Opinión

Siglo 21

Tercera crisis de deuda: la solución es política

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Néstor Kirchner, en una acto de profunda soberanía, cancela la deuda con el FMI y pone al país en la senda del desarrollo con inclusión social, que luego profundizó Cristina en sus dos presidencias. La llegada de Mauricio Macri al poder significó, de manera escandalosa, la vuelta del FMI al país para financiar la fuga de capitales. La dubitativa e impotente política de desendeudamiento del gobierno de Alberto Fernández condicionó el crecimiento y la estabilidad económica que allanó el camino para el triunfo del anarcocapitalismo de la mano de Javier Milei. Compartimos la tercera y última entrega del informe sobre deuda externa en nuestro país.


por Sebastián Antagli y Paula López *
9 jul 2024

A esta sociedad diezmada, llega -con más desocupados que votos- Néstor Kirchner, el 25 de mayo de 2003. En diciembre de 2005, por mandato popular, por comprensión histórica y por decisión política, anuncia la decisión institucional de ponerle fin a la presencia del Fondo Monetario Internacional en la Argentina. Concretamente, tomaría las reservas de libre disponibilidad para disponerlas al pago de la deuda total con el FMI por un  total de 9.800 millones de dólares, recuperando de esta forma la independencia económica necesaria para llevar a cabo un gobierno soberano, que crearía millones de puestos de trabajo y reiniciaría un proceso de industrialización, crecimiento económico e inclusión social que le daría a Néstor Kirchner la legitimidad de gestión necesaria para recomponer la relación entre la política y el pueblo argentino. 


De esta forma, entre 2003 y 2015, durante los gobiernos de Néstor y Cristina, la Argentina experimentó una reducción del 73% de su deuda externa respecto al Producto Bruto Interno, siendo el país con mayor desendeudamiento del mundo. En 2012, Cristina Kirchner paga 2197 millones de dólares correspondientes a la última cuota de intereses del BODEN 2012 que había sido emitido en el año 2002 para compensar a los ahorristas por los depósitos confiscados durante el corralito. Por segunda vez en toda la historia de nuestro país, desde la Declaración de la Independencia, es un gobierno peronista, un gobierno kirchnerista, el que pone por delante a los argentinos y argentinas, privilegiando primero crecer para luego pagar, poniéndole fin al sometimiento extranjero.


Pero como ya lo dijimos, en esta Argentina circular, la historia -aún con sus matices- tiende a repetirse. Y esto no sucede por falta de memoria de nuestro pueblo. Sucede por los intereses creados sobre nuestro territorio por parte del poder económico que gobierna los destinos del mundo, que nos necesita colonizados para concretar sus negocios y que encontró en Mauricio Macri al actor que llevaría adelante un nuevo ciclo de endeudamiento.


La sostenibilidad del modelo de gobierno ensayado entre 2016 y 2019 sentaba sus bases en el endeudamiento en moneda extranjera que, sin respaldo productivo, se desintegraba rápidamente escapando a través de la fuga de capitales, fomentada por la liberalización del mercado financiero.


El 20 de junio de 2018 se concreta un Acuerdo Stand By de 36 meses entre Argentina y el FMI. El acuerdo consiste en desembolsos por un total de 50.000 millones de dólares entre 2018 y 2021. Sin embargo, en septiembre de 2018 el acuerdo se extiende a USD 57.100 millones, concentrando el 89% de los desembolsos entre 2018 y 2019 pero el 85% de los vencimientos para el Gobierno que los suceda. Es decir, toman el préstamo más grande de la historia del FMI, recibiendo desembolsos en el corto plazo para el Macrismo y dejando una herencia de deuda impagable para el gobierno que los reemplace luego de 2019. En 2015 la deuda representaba un 53% del PBI, siendo equivalente a 240.665 millones de dólares, mientras que, en 2019 se eleva a USD 323.065 millones, representando un 90% del PBI.


La llegada al gobierno del Frente de Todos se hace efectiva el 10 de diciembre de 2019, momento en el que se registraban 43.785 millones de dólares de reservas internacionales. En los seis meses finales de gobierno Mauricio Macri, se dilapidaron el 33% de las reservas internacionales del país, perdiendo cerca de 22.500 millones para garantizar la salida de los capitales que ingresaron a realizar bicicleta financiera. 


Pandemia mediante, entre enero 2020 y diciembre 2021, las reservas caen 5.186 millones de dólares. En este período se registra un saldo comercial récord alcanzando los 23.773 millones de dólares por comercio de bienes. Sin embargo, este saldo comercial positivo no se traduce en una acumulación de reservas internacionales, dada la cantidad de pagos realizados para saldar deuda externa contraída por empresas privadas y el sector público. De esta forma se llegó en una posición de debilidad a la renegociación del acuerdo con el FMI, que impuso un acuerdo que condicionaría severamente la capacidad de crecimiento con inclusión social de cara a los próximos años.


Tal fuera el condicionamiento para la gestión soberana de nuestro país, que el 10 de diciembre de 2021, el Día de la Democracia, Cristina plantea que “a la Argentina no le faltan dólares, los dólares de la Argentina los tienen afuera. Se los llevaron afuera, necesitamos que el Fondo nos ayude a recuperar, de los paraísos fiscales a donde se han ido miles de millones de dólares en evasión para que les paguemos. Presidente, comprométase que cada dólar que encontramos en el exterior se lo vamos a dar primero al Fondo de los que fugaron, de los que se la llevaron sin pagar impuestos. Que sea un punto de negociación con el Fondo. Que sea un punto de negociación”.


Pues bien, evidentemente esto no ha tenido lugar y frente a este panorama, el 31 de enero de 2022 Máximo Kirchner comunica su decisión, en primer lugar, de no continuar a cargo de la presidencia del Bloque de Diputados del Frente de Todos. Luego aclara que, aún continuando dentro del Bloque, no acompañará con su voto el “acuerdo” (plan de sometimiento) con el FMI. Esto se da a raíz de una marcada diferencia respecto de la estrategia utilizada para la negociación con el Fondo Monetario Internacional. Pero la discordancia no sólo se plantea en términos de estrategia, sino fundamentalmente, en cuanto a resultados. 


En ese momento, Máximo -un Kirchner- explicaba:


“No aspiro a una solución mágica, sólo a una solución racional. Para algunos, señalar y proponer corregir los errores y abusos del FMI que nunca perjudican al Organismo y su burocracia, es una irresponsabilidad. Para mí lo irracional e inhumano, es no hacerlo. Al fin y al cabo, el FMI demuestra que lo importante no son las razones ya que sólo se trata de fuerza. Quizás su nombre debiera ser Fuerza Monetaria Internacional. Y como veo que siempre se interesan por los gastos, podrían ahorrar en economistas caros ya que para hacer lo que hacen sólo basta con gente que sepa apretar prometiendo el infierno si no se hace lo que ellos quieren (...) Sería más que incorrecto aferrarse a la presidencia del Bloque cuando no se puede acompañar un proyecto de una centralidad tan decisiva en términos del presente y los años que vendrán. Algunos se preguntaran qué opción ofrezco. En principio, llamar a las cosas por su nombre: no hablar de una dura negociación cuando no lo fue, y mucho menos hablar de ‘beneficios’. La realidad es dura. Vi al presidente Kirchner quemar su vida en este tipo de situaciones”.


Bajo la lluvia y ante una Plaza de Mayo colmada el 25 de mayo de 2023, Cristina convocó a un gran acuerdo por la Argentina, cuyo primer punto tenía y tiene que ser una solución para el endeudamiento con el Fondo Monetario Internacional. Dijo: “Es imprescindible entonces unidad nacional frente a eso. Fue un préstamo político y política también tiene que ser la solución”. Sin embargo, el llamado no fue respondido por el resto de las fuerzas políticas que minimizan hasta el día de hoy el condicionamiento que significa la deuda. En pleno proceso electoral presidencial, el entonces Ministro de Economía y candidato de la coalición de gobierno es obligado a devaluar por el staff del FMI al día siguiente de las elecciones primarias. Como consecuencia de ello, la inflación mensual se dispara a dos dígitos, confirmando una vez más que la inflación, en Argentina, está indisolublemente atada al dólar.


Hoy, al cumplirse un nuevo aniversario de nuestro Día de la Independencia, y transitando el Gobierno de Javier Milei, la deuda pública de Argentina supera los 400.000 millones de dólares. En términos relativos, este valor representa un 88,4% del producto bruto interno (PBI) nacional. Pero además, la deuda viene a golpear cada una de nuestras puertas: inflación, recesión económica, tarifazos, flexibilización laboral, pérdida del poder adquisitivo, pauperización de los servicios educativos y de salud, paralización de la obra pública, desmantelamiento de las políticas de género y derechos humanos. El gobierno, mientras tanto, no da señal alguna de cómo pretende enfrentar los enormes vencimientos de deuda que tiene por delante más que tomando más deuda externa.


Esto no puede seguir así. El anarco-colonialismo de Milei es solo una expresión de la tercera crisis de deuda que vivimos desde la llegada del neoliberalismo a la Argentina. Nuestro país necesita afrontar el flagelo de la deuda externa como lo hizo Perón y como lo hizo Néstor Kirchner, de forma clara y frontal. Para que la consigna que la Patria no se vende sea una realidad efectiva. 





*Militantes de La Cámpora.