27 de abril

Volver a la normalidad

Un país en serio

Ahorakirchner

El 27 de abril de 2003, Néstor Kirchner ganó las elecciones con menos votos que desocupados. Desde ese 22 por ciento, construyó el país que prometió en campaña: un país en serio. ¿Qué significaba esa promesa en la Argentina de principios del siglo 21? Un accidente histórico que nos regaló vivir sin sobresaltos, ocuparnos de nuestros deseos, colectivos e individuales. 

por Celeste Abrevaya
26 abr 2024

Mirá qué bien este Kirner. O Kichner. Kirjner. Kirchner. Néstor Kirchner. ¿De dónde salió? “Un país en serio”. Buen slogan. Íbamos en el auto, y en una cartelera de esas tradicionales verdes que se despliegan por toda la ciudad de Buenos Aires, se erigía una propaganda de campaña que prometía algo normal.


Mi hermano tenía por entonces 24 años, y tuvo ahí, quizás, una intuición. Diciembre de 2001 estaba todavía fresco en la retina de los argentinos. La experiencia de las asambleas se había disuelto, y solo quedaban retazos de minorías políticas que intentaban seguir conteniendo y redirigiendo algo de esa furia. Del que se vayan todos. De los piedrazos. De los muertos en las escalinatas del Congreso y la 9 de Julio. De la policía montada avanzando sobre las Madres y las Abuelas. Pero también de los motoqueros que nos cuidaron. De la solidaridad y la certeza de que el pueblo unido jamás será vencido. Del corralito. Del estado de sitio. Y del estado de sitio las pelotas. De Kosteki y Santillán y la tapa del gran diario argentino: “La crisis causó dos nuevas muertes”. El club del trueque. Ay, este ispa que no para de reinventarse. Piquete y cacerola, la lucha es una sola. ¿Qué pasó con toda esa potencia? 



Diciembre de 2001 estaba todavía fresco en la retina de los argentinos. La experiencia de las asambleas se había disuelto, y solo quedaban retazos de minorías políticas que intentaban seguir conteniendo y redirigiendo algo de esa furia".

En agosto del 2000 se estrenaba Nueve reinas. Fabián Bielinsky, su director, logró narrar una época que se caracterizó por una determinada argentinidad. Darín, su protagonista, puteador glorioso, el ex de Susana, es un busca, un timador. Se constituye un poco como el símbolo del argentino promedio, canchero, piola, de acuerdo a cierto sentido común. La ruptura del país estaba ahí a la vista. La calle argentina de finales de los 90 retratada en una película que caló en el imaginario social y cultural y se nos metió adentro. Era la Argentina de la estafa a las grandes mayorías, la Argentina del desempleo, del cierre de fábricas, de las privatizaciones, y de la convertibilidad como una promesa de futuro que se rompió en un millón de pedazos. Un país de mentira. Un decorado. 


¿Qué significaba entonces la construcción de un país en serio? Volver a la normalidad. Cuando sostenemos que el trabajo es el principal ordenador social, no lo decimos desde una perspectiva anacrónica y desapegada de la realidad concreta, sino porque la historia nos pone de frente con eso en cada experiencia política que hemos atravesado.



Y en ese punto, volver a la normalidad, implicó volver también a ser un país en serio. Ahora bien, ¿qué es un país en serio? ¿Es una entelequia monolítica que puede moverse por todo el arco político sin variaciones? ¿Es lo mismo un país en serio para Néstor Kirchner que para Mauricio Macri? ¿Y para Javier Milei? ¿Y para la izquierda? En nuestra verdad relativa, un país en serio es todo lo que vino después de ese 27 de abril en el que Néstor ganó con menos votos que desocupados.


El país en serio del 6 por ciento del PIB destinado a la educación. Vale la pena recordarlo, ahora que todo el sistema educativo está en crisis, y que tambalea aquella famosa premisa de Perón en la que sostiene que “la conquista más grande fue que la universidad se llenó de hijos de obreros, donde antes estaba solo admitido el oligarca”, y agrega “es un crimen que estuviéramos seleccionando materia gris en círculos de cien mil personas, cuando lo podíamos hacer en cuatro millones”. Dos días después de asumir la presidencia, Néstor viajó a Entre Ríos para ponerse al frente de un conflicto docente, con maestros que estaban sin cobrar, y los estudiantes sin clases. Prioridades. 



En nuestra verdad relativa, un país en serio es todo lo que vino después de ese 27 de abril en el que Néstor ganó con menos votos que desocupados".

Y después vino la renovación de la Corte Suprema. Abrazar a los organismos de Derechos Humanos. Anular las leyes de impunidad. Lo que ahora parece natural, no lo era en 2003. Rondaba esa época, cuando en un consultorio médico, mientras ojeaba la revista GENTE y trataba de alinearme al último grito de la moda, vi enfrente mío, en una sala de espera deprimente, a José Alfredo Martinez de Hoz, ministro de economía de Videla, y uno de los responsables de la miseria planificada que denunció Rodolfo Walsh. Así, los escraches intentaban suplir a una justicia ficticia, y entonces se buscaba lograr que la condena social se activara para aislar a los responsables militares y civiles de la última dictadura. “Que el panadero no le venda más pan, que el vecino les quite el saludo”, decían desde H.I.J.O.S. y otros organismos que, con las herramientas más creativas, generaron un colchón frente a la impunidad. Néstor materializó las banderas de Memoria, Verdad, y Justicia, les dió carnadura. Porque en un país en serio, el único lugar para un genocida es la cárcel. Pidió perdón en nombre del Estado por la vergüenza de haber callado por más de veinte años de democracia. Y lo hizo en el corazón de la represión clandestina. La ESMA se convirtió en el símbolo de las políticas de derechos humanos. 



Lo que ahora parece natural, no lo era en 2003. Rondaba esa época, cuando en un consultorio médico, mientras ojeaba la revista GENTE y trataba de alinearme al último grito de la moda, vi enfrente mío, en una sala de espera deprimente, a José Alfredo Martinez de Hoz, ministro de economía de Videla, y uno de los responsables de la miseria planificada que denunció Rodolfo Walsh".

En un país en serio, la economía la maneja la política. Y la independencia económica es un pilar de gobierno. Y entonces, Kirchner dispuso la cancelación de la deuda con el FMI. Y fuimos soberanos de nuestras decisiones. Y se reactivó la industria y el empleo. Se reabrieron las paritarias, y los y las trabajadoras pudimos volver a tener una representación que peleara por nuestros ingresos. Y recuperó el Estado y estatizó empresas emblemáticas para la Argentina: Enarsa, Aysa, Correo  Argentino. 


Y así como a la economía la conducía la política, a la seguridad también. Y Kirchner ordenó que se dejara de reprimir la protesta social. Porque en un país en serio, no se puede censurar ni reprimir aquello que es distinto. En un país en serio, se persuade, se convence con política, con voluntad. 



En un país en serio, la economía la maneja la política. Y la independencia económica es un pilar de gobierno".

Impulsó una alianza latinoamericana que sembró a la Patria Grande, y le tocó la rodillita a Bush, y lo miró con la firmeza de un líder. Una mirada que quedó inmortalizada en una de las fotos preferidas de Cristina. Y Chávez gritó ¡ALCA, al carajo! en la Cumbre de los Pueblos en Mar del Plata.

Un país en serio. Un país normal. “Sin sobresaltos”, dijo Néstor en el discurso de su asunción. Eso tuvimos. Una existencia en la que pudimos ocuparnos de nuestros deseos, transitar nuestros proyectos, colectivos e individuales. El único sobresalto, quizás el más grande, fue precisamente tener un país normal, en esta Argentina furia que se empecina en obligarnos a rearmarnos, a organizarnos, a resistir, pero también a construir. Volvamos a la normalidad. Volvamos a tener un país en serio.