Durante los últimos días distintas imágenes recorrieron el mundo: niños desnutridos y suplicando por un plato de comida; familias enteras que se amontonan en precarios centros de asistencia con todo el territorio a su alrededor destruido; ancianos que se desvanecen a la espera que alguien se detenga en ellos. Estas imágenes son la consecuencia extrema de la violación permanente a los Derechos Humanos y al Derecho Internacional Humanitario por parte del Estado de Israel contra el pueblo palestino.
Franja de Gaza
El hambre como arma de guerra

La ofensiva israelí ha dejado de ser sólo militar: el bloqueo total de alimentos y medicamentos configura una violación sistemática del Derecho Internacional Humanitario.
Además del enorme poderío militar desplegado incluso en zonas protegidas de Gaza como hospitales, iglesias y hoteles, el gobierno de Netanyahu hoy hace del hambre un arma de guerra. Desde hace meses, miles de toneladas de alimentos y medicamentos enviados como ayuda humanitaria fueron interceptados por autoridades del gobierno israelí, que impusieron un bloqueo total. UNICEF ha advertido que “más de 320.000 niños y niñas –la población total de menores de cinco años de la Franja de Gaza– están en riesgo de sufrir desnutrición aguda” y que miles de ellos ya sufren la forma más letal de desnutrición.
Una de cada tres personas en Gaza pasan varios días sin ingerir ningún alimento y el 80% de las muertes por desnutrición reportadas corresponden a niños. Según el propio UNICEF: “La gente no se está muriendo de hambre porque no haya alimentos disponibles, sino porque el acceso está bloqueado”.

El hambre extremo y los desmayos en vivo también se hicieron carne en los corresponsales de distintas agencias de periodismo del mundo, que se expresaron bajo el lema “Gaza se muere, y morimos con ella” - el diario El País de España habla de más de 200 periodistas asesinados en Gaza en los últimos dos años-. En los últimos días, el repudio internacional creció tanto que durante el fin de semana Israel anunció que habilitaría una “pausa humanitaria” para facilitar la entrega de provisiones.
El régimen de ocupación militar, la utilización del hambre como instrumento de guerra y los mecanismos de apartheid que el gobierno de extrema derecha de Israel imponen sobre el pueblo palestino representan un intento de apropiarse de todo un territorio y exterminar a un pueblo entero: un genocidio. Esto es confirmado por los propios funcionarios de Netanyahu, como es el caso de Amihai Eliyahu, ministro de Patrimonio de Israel, quien recientemente afirmó: “El gobierno avanza a toda velocidad para arrasar Gaza; gracias a Dios, estamos erradicando este mal... No tenemos porqué preocuparnos por el hambre en la Franja; que el mundo se preocupe".

Cada vez son más los países que se suman al pedido para que cesen los ataques en Gaza y Cisjordania y para que la paz pueda construirse a partir de la existencia de los dos Estados. En los últimos días, Francia, Reino Unido y Canadá anunciaron su voluntad de reconocer al Estado de Palestina oficialmente, al igual que lo hicieron el año pasado España, Noruega e Irlanda. Argentina hizo lo propio en 2010 y hoy integra el listado de los más de 140 países que reconocen el Estado de Palestina.
El gobierno de Javier Milei, por el contrario, ha manifestado su apoyo incondicional al gobierno de Netanyahu y está yendo en contra de la posición histórica de nuestro país respecto al conflicto. El alineamiento irrestricto con Estados Unidos e Israel conlleva una política exterior sobre-ideologizada que rompe con la tradición diplomática argentina basada en el multilateralismo, el respeto al derecho internacional y la defensa de los derechos humanos. Al priorizar una lógica de obediencia geopolítica, Milei no sólo aísla a la Argentina del consenso internacional, sino que degrada nuestra soberanía en política exterior.
Frente a esto, es importante volver a la posición histórica de nuestro país en apoyo a la solución de los dos Estados, exigiendo el cumplimiento de las Resoluciones de Naciones Unidas sobre el tema, tal y como afirmó Néstor Kirchner en 2003 ante la ONU: “Expresamos nuestro respaldo y nuestra aspiración al logro de una paz estable y duradera en Medio Oriente, fundada en el inalienable derecho a la libre determinación del pueblo palestino y a un Estado independiente y viable, al mismo tiempo que reconocemos el derecho de Israel a vivir en paz con sus vecinos dentro de fronteras seguras e internacionalmente reconocidas".
En el mismo lugar, en 2014, Cristina Fernández de Kirchner afirmaba: “El reconocimiento del Estado de Palestina, el derecho de Israel a vivir en sus fronteras, pero también el derecho de Palestina a que no se utilice contra ellos el uso desproporcionado y desmedido que ha provocado la muerte de cientos de niños y mujeres, cosa que condenamos como condenamos también a aquellos que atacan con misiles a Israel”.
Los conflictos armados que atraviesan el mundo hoy arrastran costos enormes: destruyen economías, devastan territorios, desestabilizan regiones enteras y se cobran vidas humanas. Por eso, todo proyecto de organización popular que se proponga transformar la realidad debe asumir el compromiso activo de construir la paz y la justicia social, porque con cada bomba que cae sobre Gaza, muere un poco de la humanidad que compartimos.
