El 21 de octubre pasado nos tocó atravesar una pérdida enorme para quienes, desde hace muchos años, militamos en esta organización política: despedimos a Cocho, un compañero con todas las letras, pero ante todo, un maestro de la vida y de la militancia. Podríamos decir muchísimo de aquel militante de los setenta, que resistió en el 2001 y que, hasta sus últimos días, fue leal al proyecto político de Néstor y Cristina.
Hasta siempre Cocho
Un abrazo para toda la vida

Los compañeros y las compañeras de Avellaneda despedimos a un maestro de la vida y de la militancia. Supo ser abuelo, padre y amigo de cada uno y cada una. Por eso hoy no solo despedimos a Cocho, también despedimos una parte de nosotros mismos.
Muchos y muchas de nosotras conocimos a Cocho cuando apenas teníamos 18 o 19 años, y tuvimos el privilegio de compartir la militancia a su lado. Aprendimos de él lo que significa resistir, tener convicción y no darse por vencido, nunca. Hasta hace pocas semanas seguía ahí, firme, defendiendo los derechos de jubilados y jubiladas.



Hincha de Racing, como Néstor, y vecino entrañable de Gerli, Cocho fue un faro para toda la juventud del Bicentenario, un compañero imprescindible. No solo nos habló del peronismo: nos lo enseñó con el ejemplo, con cada gesto, con cada abrazo. Si algo lo representaba, eran eso, sus abrazos; de esos fuertes, sentidos, que te dejaban el alma tranquila. Abrazos que te hacían sentir que mientras él estuviera cerca, nada malo podía pasarte y que, en esta militancia, nunca íbamos a caminar solos.

Supo ser abuelo, padre y amigo de cada uno de nosotros y nosotras. Por eso hoy no solo despedimos a Cocho, también despedimos una parte de nosotros mismos, esa parte que, desde muy pibes, tuvo el privilegio de escucharlo, de aprender de él y de entender que militar es, ante todo, amar profundamente al otro.
Nos quedamos con su voz, sus risas, sus enseñanzas, su ejemplo de lealtad y esos abrazos que todavía nos siguen sosteniendo.
Gracias, Cocho. Saludá a Néstor de parte de todos los y las militantes de Avellaneda y seguí empujándonos, como lo hiciste siempre, desde el primer día.
