Política

13 de abril

El Día de la Lealtad del Siglo XXI

El 13 de abril de 2016, con nuestra conducción agredida por la jauría mafiosa del juez Bonadío, el poder especulaba con que nadie asistiría, que todo había sido un gran simulacro, que sin el gobierno nacional la militancia se esfumaría. Lo equivocados que estaban. Medio millón de personas revalidamos nuestro compromiso poniendo el cuerpo, acompañando a Cristina a declarar en la primera de mil citaciones y en la primera de mil causas. Había que estar; y estuvimos.
por La Cámpora
13 abr 2024

Caravanas desde todo el país: micros, autos, colectivos, caminatas. Una confluencia federal que comenzó la noche anterior y se movilizó toda la madrugada para encontrarse con Cristina bajo la lluvia inclemente de una fría mañana de abril. Medio millón de almas entre los grises edificios de los Tribunales Federales. Caía el agua torrencialmente, pero la multitud no se dispersaba sino que seguíamos llegando, mientras se fraguaba entre la pluralidad de las voces un único canto de resistencia y esperanza. Los “empoderados”, orgánicos y no encuadrados, marchamos a Comodoro Py para defender a Cristina y escuchar a Cristina. Una escena que se repite en la historia del peronismo: el encuentro del pueblo con su líder, a pesar de cualquier persecución, de cualquier proscripción. Fuimos a Comodoro Py a ser conducidos.

Y entonces Cristina habló: “Quiero decirles, quiero en primer lugar que estén todos tranquilos, muy tranquilos. Me pueden citar veinte veces más, me pueden meter presa, pero lo que no van a poder hacer es callarme y hacer que deje de decir lo que pienso. Y estar como siempre junto a ustedes”.

“Quiero que la gente vuelva a ser feliz en la República Argentina, quiero que vuelva a tener libertad”. El 13 de abril de 2016, esperábamos un discurso de resistencia. Pero encontramos un discurso de construcción.

A los conflictos de ese presente les dio perspectiva histórica, recordando el incordioso trato que las élites de nuestro país dedican a los líderes que eligen representar los intereses populares, a los cuales desprestigian con campañas moralizadoras, amparadas en la artillería mediática y el hostigamiento judicial, que jamás cesan. Nombró a Yrigoyen, a Perón y a Evita como diques de contención. Cada vez que uno de estos diques era perforado o derribado, seguían períodos de pérdida de derechos, garantías y libertades; de entrega de la soberanía nacional, de injusticia social. No venían por ella: venían por todos los argentinos y argentinas.

Desde el primer día del gobierno macrista—en una réplica del Decreto 4161—se llevó adelante una estrategia de deskirchnerización. La metodología fue el lawfare, con su acoso judicial a muchas de las figuras más representativas de los doce años de kirchnerismo—para el 13 de abril, Milagro Sala llevaba ya tres meses presa— y el terrorismo mediático, para atormentar y confundir, mientras sufríamos el ajuste que, ya Cristina aquella ocasión, adelantó que se profundizaría.

Porque no lo olvidemos: el 13 de abril Cristina hizo hincapié en los problemas de la gente, en la crisis autoinfligida que la alianza Cambiemos desataba para poder transferir grandes masas de recursos desde las mayorías populares hacia los grupos concentrados de la economía. Tras 4 meses de guardar “un respetuoso y democrático silencio”, durante los cuales el debate público de muchos referentes del peronismo estaba más orientado a señalar responsables de la derrota y a disputar roles dirigenciales, Cristina habló para denunciar los tarifazos que empezaban a complicarle la vida a las familias, a los clubes, a los comercios, a las industrias. Nos pidió, fundamentalmente, que no nos enojemos con quienes habían votado a Macri, porque eso nos dividía y nos fragmentaba.

La tarea de ese momento era construir un gran frente ciudadano, donde no se preguntara a cada uno de dónde venía sino cómo le estaba yendo, si mejor o peor que antes. “Entonces ese es el punto de unidad de los argentinos: reclamar por los derechos que les han arrebatado”. No una unidad dirigencial, sino un tremendo movimiento compuesto por personas de todos los orígenes, por asociaciones civiles, sindicatos, científicos, estudiantes. No importaba si eran kirchneristas o no; no importaba a quién habían votado. Lo importante era defenderse de las agresiones del neoliberalismo. Cristina hizo lo que hacen los liderazgos: trazó una estrategia política para vencer al adversario. El frente ciudadano, el frente patriótico, era entonces la herramienta para ganarle a Macri. Una base desde la cual ampliar, para pasar del momento de aglutinación y contención a un proyecto de gobierno que vuelva a enamorar, que recupere la capacidad de transformar la Argentina una vez más. En esa propuesta política nos enseñó un secreto militante: no alcanza con resistir; siempre hay que construir.

Al igual que en su documento del 14 de febrero de 2024, frente a un Poder Ejecutivo que atropella derechos y destruye a la gente, Cristina señaló el Congreso como la institución que debía ponerle límites al ajuste feroz. Llamó a sospechar de los que dicen una cosa en los medios y votan otra en las bancas; y pidió que los representantes honren el mandato popular con el que llegaron. Alguien entre la muchedumbre gritó “¡traidores!”; pero Cristina le devolvió “así no vas a convencer a nadie”. En la pedagogía del liderazgo peronista, conducir a veces es reconducir; y en la política las mayorías se construyen.

Conmemoramos el 13 de abril, existe, porque lo hicimos. Es nuestro Día de la Lealtad del Siglo XXI. Con Néstor y Cristina, el peronismo dejó de conmemorar efemérides y volvió a sumar nuevas. Fue menos una identidad nostálgica aferrada a un calendario glorioso de epopeyas irrepetibles y recuperó la capacidad de escribir la historia, de construir obras duraderas, que se banquen la arremetida de los vientos furiosos del tiempo.

A ocho años y al inicio de un nuevo gobierno ajustador, el discurso de Cristina tiene una actualidad reveladora. Decía Perón en Conducción Política que a una situación de la historia se la “estudia críticamente, y se dice por qué fracasó o triunfó. Cuáles son los factores que condujeron al éxito. No se estudia una situación para volverla a aplicar, porque no se repite más.”  Tamizar los debates, las inquietudes y las incógnitas que tenemos hoy por algunas de las que tuvimos en 2016, ordena. Aunque la situación es catastróficamente diferente, el sentido político del mensaje del 13 de abril debe ser retomado Y debe serlo, necesariamente, de la mano del que fue el primer mensaje de Cristina en esta etapa, su documento “Argentina en su tercera crisis de deuda - cuadro de situación”.

Lealtad y movilización, estrategia política definida, pero sobre todo prioridad en los problemas reales de la gente y construcción de mayorías, incluso en aquellos problemas que indefectiblemente deberíamos haber abordado mejor antes. La acumulación política del peronismo siempre debe comenzar y terminar en el pueblo. Como dijo Cristina misma hace pocos días, se trata no sólo de interpretar la historia, sino también de resignificarla para volver a representar. Vamos compañeros, el sol siempre sale.

[gallery ids="93511,93512,93513,93514,93515,93516,93517,93518,93519,93521"]
Imágenes