5 finalmente lo tan ansiado por la derecha reaccionaria se hacía realidad, se producía el golpe de Estado gorila que derroca al gobierno constitucional de Juan Perón asumiendo la presidencia de facto el General Eduardo Lonardi. Sólo duró dos meses ya que luego era desplazado por otro general, Pedro Eugenio Aramburu. Como era de esperar, los “demócratasˮ de entonces apoyaron la dictadura que nacía celebrando la caída peronista: así expresaba su solidaridad con el golpe la Sociedad Rural Argentina, la Cámara Argentina de Comercio, el Partido Demócrata, la UCR que llegó a escribir en un comunicado que “El alzamiento fue el último recurso a que se vio compelido el pueblo privado de toda posibilidad de resolver en paz y concordia los angustiosos problemas de su existencia nacional. El régimen que acaba de caer, que negó la libertad, la justicia y la moral, y negoció la soberanía queda señalado para siempre como el único responsable de esta tragediaˮ.
La Unión Democrática derrotada en las urnas democráticamente ahora volteaba al gobierno constitucional para alzarse con el gobierno de manera ilegitima, aunque, como siempre, tergiversando en su discurso la realidad, culpaba al peronismo por sus carencias democráticas.
El sentido del golpe fue destruir la obra del peronismo, los golpistas no tenían otro programa diferente al de desandar el camino iniciado por Perón. No los animaba otro proyecto más que el odio de clase y la revancha. Mas claro aún en las palabras del contraalmirante Arturo Rial quien le dijo a trabajadores municipales: “Sepan ustedes que la Revolución Libertadora se hizo para que en este bendito país el hijo del barrendero muera barrenderoˮ.
Igualmente no nos confundamos, millones de argentinos apoyaron el golpe, especialmente los sectores medios-medios altos y obviamente los tradicionales detentadores del poder, que por aquel entonces no caceroleaban. De hecho el 23 de septiembre, mientras la CGT llamaba a los trabajadores a conservar la calma, una multitud colmó la Plaza de Mayo para aclamar a Lonardi y festejar la caída del “tirano prófugoˮ.
Para evitar malas interpretaciones es interesante recordar lo que Ernesto Sábato (manifiestamente antiperonista) le escribió en una carta abierta a Mario Amadeo en 1956 “Aquella noche de setiembre de 1955, mientras los doctores, los hacendados y los escritores festejábamos ruidosamente en la sala la caída del tirano, en un rincón de la antecocina ví cómo las dos indias que allí trabajaban tenían los ojos empapados de lágrimasˮ.
Perón tuvo la disyuntiva de impulsar una guerra civil para recuperar el poder y frente a ello, para evitar el derramamiento de sangre, partió hacia 18 años de exilio en Paraguay, Venezuela, Panamá y España. Los “demócratasˮ proscribieron a Perón y al peronismo, prohibieron hasta que se lo nombre y se cantara la marchita, fusilaron a los que intentaron levantarse para pedir el retorno del líder depuesto (los fusilamientos de José León Suárez) y cada vez que algún gobierno civil pseudo-democrático intentaba incorporar un poco al peronismo al juego político lo derrocaban. Se iniciaban los 18 años de un fenómeno poco estudiado y poco valorado aún en sus implicancias políticas: la resistencia peronista, un ejemplo de pueblo en guerra permanente contra su opresor interno pidiendo por la vuelta de Perón.
Hoy recordamos para que no vuelva a suceder, porque aquellos enemigos, siguen siendo los mismos, y aquel odio sigue vivo. Por eso aprendamos de la historia y como dice Cristina el amor vence al odio y si nos mantenemos unidos y organizados no permitiremos que ahora intenten lo que en aquel entonces intentaron con éxito.
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5 finalmente lo tan ansiado por la derecha reaccionaria se hacía realidad, se producía el golpe de Estado gorila que derroca al gobierno constitucional de Juan Perón asumiendo la presidencia de facto el General Eduardo Lonardi. Sólo duró dos meses ya que luego era desplazado por otro general, Pedro Eugenio Aramburu. Como era de esperar, los “demócratasˮ de entonces apoyaron la dictadura que nacía celebrando la caída peronista: así expresaba su solidaridad con el golpe la Sociedad Rural Argentina, la Cámara Argentina de Comercio, el Partido Demócrata, la UCR que llegó a escribir en un comunicado que “El alzamiento fue el último recurso a que se vio compelido el pueblo privado de toda posibilidad de resolver en paz y concordia los angustiosos problemas de su existencia nacional. El régimen que acaba de caer, que negó la libertad, la justicia y la moral, y negoció la soberanía queda señalado para siempre como el único responsable de esta tragediaˮ.
La Unión Democrática derrotada en las urnas democráticamente ahora volteaba al gobierno constitucional para alzarse con el gobierno de manera ilegitima, aunque, como siempre, tergiversando en su discurso la realidad, culpaba al peronismo por sus carencias democráticas.
El sentido del golpe fue destruir la obra del peronismo, los golpistas no tenían otro programa diferente al de desandar el camino iniciado por Perón. No los animaba otro proyecto más que el odio de clase y la revancha. Mas claro aún en las palabras del contraalmirante Arturo Rial quien le dijo a trabajadores municipales: “Sepan ustedes que la Revolución Libertadora se hizo para que en este bendito país el hijo del barrendero muera barrenderoˮ.
Igualmente no nos confundamos, millones de argentinos apoyaron el golpe, especialmente los sectores medios-medios altos y obviamente los tradicionales detentadores del poder, que por aquel entonces no caceroleaban. De hecho el 23 de septiembre, mientras la CGT llamaba a los trabajadores a conservar la calma, una multitud colmó la Plaza de Mayo para aclamar a Lonardi y festejar la caída del “tirano prófugoˮ.
Para evitar malas interpretaciones es interesante recordar lo que Ernesto Sábato (manifiestamente antiperonista) le escribió en una carta abierta a Mario Amadeo en 1956 “Aquella noche de setiembre de 1955, mientras los doctores, los hacendados y los escritores festejábamos ruidosamente en la sala la caída del tirano, en un rincón de la antecocina ví cómo las dos indias que allí trabajaban tenían los ojos empapados de lágrimasˮ.
Perón tuvo la disyuntiva de impulsar una guerra civil para recuperar el poder y frente a ello, para evitar el derramamiento de sangre, partió hacia 18 años de exilio en Paraguay, Venezuela, Panamá y España. Los “demócratasˮ proscribieron a Perón y al peronismo, prohibieron hasta que se lo nombre y se cantara la marchita, fusilaron a los que intentaron levantarse para pedir el retorno del líder depuesto (los fusilamientos de José León Suárez) y cada vez que algún gobierno civil pseudo-democrático intentaba incorporar un poco al peronismo al juego político lo derrocaban. Se iniciaban los 18 años de un fenómeno poco estudiado y poco valorado aún en sus implicancias políticas: la resistencia peronista, un ejemplo de pueblo en guerra permanente contra su opresor interno pidiendo por la vuelta de Perón.
Hoy recordamos para que no vuelva a suceder, porque aquellos enemigos, siguen siendo los mismos, y aquel odio sigue vivo. Por eso aprendamos de la historia y como dice Cristina el amor vence al odio y si nos mantenemos unidos y organizados no permitiremos que ahora intenten lo que en aquel entonces intentaron con éxito.
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