con aumentos en las facturas de luz de entre 200% y 300%, que llegarán en los momentos de mayor consumo energético del año, la eliminación del Plan Federal de Transporte Eléctrico, el congelamiento de toda la obra pública, el dudoso plan sobre YPF con desinversión en terrenos estratégicos. La eliminación del “Barril Criollo”, que funcionaba como tope al precio del combustible en el mercado interno y lo llevaron a precios internacionales (un argentino paga en nafta lo mismo que un ciudadano de un país sin petróleo), generando un impacto inflacionario en toda la cadena de producción y comercialización de bienes y servicios en la Argentina. Negocio para algunos y un gran problema para comerciantes, pymes y hogares.


Son conocidos los resultados de gobiernos como éste, que siempre perpetran heridas de diferentes profundidades, algunas logrando sanar con decisión política en el mediano plazo. Otras, como las medidas en materia de política energética, que exigen demasiado tiempo para curar, por eso es clave advertirlas.


La energía tiene una influencia transversal en la política económica, productiva, industrial e internacional, lo que nos convoca a ponerle especial atención. Debe ser accesible para los hogares, y barata para quienes tienen que decidir dónde invertir, permitiendo mejorar las condiciones objetivas en el terreno internacional y generar mayor competitividad.


Las medidas en materia de política energética exigen demasiado tiempo para curar, por eso es clave advertirlas".

Las naciones en desarrollo o con procesos de industrialización consolidados han utilizado la regulación del costo de la energía como una herramienta ideal para atraer inversiones y potenciar las iniciativas privadas.


Nadie está descubriendo la pólvora con estas ideas. A nivel internacional, Europa sufre grandes aumentos en los precios de la energía, debido al conflicto ruso-ucraniano, lo que representa un problema más que importante para los sectores industriales. En Alemania, por ejemplo, nos encontramos con grupos industriales que le exigen al Estado una regulación y baja de los costos energéticos para frenar la caída y las dificultades en la producción de bienes y servicios, y en sostener empleos.


En cuanto a la Argentina, los mejores momentos para el sector industrial nacional coincidieron con programas de desarrollo y energía accesible, en los que se contemplaba como sustancial tener un precio barato.


“Para poder industrializar tengo que dar energía barata”, planteaba Juan Domingo Perón en 1949, como condición sine qua non, que sirvió para lograr un auge y crecimiento industrial sin precedentes. Ese mismo enfoque se retomó en 2003, con precios energéticos competitivos internacionalmente y un significativo desarrollo de los parques y corredores industriales del país, como pocas veces se avizoró en la historia. 

Los mejores momentos para el sector industrial nacional coincidieron con programas de desarrollo y energía accesible, en los que se contemplaba como sustancial tener un precio barato".

En mi querida provincia de Entre Ríos, se ubica la represa binacional de Salto Grande, sobre la costa del Río Uruguay, que produce el 4 por ciento de la energía eléctrica que utiliza todo el país (3900 GWh aproximadamente). A pesar de ello, y de ser una de las grandes soluciones en momentos de apagones u otros conflictos energéticos, las y los ciudadanos de Entre Ríos pagamos por la energía uno de los precios más altos (somos la tercera provincia que más caro paga la energía en usuarios residenciales, comerciales e industriales), por encima de distritos que no producen ni un solo gwh de energía. 


Vaya sino debemos discutir estas cosas, pero el camino no es la desinversión, la desregulación y el encarecimiento extremo de la energía eléctrica para las familias y para los que quieren invertir en la Argentina, porque lo único que logran es profundizar las inequidades y dejar cada vez más lejos del desarrollo a las medianas y pequeñas ciudades.


Retomando el diagnóstico y las propuestas de Cristina Fernández de Kirchner, estoy convencido de que el peronismo y el campo nacional y popular, tienen la responsabilidad de poner sobre la mesa una alternativa a la entrega y el ‘sufrimiento necesario’ que se han impuesto como solución.

*Militante de La Cámpora y Diputado Nacional por Entre Ríos


Quienes votan al peronismo no lo hacen pensando en que va a hacer una “buena oposición”, lo hacen convencidos de que va a hacer un buen gobierno. Por ello, es crucial entender que nuestro rol opositor no puede agotarse a la resistencia, que es indiscutible, pero es esencial ir construyendo una alternativa que diga cómo gobernar la Argentina en este contexto que vivimos.


Hay que ampliar la base de representación, generando debates profundos sobre las matrices que han sido pilares en la historia argentina y aquellas que deben serlo en este siglo XXI que corre para que tengamos un país próspero. Es la única manera de recuperar la agenda y poder construir un horizonte para estos tiempos tan complejos.