* Por Jorge Taiana
Cuando la multilateralidad queda reducida a frases de ocasión o discursos armados para la tribuna, no sólo estamos destinando a los países medianos y pequeños (en potencia y tamaño) al mandato de los poderosos, sino que estamos poniendo en riesgo a miles y miles de ciudadanos que viven en nuestras tierras.
La crisis que atraviesa Venezuela es prueba de esto. Nuestra región es una zona de paz y ha visto los beneficios del diálogo y los frutos del esfuerzo político en tiempos de la convivencia de grandes defensores e impulsores de la integración, como fueron Néstor, Chávez, Lula, Evo, Bachelet, Mujica, Correa y Cristina. La verdadera Patria Grande siempre levantó las banderas de la autodeterminación y soberanía de nuestros pueblos y la integridad territorial de nuestros países.
Hoy México y Uruguay están retomando ese espíritu de grandeza regional llamando a un diálogo amplio que incluya a los distintos sectores involucrados en la severa crisis institucional, social, económica y política que atraviesa Venezuela, así como representantes regionales y organismos internacionales. El próximo 7 de febrero, en Montevideo, se realizará este encuentro.
La política exterior de Cambiemos hacia Venezuela exhibe una penosa subordinación a los intereses de los Estados Unidos y se aparta manifiestamente de la mejor tradición diplomática argentina, fundada en las doctrinas Calvo y Drago, respetuosa de la no injerencia en los asuntos internos y en la búsqueda del diálogo para alcanzar la solución pacífica de las controversias.
No resulta posible hablar de la política de Estados Unidos hacia Venezuela sin tomar en cuenta el petróleo, dado que es el país con mayor volumen de reservas confirmadas del mundo y, que hace más de 100 años, es uno de las principales proveedores del mercado estadounidense. En un mundo donde los recursos naturales y la energía siempre son decisivos, los Estados Unidos han intervenido de manera directa en países como Irak, Libia y Siria con el objetivo de asegurarse la explotación y suministro de los mismos.
Bajo el gobierno de Trump la política exterior estadounidense quiere recuperar un control férreo sobre lo que definen como su “Patio Traseroˮ, intentando eliminar cualquier forma de autonomía en la región y subordinarla nuevamente a sus intereses estratégicos. Asimismo quieren poner freno al importante y creciente intercambio comercial, económico, científico, financiero y político con la República Popular China. Para esta estrategia cuentan con el apoyo y la complicidad de las élites económicas y financieras de países como Argentina, Brasil, Colombia y Chile donde la derecha conservadora intenta la restauración de privilegios e implementa políticas que implican la pérdida de soberanía y derechos, a la vez que abandona los proyectos de desarrollo.
Es en este contexto que estos nuevos gobiernos decidieron dinamitar la UNASUR, la Celac y el Mercosur, facilitando la política de Estados Unidos hacia la región que está dejando un saldo trágico con pérdida de vidas y atropellos institucionales que sólo profundizan las injusticias, la violencia y la desigualdad.