Argentina

NIí‘AS, NO MADRES

Con un presupuesto nacional que destina $11 por mujer para combatir la violencia de género, Argentina presenta un alto porcentaje de embarazo adolescente que ronda el 15 por ciento y que llega a los 3000 casos cuando se habla de menores de 15 años.

Esto se suma a la pérdida del rango ministerial de la ahora Secretarí­a de Salud de la Nación y la falta de implementación de la Educación Sexual Integral en las escuelas de nuestro paí­s.

Ante este escenario nacional, Chaco se posiciona como la segunda provincia con más altos números de nacimientos en niñas de entre 10 y 14 años, después de Formosa, con un registro de 228 nacidxs vivxs de madres menores de 15 años en 2016 y 187 en 2017, según la Base General de Datos de Niños, Niñas y Adolescentes del Ministerio de Salud y Desarrollo Social de la Nación.

Es así­ que son 5,6 de cada mil formoseñas y 4,4 de cada mil chaqueñas de esas edades las que tuvieron un hijo en 2016, frente a la media nacional que es de 1,4 por cada mil. En pocas palabras, la diferencia es más del triple del valor total paí­s para los partos de madres niñas.

En este contexto aterrador, asistimos una vez más a la apologí­a de la violación y la exaltación de la maternidad en niñas y adolescentes por parte de los medios de comunicación hegemónicos de nuestro paí­s, en este caso con una editorial anónima del diario La Nación que hace explicita referencia a la supuesta “valentí­aˮ de niñas de 13 y 14 años que han llevado adelante embarazos producto de violaciones y que demuestra un claro elogio hacia el “instinto maternoˮ en la infancia.

Estas afirmaciones resultan de una gravedad e irresponsabilidad inusitadas no solo por los riesgos altí­simos que implica un embarazo en edad tan temprana, sino que además avalan la continuidad de la situación del abuso que le dio origen.

Cuando hablamos de embarazo en la niñez, Unicef, el organismo de las Naciones Unidas destinado a la protección de la infancia, recalca que no está absolutamente vinculado al “instinto maternoˮ, sino que se trata de la perpetración de un abuso sexual y por tanto de un embarazo forzado.

A dí­as de que a una niña de 12 años en Jujuy le fuera negado el derecho a interrumpir un embarazo producto de una violación y fuera obligada a someterse a una cesárea, la problemática debe ser analizada ya no como una cuestión meramente de salud sino social.

Los altos í­ndices de embarazo en niñas, en su mayorí­a se producen en zonas vulnerables y se relacionan con la falta de acceso a una educación sexual integral, que implementada desde temprana edad, no solo ayuda a prevenir embarazos no deseados sino también a identificar situaciones de abuso en nuestros niños, niñas y adolescentes.

Ante estas realidades que muchas veces ven vulnerados los derechos a la salud y a la educación, existe una alta probabilidad de que las niñas vuelvan a vivir un embarazo en el transcurso de la adolescencia, lo que produce una exclusión permanente que dificulta una posible reinserción en el sistema educativo y al acceso a un empleo formal en la adultez.

Repudiamos enérgicamente la apologí­a del abuso. El cuidado y la protección de nuestros cuerpos y el derecho a decidir sobre los mismos deben ser reconocidos como derechos humanos indiscutibles en nuestro paí­s.

Como sociedad tenemos la responsabilidad y obligación de generar un Estado presente en materia de cuidado y protección de nuestros niños, niñas y adolescentes. Porque una niña embarazada es una niña violada, no una niña madre, nos resulta real y urgente la necesidad de una efectiva implementación de la Educación Sexual Integral en nuestro paí­s, pero también el reconocimiento del derecho al acceso a un sistema de salud inclusivo para todxs.

 

 

 

 

 

 

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