En el ocaso de la última dictadura cívico-militar del 76, Carlos Ortuondo se acercó al Serpaj (Servicio de Paz y Justicia), uno de los organismos que conformaban el movimiento de derechos humanos de nuestro país, y se ofreció como diseñador gráfico, una profesión que no era tan popular como ahora.
Pocos días después, y de cara al 10 de diciembre, hizo su primer aporte: el primer afiche de Las Abuelas de Plaza de Mayo. Treinta y tres años después, en el último tramo del segundo gobierno de Cristina, se produjo un hecho que hoy recuperamos para este semblante:
“Yo me quedé parado un largo rato mirando la genialidad detrás de este afiche, que estaba exhibido en una muestra en el CCK en 2015. Una voz , desde atrás, me dijo ‘¿Te gusta el afiche? Lo hice yo’. Nos volvimos a encontrar cuando Axel fue a Lugano, en 2016, en Aeroparque, la noche que volvió Cristina para presentarse en Comodoro Py, y en un montón de marchas más”.
El relato pertenece a un vecino peronista del barrio, con el que compartimos distintos momentos, y que tuvo palabras de elogio y admiración para el afiche de Carlos, quien junto a su compañera de vida, a partir de 2010, y de la mano de su hija Milena retomó su militancia, ahora partidaria, en nuestra UB Hacha y Tiza, que en aquel año tenía su sede en la calle Somellera, frente a la estación de Villa Lugano del ferrocarril Belgrano Sur.
Y Carlos, con Nora, su compañera, nunca pararon, y acompañaron la militancia de su hija Milena y el resto de los compañeros y compañeras que fueron pasando por la UB a lo largo de los años. Su colaboración fue permanente, en especial como diseñador gráfico, ya jubilado, por ejemplo para ponerle su impronta gráfica a un diario de circulación barrial, El Bombo, que repartíamos entre los comerciantes, o el diseño de la marquesina de la UB, pero también para todo lo que hiciese falta en relación al mantenimiento de nuestra casa política en el barrio: electricidad, carpintería, algo de plomería, limpieza, lo que hiciese falta.
Y siempre que pudo participó de las instancias comunitarias: charlas, presentaciones, peñas, ferias, mesas, volanteadas, bajopuertas y actos políticos en la comuna, en cualquier otro punto de la Ciudad, y en especial, en la Plaza de las Madres, punto neurálgico del peronismo.
A Carlos le gustaba el debate político, y si era acalorado, más todavía.
Era un hombre leído, formado, que como parte de la generación que sufrió el horror de la dictadura genocida, y a través de la militancia de su hija, encontró una revancha para volver a pelear, de la mano de un ciclo de gobiernos populares, de la liberación de la patria.
Otro punto a destacar en su semblanza es su pasión por River Plate. Los tantos hinchas de Boca que hay en la UB, y en Lugano, lo saben.
A Carlos se lo llevó una enfermedad maldita, pero su palabra, sonrisa y pulso gráfico, queda entre nosotros, en Lugano y allí donde flamee una bandera del campo nacional y popular. Su legado también vive hace muchos años en la militancia de nuestra compañera Milena, quien hace muchos años deja la piel por la organización y sus objetivos políticos, tanto en el ámbito de la formación, como en su rol de responsable política, junto a otra compañera, de Hacha y Tiza.
Abrazamos con todos nuestros brazos y fuerzas a su compañera Nora, y a sus dos hijas: Milena y Carla.
Hasta la victoria, compañero.