Política

Salta, la justa

por La Cámpora
13 oct 2011
En el dí­a de ayer, luego de 35 años de impunidad,  finalmente terminó en  Salta el juicio oral por la desaparición del ex gobernador Miguel Ragone. Este no  fue un  juicio más dado que la condena de los responsables de tan cobarde crimen marcará un antes y un después en el pueblo salteño. Miguel Ragone fue el médico del pueblo.  Discí­pulo  de  Ramón  Carrillo y gran admirador del Gral. Perón, fue electo gobernador de Salta el 11 de marzo de 1973 con el 56,31% de los votos, al mismo tiempo que Héctor Cámpora era elegido Presidente de la Nación. Durante los dieciocho meses que duró su gobierno, Ragone tomó   medidas revolucionarias, sobre todo en el ámbito de las fuerzas de seguridad, acercándolas a la gente, como fueron la  destrucción  de todos los elementos de torturas encontrados en la Jefatura de  Policí­a  de Salta y la pintura de los carros de asaltos utilizados por la Policí­a para detener y trasladar presos, de color rosa y amarillo para llevar alumnos a las escuelas. Además, sumarió, trasladó y encausó a todos los policí­as que utilizaban esos elementos de tortura, algunos de los cuales a la postre se quedaron con su vida y la de su jefe de  policí­a  Ruben Fortuny. Ragone fue considerado un “hombre de la Tendenciaˮ junto a Obregón Cano (Córdoba), Martí­nez Vaca (Mendoza), Bidegain (Buenos Aires) y Cepernic (Santa Cruz) y corrió la misma suerte de ellos: el gobierno de la Provincia de Salta  fue intervenido el 23 de noviembre de 1974. De allí­ volvió a la actividad privada atendiendo su consultorio y desempeñándose en el Hospital San Bernardo de la Ciudad de Salta. A fines del año 1975, con el Partido Justicialista   intervenido, se llamó a elecciones internas para elegir nuevas autoridades. Ragone decidió presentarse: su triunfo estaba garantizado por lo que   recibió amenazas para que no lo hiciera.  Si bien esas elecciones nunca se realizaron fueron la trampa perfecta para justificar su eliminación  fí­sica. El 11 de marzo de 1976, mientras se  dirigí­a  hacia su trabajo, fue interceptado por al menos dos  vehí­culos  que luego de impactarlo, lo bajaron desmayado y lo subieron a la parte de  atrás  de su propio auto que fue abandonado en la localidad de Cerrillos, a 20 km. al sur de la Ciudad de Salta, con abolladuras y manchones de sangre. Su cuerpo aún no fue encontrado. Pero la lucha de los familiares y de los organismos de derechos humanos y la decisión polí­tica del gobierno de Néstor y Cristina abrieron las ventanas. Hoy los juicios que se desarrollan en todo el paí­s son el viento que  levanta el polvo acumulado sobre esos  horrores del pasado, un pasado que es presente, que está acá frente a nosotros, en los rostros de los que piden justicia y en el vací­o que dejaron los que ya no están. Ragone fue un hombre justo, digno y valiente. Pero, por sobre todas las cosas,  fue un hombre común al servicio del Pueblo. Su obra y compromiso marcaron su muerte y también su vida, que debemos continuar nosotros. En el dí­a de ayer fueron condenados Carlos Alberto Mulhall, ex jefe del Ejército en Salta; Miguel Gentil, ex jefe de la Policí­a de Salta; Joaquí­n Guil, ex jefe de Seguridad de la Policí­a, y los policí­as Pedro J. Herrera y Raúl N. Herrera.  Todos ellos fueron los dueños de la vida y la muerte en la provincia: ellos violaron y mataron, secuestraron y robaron, sin remordimientos. Sin embargo, no fueron los únicos: muchos cómplices civiles hoy se esconden entre los viñedos y las chacareras.  Ya les tocará su turno.