Quien escribe, por una cuestión generacional, al igual que muchos de los compañeros y compañeras con los que milita, nunca pudo ver a Diego Armando Maradona gambetear dentro de la cancha. Sí disfrutar sus últimas epopeyas, sobre todo la mística clasificación al Mundial de Sudáfrica 2010.
Cinco años sin Diego
La eterna gambeta
Se plantó contra los poderosos y defendió la dignidad del pueblo argentino. Desde el Gol del Siglo, al NO al ALCA, el pibe de Fiorito nunca olvidó sus raíces. Diego, cristinista hasta los huevos.
Por las leyendas e imágenes que nos transmitieron nuestros viejxs, tíxs o abuelxs, se podría decir que él también es, como dice la canción, esa "foto de Perón en la cocina". Heredamos las ideas, emociones y sentimientos que vivieron. Nos las apropiamos, y a la vez, se las transmitimos a las nuevas generaciones, con la misión de maradonizar el mundo de por vida.
¿Y por qué? Siempre me pregunto qué es lo que hace único a Diego. Porque jugadores habilidosos, que hagan lindos goles, hubo muchos en nuestro país y en tantos otros. Pero el Diego es único.
Empiezo a escribir esto a cinco días del quinto aniversario de tu paso a la inmortalidad, en el Día de la Soberanía Nacional, y pienso que ahí hay una pista. El “Gol del Siglo” contra los ingleses, pero también su rechazo a George Bush y su apoyo al “No al ALCA”, cuando Estados Unidos, al igual que hoy, intentaba someter y condicionar a nuestro país. Siempre Patria nunca colonia.
Maradona se plantó contra los poderosos y defendió la dignidad del pueblo argentino. Su frase tan emblemática, de que “hay que ser muy cagón para no defender a los jubilados”, hoy resuena más que nunca. Se podrían seguir enumerando momentos, escenas y situaciones, pero se corre el riesgo de que esta nota sea eterna, como él.
La solidaridad, la rebeldía y el orgullo villero empujaron siempre su posicionamiento ante la vida. El pibe de Fiorito nunca olvidó sus raíces. Son valores como estos los que lo hicieron trascender y lo convirtieron en una de las personas más influyentes en la historia del mundo, además de ser el más grande jugador de todos los tiempos. Son esos valores los que generan que los que no lo hayamos visto jugar un partido en cancha, lo amemos de la misma manera que los que sí.
Porque Diego gambeteó adentro y afuera. Peronista y cristinista “hasta los huevos”, como él mismo dijo. Y es a través de esa convicción que se construye el compromiso de seguir con su legado para que otros pibes y pibas, además de correr atrás de una pelota, puedan tener una mejor vida. Es eso lo que se trata de transmitir en cada club de barrio que toma su ejemplo como bandera.
Recordar a Diego es tenerlo presente en su plenitud con la certeza de que hoy seguiría parado del mismo lado: contra los oligarcas y al lado de la gente. Llevamos en la memoria sus hazañas futbolísticas pero también y, sobre todo, sus hazañas humanas, que lo hacen eterno. A cinco años de tu muerte, solo me sale recordarlo y agradecer haber nacido bajo el mismo cielo: nuestra querida Argentina.
Chi ama non dimentica. Quien ama no olvida.