Los Derechos Políticos de las Mujeres
Ayer delegadas de Evita, hoy delegadas de Cristina

Hace 78 años, las mujeres, de la mano de Evita y del Partido Peronista, conquistaron para las mayores de 18 años los derechos a elegir y ser elegidas a nivel nacional. La semana pasada, el Partido Judicial, con la poca originalidad que le caracteriza y reciclando prácticas del siglo pasado, procuró arrebatarle a la ya proscripta Cristina Fernández de Kirchner el derecho a votar.
Senador Armando Antille, debate parlamentario, 1947
“A mi no me asusta que el pueblo de la Nación Argentina elija como primer magistrado a una mujer (...) y si la voluntad de la mayoría de la Nación, en comicios libres, honorables y garantizados unge a una mujer como presidente de la Nación, bienvenida sea esta mujer y esta consagración que rompe la multisecular barrera de prejuicios inaceptables”
Senador Diego Molinari, debate parlamentario, 1947.
Las mujeres en Argentina tuvieron que esperar casi cuarenta años desde la sanción de la “Ley Sáenz Peña” de 1912 -conocida por la declaración del voto universal masculino, secreto y obligatorio- para poder adquirir derechos políticos (con excepción de las sanjuaninas, que tuvieron una experiencia electoral el 8 de abril de 1928, para concejales y diputados provinciales; y de algunas santafesinas, que a fines de abril de 1928 votaron bajo voto calificado en elecciones municipales).
Si bien a inicios del siglo XX existieron proyectos de ley que proponían el voto de las mujeres a nivel nacional, presentados por diversos partidos, fue el peronismo, con el impulso de Eva Perón, el partido que tradujo la participación política de las mujeres -que se evidenciaba de hecho en la sociedad argentina- en un derecho objetivo. El 23 de septiembre de 1947 se promulgó la ley que otorgó derechos políticos a las mujeres y que les permitió tanto votar como ser candidatas.

Dijo Evita, ese mismo día: “Mujeres de mi Patria: recibo en este instante, de manos del Gobierno de la Nación, la ley que consagra nuestros derechos cívicos. Y la recibo, ante vosotras, con la certeza de que lo hago, en nombre y representación de todas las mujeres argentinas. Sintiendo, jubilosamente, que me tiemblan las manos al contacto del laurel que proclama la victoria”.
Pero la lucha no terminó con la Ley 13.010. Para garantizar que las mujeres pudieran votar en todos los niveles del Estado, Evita y las compañeras del Partido Peronista Femenino (PPF) insistieron en la adecuación de las legislaciones provinciales a la normativa nacional. San Luis fue pionera en hacerlo y, en octubre de 1947, promulgó la ley 1.988 de Derechos Políticos de la Mujer, seguida por provincias como La Rioja, Tucumán, Buenos Aires, entre otras.

Además, el Partido Peronista Femenino a través de las “delegadas censistas”, fue clave en el proceso de empadronamiento y asesoramiento para la obtención de la documentación de las mujeres que, a diferencia de la libreta de enrolamiento de los varones por el servicio militar, carecían de documentos válidos para ejercer su derecho al sufragio. Evita fue titular de la libreta cívica N°1, impulsando la inscripción de las mujeres en los registros electorales y, en 1948, el Estado creó bajo su órbita el Registro Nacional de las Personas, hoy conocido como “RENAPER”.
Las delegadas de Evita también tuvieron un rol fundamental en enseñar a votar de cara a la primera elección. Finalmente, el 11 de noviembre de 1951 las mujeres por primera vez ejercieron su derecho al voto para elegir cargos de presidente y vicepresidente, gobernadores, senadores y diputados nacionales y legisladores provinciales con una participación del 90% del padrón electoral. En esas elecciones históricas, más del 64% de las mujeres eligieron a Perón y le otorgaron los votos que lo ungieron como presidente nuevamente de manera abrumadora.



Así como en 1949 Evita creó el Partido Peronista Femenino y desplegó a sus delegadas por cada rincón del país para garantizar que el voto femenino no quedara solo en un derecho escrito, sino que se transformara en una práctica viva y poderosa, hoy nosotras asumimos una tarea semejante frente a un contexto distinto pero igual de decisivo. La proscripción contra Cristina Fernández de Kirchner busca limitar no solo a una persona, sino a todo un pueblo que la reconoce como su conductora. Y del mismo modo que Evita organizó a las mujeres para democratizar la política, hoy nos corresponde organizarnos para defender la democracia de los intentos de silenciarla.
A 78 años de la promulgación de la Ley 13.010, hay quienes todavía tiemblan de miedo ante la idea de que una mujer ocupe la presidencia del país. A la proscripción que impuso el Partido Judicial sobre Cristina desde hace más de cien días, ahora le suma su inhabilitación para votar en las elecciones del 26 de octubre, despojando a la presidenta nacional del Partido Justicialista de sus derechos políticos ciudadanos en una maniobra que retrotrae los derechos de las mujeres al siglo pasado. Al negarle a Cristina el derecho a votar y, al mismo tiempo, negarle al pueblo el derecho a votarla, el Partido de la Proscripción excluye al pueblo argentino de su “derecho a tener derechos”.
No es casualidad que el 15 de septiembre, a horas de cumplirse setenta años de la dictadura “fusiladora” que proscribió al peronismo, persiguió a sus militantes y que secuestró y profanó el cadáver de Evita, el Partido Judicial haya decidido quitarle los derechos electorales a Cristina. Pero así como en 1951 más del 64% de las mujeres elegimos a Perón, participamos activamente en la gesta de su regreso al país tras su exilio y el 23 de septiembre de 1973 lo volvimos a elegir como presidente, de la misma manera liberaremos a Cristina -que es inocente- para que, pese al miedo de muchos, la conductora del peronismo vuelva a ocupar el lugar que le corresponde.

Las mujeres feministas y peronistas de este tiempo somos las “delegadas de Cristina”, herederas directas de aquellas que supieron transformar la historia cívica y política de las mujeres. Nuestra misión es concreta: romper la proscripción que intenta arrancarle al pueblo su derecho a elegir y militar con convicción para votar a las candidatas de Fuerza Patria, para que sean la voz de Cristina en las bancas.
Como las delegadas de Evita, cuando recorrieron fábricas, barrios y pueblos para que las mujeres se inscribieran en los padrones y fueran a votar, hoy nos toca recorrer calles, plazas y casas para garantizar que el pueblo sepa cómo defender su voluntad en las urnas. Pero nuestro compromiso va más allá de lo electoral: es asumir que somos nosotras, las mujeres, las que debemos ser protagonistas de la etapa que viene, poniendo el cuerpo y la voz en la lucha por la liberación definitiva de Cristina y de la Argentina.
No hay proscripción capaz de frenar a un pueblo organizado. Como ayer con Evita y hoy con Cristina, seremos las mujeres quienes abramos el camino hacia una Argentina justa, libre, soberana, feminista y sin presas políticas.
