Las Abuelas nos enseñan que la vida está hecha de pequeñas cosas. Una foto que congela la sonrisa y la mirada. Una canción que emociona. Un aroma que nos transporta. Pero hay veces que esos detalles cotidianos, lo que nos define, está basado en una gran mentira. Así es lxs nietxs recuperadxs. Por eso cada imagen, cada historia que lxs acerca a la familia que les ocultaron lxs completa. Es una pieza más que se agrega al rompecabezas. Eso también se lo debemos a las Abuelas.
Otra cosa que aprendimos es que ya no se trata sólo de la verdad sobre la identidad de una generación, sino que peleamos por los hijxs de los hijxs de los hijxs. Así de interminable es esta lucha. Con ese horizonte, Abuelas sigue inventando caminos, imaginando estrategias para hablarles a los más chiquitos y que desde ahí también crezca la pregunta que lleve al encuentro de un nuevo nieto o nieta.
Pero las Abuelas no pueden solas. Lo dicen cada vez que pueden y lo repiten cada vez que hace falta. Que el compromiso de la sociedad y el rol indelegable del Estado son fundamentales. Por eso este nuevo aniversario tiene un sabor especial. Porque después de cuatro años de retrocesos, de maltratos, de negacionismo, de retiro del Estado se abre una nueva esperanza para todxs.
La posibilidad de volver a tener como eje de gestión del gobierno las políticas públicas en derechos humanos es una realidad. Y con eso, llegarán otra vez, la reafirmación desde el Estado de la lucha por memoria, verdad y justicia, la ampliación de derechos, el acceso a salud, educación, vivienda y trabajo dignos.
Por eso también pelean las Abuelas. Por las pequeñas, grandes cosas por las que pelaron sus hijxs. Las mismas por las que peleamos nosotrxs.