Polí­tica

Para siempre en la memoria

Hay dí­as que quedan guardados en nuestra memoria. Esos momentos que, en el instante mismo en que están ocurriendo, sabemos que se quedan en nosotrxs para siempre. Y otros dí­as, que entran en la historia, lentamente, con perspectiva, con recorrido. El 27 de abril de 2003 cumple con ambas condiciones.

Por Horacio Pietragalla Corti *

La Argentina salí­a de momentos difí­ciles, de poca claridad, angustiantes y eso ya le daba a ese dí­a de elecciones una importancia significativa. Habí­a ganado Néstor Kirchner la presidencia de la nación y claramente se abrí­a una nueva época en el paí­s. Aun así­, en esos primeros dí­as y meses que un gobierno que habí­a asumido con más pobres que votos, no tení­amos todaví­a posibilidad de vislumbrar el vuelco histórico que estaba dando la Patria.

Es imposible enumerar las batallas, grandes y pequeñas, que se libraban todos los dí­as. En ese marco, la renovación de la Corte Suprema de Justicia y la de declaración de la inconstitucionalidad de las leyes de punto final y obediencia debida fueron un punto de inflexión. Porque Néstor supo encarnar en esas decisiones las luchas que por más de 20 años habí­an llevado adelante, casi en soledad, los organismos de derechos humanos. Y ese gobierno, el de Néstor, transformó en polí­ticas públicas aquella frase ante la ONU con la que definió a su gestión: “somos hijos de las Madres y las Abuelas de Plaza de Mayoˮ.

Y llegaron, entre muchas otras decisiones, el compromiso del Estado en el impulso de los juicios y la recuperación de ese campo del horror que era la ESMA, y el discurso ante las Fuerzas Armadas en el que les decí­a a los negadores de los crí­menes de estado “no tengo miedo, ni les tengo miedoˮ y el acompañamiento activo en la búsqueda de los nietos apropiados y el sí­mbolo más certero de que estábamos viviendo un nuevo tiempo: la decisión de bajar los cuadros de los genocidas en el Colegio Militar.

El gobierno que empezó hace 17 años, sentó las bases para acercar el fin de la impunidad. Todaví­a estamos recorriendo ese camino. Sin duda no es sólo por eso que esa elección de abril del 2003 se metió en la historia de nuestro paí­s. Entró a la historia porque Néstor Kirchner gobernó con convicción, coraje y firmeza. Está en la historia porque nos devolvió la dignidad de dar la batalla por más difí­cil que sea y la esperanza de llegar a ganarla.

Ese 27 de abril es imborrable por los horizontes que se abrieron, porque volvimos a sentir orgullo que quienes somos. Es imborrable porque se dí­a, sin saberlo tal vez, este pueblo se tomó de la mano de ese hombre del sur que vino a proponernos un sueño. El que rindió homenaje a sus compañeros desaparecidos leyendo ante un colmado auditorio de la Feria del Libro “quisiera que me recuerden, porque emocioné su alma; porque se sintieron, queridos, protegidos y ayudadosˮ. Por eso lo recordamos, porque ese año empezamos a hacer realidad nuestros sueños.

* Secretario de Derechos Humanos de La Nación

 

 

 

 

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