El 9 de junio de 1956 un grupo de militares y civiles intentaron recuperar el gobierno para el pueblo. Tristemente, la violencia y el odio antiperonistas sofocaron ese esfuerzo patriótico, de manera cruel y sanguinaria: procedieron a fusilar sin juicio al General Juan José Valle, a los militares que lo acompañaron y a un conjunto de civiles que fueron masacrados durante la madrugada del 10 en los basurales de José León Suárez. El objetivo era aterrorizar y cercenar toda resistencia. No lo consiguieron.
Día de la Resistencia Peronista
Ustedes fusilan y proscriben. Nosotros resistimos y venceremos

Hace 69 años sucedió uno de los hechos más emblemáticos de la resistencia peronista: el heroico levantamiento liderado por el General Juan José Valle. Tres meses habían pasado desde que el dictador Pedro Eugenio Aramburu decretara la proscripción de nuestro movimiento y menos de dos de que se solicitara el ingreso al Fondo Monetario Internacional y se derogara por decreto de la Constitución de 1949. Una cosa llevaba a la otra y en junio la autodenominada “Revolución Libertadora” confirmó qué les pasaría a aquellos que osaran sublevarse contra esa realidad donde la mayoría de los argentinos y argentinas no contaban ni tenían derecho a expresarse. No serían libres. Serían fusilados.
Al poco tiempo, Rodolfo Walsh -que entonces era antiperonista- escuchó a alguien decir que “hay un fusilado que vive” y demostró, en una minuciosa y valiente investigación, desarrollada en el libro Operación Masacre, que los supuestos libertadores no eran más que un puñado de asesinos. En la carta que Valle le escribió al dictador Pedro Eugenio Aramburu, antes de ser fusilado, afirmaba:

“Nosotros defendemos al pueblo, al que ustedes le están imponiendo el libertinaje de una minoría oligárquica, en pugna con la verdadera libertad de la mayoría, y un liberalismo rancio y laico en contra de las tradiciones de nuestro país. Todo el mundo sabe que la crueldad en los castigos la dicta el odio, sólo el odio de clases o el miedo. Como tienen ustedes los días contados, para librarse del propio terror, siembran terror. Pero inútilmente. Por este método sólo han logrado hacerse aborrecer aquí y en el extranjero. Pero no taparán con mentiras la dramática realidad argentina por más que tengan toda la prensa del país alineada al servicio de ustedes”.
Bien rápido, la revolución fusiladora mostró su verdadero rostro y obtuvo su verdadero nombre. Sin embargo, en un aberrante fallo, el 24 de abril de 1957 la Corte Suprema dejó los crímenes de José León Suárez en la impunidad, omitiendo que a las víctimas se les aplicó retroactivamente una ley marcial promulgada varias horas después de su detención arbitraria. Con los mismos mamarrachos jurídicos quieren condenar y proscribir a Cristina hoy. El Partido Judicial siempre sirvió los intereses de la rancia oligarquía.
Nosotros defendemos al pueblo, al que ustedes le están imponiendo el libertinaje de una minoría oligárquica"
Los “libertadores” pretendieron borrar al peronismo de la faz de la tierra, hacer de cuenta que los días más felices fueron solo un simulacro, que Perón y Evita eran unos farsantes, que el nuevo gobierno de facto recibió una “pesada herencia”. Pero los trabajadores y trabajadoras que lucharon y lloraron en septiembre de 1955, que por primera vez en diez años pasaron un 17 de octubre de soledad infinita, que masticaron bronca cuando los declararon políticamente inexistentes y se llenaron de indignación cuando se enteraron de que a escondidas habían fusilado a compatriotas por el mero hecho de “ser peronistas”... esos compañeros y compañeras jamás olvidaron.

Empezaron a organizarse clandestinamente. Convirtieron cada casa en una unidad básica. Silbaban la marcha en gesto de rebeldía. Saboteaban la producción en las fábricas en signo de protesta. Hicieron huelgas y metieron caños con la esperanza de que la verdad que les negaban un grupúsculo de odiadores privilegiados y armados hasta los dientes volvería a tomar color alguna vez. “Los yanquis, los rusos y las potencias reconocen a la Libertadora. Villa Manuelita no”, condensaba una de las pintadas más célebres de aquella época.
El peronismo era una clase, era la clase trabajadora que no puede ser destruida, el eje de un movimiento de liberación que no puede ser derrotado y el odio que ellos nos tenían era el odio de los explotadores por los explotados”
La resistencia comenzó con un fusilamiento -que posibilitó el ingreso formal del país al Fondo Monetario Internacional, en el mes de septiembre- y terminó con otro: el de Trelew. Walsh denominó esos años como la “segunda década infame”. Fue un período caracterizado por un revanchismo feroz, de los dueños del país contra los “cabecitas negras”. Esa venganza tenía objetivos muy claros: aplastar el salario real y redistribuir el ingreso a favor de las clases propietarias, extranjerizar la economía, cargar sobre el pueblo el incremento de la deuda, desmantelar el poder político y social acumulado por el movimiento obrero organizado y desaparecer toda simbología que evocara al peronismo. Incluso llegaron a secuestrar el cadáver de Evita, en una delirante paranoia que confirma que los perseguidores nunca dejan de estar perseguidos. Así describía Julio Troxler, uno de los militantes que sobrevivió a la masacre -asesinado luego por la Triple A-, el odio visceral de los gorilas:
“¿Qué significaba ser peronista? ¿Qué significaba ese odio, por qué nos mataban así? Tardamos mucho en comprenderlo, en darnos cuenta de que el peronismo era algo más permanente que un gobierno que puede ser derrotado, que un partido que puede ser proscripto. El peronismo era una clase, era la clase trabajadora que no puede ser destruida, el eje de un movimiento de liberación que no puede ser derrotado y el odio que ellos nos tenían era el odio de los explotadores por los explotados”.
El 11 de junio de 1956, el diario La Nación, citando a Aramburu, publicó una editorial titulada “La Libertad ha ganado la partida”. La libertad de matar de hambre a las mayorías y por fuera de la ley a quienes resisten. Porque el antiperonismo es fundamentalmente cobarde. Usaron y usan las herramientas de la proscripción y los fusilamientos porque no se animan a enfrentarse al pueblo en igualdad de condiciones. Por eso las persecuciones contra miles de peronistas. Por eso los pelotones de fusilamiento mediático y judicial contra Cristina. Por eso financiaron a un sicario para que le pusiera una pistola en la cabeza.
Lo que nunca van a poder evitar que vuelva es el pueblo, que tiene una identidad, una historia, y que quiere vivir mejor”
Pero así como Perón volvió, Cristina vivió. Cristina vive. Y tienen miedo de lo que puede hacer. Como no lograron que la bala saliera, ahora buscan que el fallo salga. No entienden que Cristina es del pueblo y de la historia y que la vamos a defender hasta el último día de nuestras vidas. Valle les dijo que “aunque vivan cien años sus víctimas les seguirán a cualquier rincón del mundo donde pretendan esconderse”. El sábado, desde Paso de los Libres, se los recordó Cristina:
“Nos han bombardeado, fusilado, desaparecido. Me gatillaron en la cara, porque me quieren presa o muerta. Pero lo que nunca van a poder evitar que vuelva es el pueblo, que tiene una identidad, una historia, y que quiere vivir mejor”.
Este 9 de junio, desde las 17hs, homenajeamos a nuestros mártires en la sede del Partido Justicialista nacional (Matheu 130, Capital Federal), con plena conciencia de nuestra lucha y de nuestra historia, sin bajar jamás las banderas por las que militamos y reafirmando una y mil veces nuestra lealtad al pueblo y a Perón, Evita, Néstor y Cristina, que nos hicieron vivir los años más maravillosos que tuvo esta patria, la nuestra. No nos han vencido. Y más temprano que tarde, el pueblo volverá y hará tronar el escarmiento.
