Opinión

El pueblo en las calles por la educación

La marcha que construimos

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“Pensé que nunca lxs iba a encontrar”, “¿Se puede avanzar o hay poco lugar por allá?” , “¡Se cayó la señal!”. Éstas y otras frases similares se mezclaron durante toda la jornada en los distintos puntos de convocatoria. La sensación en todas partes fue la misma, somos muchos, de todas partes, del mismo lugar, de iguales y diferentes edades. 

por La Cámpora
25 abr 2024

Tuvo lugar una verdadera jornada histórica: hicimos equilibrio para no pisarnos, abrazamos compañeros para ubicar nuestros brazos en algún sitio, abrimos paso a quien lo necesitó, hicimos cordones para cuidarnos, en fin, supimos ser multitud.


En Misiones, por ejemplo, una lluvia torrencial cayó sobre la movilización, el punto de encuentro fue en la plaza 9 de julio, donde más de 15 mil personas se reunieron entre agua y tierra colorada. Carlos, estudiante de la facultad de Humanidades de la Universidad Nacional de Misiones (UNaM) cuenta que “fue histórico porque desde hace por lo menos 10 años no se veía algo de esta magnitud, no suelen haber marchas multitudinarias acá. Muchos pibes y pibas que vienen desde "la colonia" (así se le llama a los pueblos chicos rurales) fueron a marchar porque saben que la universidad es la única forma de acceder a un trabajo que no sea como tareferos o cosechadores”. 


En Tucuman también fue un día lluvioso, pero a pesar del clima las calles cercanas a la plaza San Martín desbordaban de gente. Allí, Victoria, una estudiante de la Universidad Nacional de Tucumán cuenta que, lejos de molestarse por la lluvia, los estudiantes vivieron momentos impactantes: “El punto culminante de alegría y emoción fue cuando formamos la columna en unidad con organizaciones estudiantiles del campo nacional y popular, fue épico”.


Mientras tanto, en la Ciudad de Buenos Aires, las columnas de estudiantes, docentes y no docentes se agruparon tanto por espacios de pertenencia gremial, como por unidades académicas a partir de las diez de la mañana. Muchas de ellas viajaron en tren desde la provincia de Buenos Aires, otras se reunieron en las distintas Facultades de la ciudad y caminaron desde allí hasta Plaza de Mayo.


Simultáneamente al inicio de la movilización en Plaza de Mayo (concentración que finalmente reunió a más de 800 mil personas), en la provincia de Santiago del Estero se encontraron más de 15 mil personas y más de 20 mil en Comodoro Rivadavia avanzaban a paso firme por las rutas de acceso a la ciudad. Así, las calles argentinas se poblaron de todos los colores posibles, bengalas, carros de venta de comida, bombos y trompetas consagrándose el 23 de abril como el dia en el que se produjo una de las movilizaciones federales más importantes de la historia universitaria argentina.

Fue histórico porque desde hace por lo menos 10 años no se veía algo de esta magnitud, no suelen haber marchas multitudinarias acá"

En las cercanías del Congreso, la Federación Universitaria de La Plata agrupaba miles de estudiantes que vinieron en colectivos y trenes desde la capital provincial. Largas horas de espera debieron aguardar desde Avenida de Mayo y Sáenz Peña para avanzar, aunque no pudieron llegar a la Plaza por la masividad del acto y el desborde en la convocatoria. 


De a ratos la columna se detenía a tomar un poco de aire, pero el canto constante pedía continuar a saltos a quienes no acompañaban al actual Presidente en la última elección. Dos pibes se ríen cómplices. La sensación estaba en el aire, era posible que muchas y muchos hayan acompañado a Milei para llegar a la Presidencia. De alguna manera como dijo nuestra secretaria General, Lucía Cámpora, hace unos días: “Más allá de a quién votaste, lo que importa es salir a defender nuestrxs derechos”.


Aunque originalmente la columna iba a avanzar por Avenida de Mayo, muy pronto las calles Diagonal Norte, Rivadavia, Perón, Bartolomé Mitre y Sarmiento fueron copadas de gente. Por Callao venían marchando Universidades del conurbano bonaerense. Una de las pibas que vino con la Universidad de Avellaneda traía en la mano un libro ya que en redes se había difundido la idea de llevar libros para intercambiar y visibilizar aquello que se estudia. El intercambio fue improbable en la masividad pero las imágenes de estudiantes y docentes cargando libros se multiplicaron. Particularmente llamó la atención el caso de Ana, que eligió la obra de teatro de Henrik Ibsen “Un enemigo del pueblo”. 



Como Ana, muchos sacaron sus disciplinas a la calle, un símbolo claro de la importancia y la relación que tiene aquello que estudiamos con el país que queremos construir.


En la misma cuadra estaba Guille, un estudiante de Antropología que pasó toda la noche en la Facultad de Filosofía y Letras, donde se hizo una vigilia previa a la movilización. Luego fue a trabajar hasta el mediodía, horario en el que volvió a su Facultad, para marchar con su Centro de Estudiantes. Y, cuando la situación ya era desbordante en Avenida de Mayo, señaló: “Nos perdimos, me subí al tercer subte y cuando bajamos no encontramos al resto de la columna” . Sin dudas, la palabra perderse se pronunció un millón de veces. Y en algún punto, es festejable que así haya sido: perderse de lo propio, encontrarse con lo colectivo, eso era lo necesario para recobrar las fuerzas: salir de nosotros y estar con otros (cientos y miles de otros), con la certeza de que en esta lucha nadie está solo.


Sin dudas, la palabra perderse se pronunció un millón de veces. Y en algún punto, es festejable que así haya sido: perderse de lo propio, encontrarse con lo colectivo..."

En Plaza de Mayo el acto comenzó a las 18 horas puntual. A la emoción imperante se sumó, como una caricia al alma, una voz que más que un sonido transmite un abrazo, la inconfundible voz de nuestra amada Taty Almeyda, quien habló luego de que todxs cantáramos (aunque más que cantar, fue agitar) el Himno Nacional Argentino.


Después se produjo la lectura del documento. Destacamos algunos momentos del mismo: “No queremos que nos arrebaten nuestros sueños: nuestro futuro no les pertenece. Somos orgullosos hijos e hijas de la Universidad Argentina; somos la Universidad pública, gratuita e irrestricta en el ingreso, de excelencia, con libertad y equidad. Somos la Universidad para el gran pueblo argentino. Por eso, lucharemos, en una irrenunciable resistencia democrática y pacífica, por la educación que queremos, por el país que anhelamos (...) Queremos que nuestras instituciones sean el dispositivo que le permitan a la Argentina desandar las desigualdades estructurales y emprender la senda del desarrollo y la soberanía. La educación nos salva y nos hace libres”.


¿Con qué motivos se movilizó tanta gente? Hay muchos: personales, colectivos, íntimos y públicos. La universidad garantiza el ascenso social en muchas familias del país.


 Abundan las historias, por ejemplo, la de Rocío, estudiante de la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA, cuyo video se viralizó en redes sociales: “Mi carrera solo se estudia acá, no se puede estudiar meteorología en otro lugar, y el país necesita meteorólogos. Soy la primera generación universitaria, solo puedo estudiar por la gratuidad universitaria. Mis abuelos están orgullosos de mí, mi mamá está orgullosa de mí. Me preocupa no poder finalizar la carrera faltandome tan poco”.


¿Y qué está en peligro? Desde hace cuatro meses las Universidades saben que, con los presupuestos asignados en 2024 deberán cerrar sus puertas el 31 de mayo. Los salarios para docentes y no docentes perdieron tres veces su poder adquisitivo desde diciembre. Las becas PROGRESAR están desfinanciadas y desguazadas en su ejercicio y el CONICET ha otorgado menos de la mitad de becas en el ejercicio 2024 que en el ejercicio 2023. Además todo el conjunto de la vida se desordena: el transporte no para de aumentar, alquilar es una tarea imposible y cada vez más cuesta conseguir un trabajo en condiciones dignas. La marcha, sin dudas, como dijo Francisco de la Universidad Nacional de Cuyo, nos recargó de autoestima y de potencia militante, nos da fuerza para construir y resistir.



Tanto los sindicatos como las y los estudiantes denuncian que la situación es preocupante y las respuestas del gobierno de Javier Milei han parecido más burlas que respuestas. La respuesta de la comunidad educativa organizada fue, aún a pesar de sus diferencias sectoriales y de colores políticos, unificar sus demandas detrás de la demanda de mejoramiento del presupuesto para las 57 Universidades Nacionales.


Mucho se dijo de ese “gigante dormido” que al fin se despertó. El movimiento universitario jamás se durmió. 


Sí, quizás, con ideas neoliberales e individuales se convenció a parte de su conjunto de que su peso social era poco o inexistente, pero en las aulas y en los pasillos de las facultades de todo el país existen personas que confían y abonan a su fuerza a diario. Por eso es la marcha que construimos, por eso recordaremos este día como el día en que supimos habitar lo colectivo por lo propio, pero por sobre todo por el otrx, por el compañerx de al lado y por el compañerx que vendrá.