Ambiente

La semilla sembrada por el lí­der en tierra fértil

Cuarenta y ocho años han tenido que pasar para que una pandemia nos ponga delante nuestro un desastre económico con base ambiental, y comprendamos en profundidad lo que nos quiso decir el general Juan Domingo Perón con la alerta que enunció en su “Mensaje Ambiental a los Pueblos y Gobiernos del Mundo”, con motivo de la Conferencia de Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente Humano realizada en Estocolmo en 1972.

Blick in den Konferenzsaal der UN-Umweltkonferenz, die am 5.6.1972 in Stockholm, Schweden eröffnet wurde.

Vivimos en la sociedad del despilfarro masivo –así­ la llama Perón-. Vemos cómo avanzan los incendios en muchos puntos de nuestro paí­s y la región por la codicia de unos pocos especuladores. Una pandemia de origen zoonótico paralizó las economí­as mundiales y empuja a miles de compatriotas a la marginalidad. En este escenario estamos obligados como fuerza polí­tica a repensar nuestro ví­nculo con la naturaleza y plantear nuevas polí­ticas que construyan un horizonte distinto al del extractivismo y la contaminación.

El camino marcado por Perón es llano y claro: “La concientización debe generarse desde los hombres de ciencia, pero solo puede transformarse en acción a través de la dirigencia polí­tica porque desde la dirigencia se deben plantear nuevos modelos de producción, consumo, organización y desarrollo económico que den prioridad a la satisfacción de las necesidades esenciales del ser humanoˮ.

Reencontrarnos hoy con ese mensaje nos lleva a reconfirmar su capacidad de análisis, de anticipación y la mirada integral que lo distinguí­a del resto de los dirigentes y le permití­a, a partir de la lectura geopolí­tica global de aquel entonces, traernos a la mesa de conciencia y discusión los conceptos de “soberaní­aˮ y “autodeterminaciónˮ para los paí­ses de la tercera posición. Su mensaje, hasta hoy, está repleto de actualidad.

Hoy las problemáticas ambientales están ganando agenda polí­tica, pública, mediática y territorial en todos los ámbitos desde lo local a lo global. Muchas veces quienes hacen de voceros pretenden hegemonizar la mirada de los temas y construir un sentido común que separe el ambiente de las personas, de la discusión sobre la concentración de la riqueza y sobre el modelo económico productivo. Es ahí­ donde debemos estar más atentos.

La relevancia y magnitud del problema ambiental es tan grande y significativo que deberí­a ser atendido por fuera de las ideologí­as que nos separan. Pero cuando las defensas sectoriales se disfrazan de ideologí­as para sostener intereses concentrados, se dificulta el logro de la unidad y organización necesaria para defender los recursos y proteger – con derechos- a las poblaciones más vulnerables que sufren las consecuencias más graves de la contaminación. Hoy, en materia ambiental, la lealtad es sinónimo de Unión y Organización para defender el ambiente de los intereses instalados operando en todos los ámbitos y niveles de la acción humana.

Operan desde desde la apolí­tica y la desorganización. Nosotres creemos que la polí­tica y la militancia deben estar a la cabeza de estas discusiones, que el estado debe incluir la mirada ambiental en cada una de las polí­ticas públicas que lleve adelante. No podemos caer en salidas centradas en el propio ombligo que no piensan en una estrategia de inclusión para la gran mayorí­a.

Y es así­ que aparece la imagen contundente del ambientalismo popular. Nuestra estrategia polí­tica debe ser necesariamente “con la gente adentroˮ, pero además tenemos la responsabilidad histórica de que cierre también con “nuestros bienes naturales comunes adentroˮ.

El peronismo trae en su esencia ambientalismo popular. Cada vez que se conecta en un hogar la red de agua segura o cloacal, el acceso al trabajo, la creación de la secretarí­a de ambiente en manos de una mujer allá por el 1973 (siendo la primera en ocupar este cargo en la región), las leyes que en estos últimos años hemos impulsado y conquistado, las polí­ticas públicas y el presupuesto destinado a cada una de ellas, son sin duda acciones que apuntan a construir un ambiente más justo y más sano.

Realmente vale la pena leer el mensaje completo de Perón, ya que nombra conceptos como el despilfarro masivo en las sociedades de consumo, el espejismo de la tecnologí­a, la extinción de especies, la contaminación del aire en las ciudades, el despilfarro de agua, la producción de alimentos, el crecimiento poblacional, la creciente urbanización y hasta el cambio climático (varias décadas antes que el Acuerdo de Parí­s).

Hoy más que nunca:

“ˮ¦Creemos en que ha llegado la hora en que todos los pueblos y gobiernos del mundo tomen conciencia de la marcha suicida que la humanidad ha emprendido a través de la contaminación del ambiente y la biosfera la dilapidación de los recursos naturales, el crecimiento sin freno de la población y la sobre-estimación de la tecnologí­a, y la necesidad de invertir de inmediato la dirección de esta marcha, a través de una acción mancomunada internacional.ˮ

Nuestra responsabilidad es ser leales a las palabras de Perón, que supo estar un paso más adelante y sentar las bases para el ambientalismo popular que construimos. Ya no hay tiempo de hacer oí­dos sordos, tenemos que correr la barrera de lo posible y saber que no hay justicia social sin justicia ambiental. Ya lo decí­a Perón: “Todos estos problemas están ligados de manera indisoluble con la justicia social, el de la soberaní­a polí­tica y la independencia económica del Tercer Mundo, y la distensión y la cooperación internacional.ˮ

Es tiempo de tomar las banderas y hacerlas flamear alto.

Ciudad de Buenos Aires
El domingo 17 de marzo participamos, por cuarto año consecutivo, de la Marcha de las Antorchas en el barrio de Lugano 1y2 bajo el lema “Iluminemos las calles con memoria” y en unidad con todas las organizaciones del campo popular de la comuna y el Observatorio de Derechos Humanos de la Comuna 8.