Polí­tica

El inicio del tiempo

En algún momento la forma de contar la historia cambió de una vez, desconozco si será para siempre. En Argentina, la dictadura se contaba de una manera, porque también las formas de explotación o el tobogán profundo de la pobreza, la desigualdad y las injusticias se relataban de una forma casi mecánica o también infantil. Casualmente se desconectaba una cosa de la otra, nunca nadie contaba el hilo común entre la historia económica reciente y los sucesos polí­ticos de la vida democrática de la Argentina. Un dí­a eso cambió. El 27 de abril de 2003 inició un proceso polí­tico en nuestra República Argentina, de la mano de una victoria a cargo de Néstor Kirchner.

Por Rodrigo Ocampo *

Podrí­a acaso citar la frase “Tenemos más desocupados que votos”, en relación a un apoyo en las urnas del 22% que rápidamente, a causa de decisiones acertadas y una impronta de gobierno nueva, iba ascendiendo a lo que a posterior podrí­amos decir percibir como un franco proceso de recuperación nacional. Néstor Kirchner con un gabinete repleto de buenos dirigentes, mujeres y hombres con la fortaleza necesaria para la época, y la decisión de ir por algo más que una buena gestión. La expresa voluntad de Kirchner era dejar una marca en la historia de la Argentina.

Sacar a la Patria de los vestigios corporativos y sus representantes, la clase polí­tica dividida en partidos y unida en intereses económicos, polí­ticos y sociales. Enfrentarse con la usura internacional del FMI, poniendo en valor a la soberaní­a nacional, cobijándose en el esfuerzo de trabajadores y trabajadoras, empresarios argentinos, productores e industriales, que veí­an en Kirchner la oportunidad de vivir dignamente de su esfuerzo. Ese tiempo que la economí­a ganó en favor de nuevos logros, poniendo al capital en beneficio del paí­s y sus ganancias en manos de todos, hasta lograr un reparto en salarios al fragor de sindicatos más sólidos, al calor de la paritarias nacionales.

El inicio del tiempo, la epopeya de ir por los sí­mbolos de una Nación devastada por el neoliberalismo y construir desde ese lugar un conjunto de principios, de verdades inexorables en la constitución de una filosofí­a revolucionaria, de amplia comprensión regional y latinoamericana, pero también de raí­z nacional y popular. Todo eso que Néstor Kirchner intentó, era mucho más que un presidente flaco con espí­ritu animal y corazón incendiado. Estábamos en presencia además de un dirigente dispuesto a recuperar los aspectos ideológicos del quehacer polí­tico, desentrañando el pragmatismo liberal y los daños colaterales de una democracia asfixiada, raquí­tica y pálida. Otra vez aparece en un muro de la Argentina la figura de El Eternauta, del enorme Germán Oesterheld, y en una generación emocionada de los pequeños triunfos de la primera época, naufraga el ideario de un héroe colectivo.

El primero en enfrentar al brazo comunicacional y cultural de la dictadura y los herejes de la democracia neoliberal, al punto tal de decirnos a nosotros las dos cosas más importantes que uno le pide a un presidente: cuál es el rumbo y quiénes serán nuestros enemigos.

El primero en meter a cárcel común a los responsables de los 30.000 desaparecidos y desparecidas. Abrevando a los valores de una nueva Justicia, más transparente y legí­tima. Pero también a la ética de una nueva república, con memoria, verdad y justicia.

La matriz económica y cultural de la dictadura permanecí­a intacta, hasta 2003. Poco tiempo después, todos los dí­as un poquito, el paí­s resultaba un poco más vivible, aunque por momentos intransitable. Y esto también fue Néstor Kirchner, un hombre conduciendo intensamente los caminos por transitar, advirtiendo los obstáculos, encontrando atajos y alumbrando en los atardeceres.

Vivimos un tiempo con Alberto y Cristina que tiene por delante mucho por recorrer, la necesidad de recuperar la economí­a, superar la pandemia, desendeudarnos y cobrar estabilidad social en el menor tiempo posible, poniendo por delante de tantas cuestiones a atender, una premisa básica de lucha contra el hambre y la vuelta del trabajo a las familias de la Patria. Todos los dí­as la esperanza toma más terreno, y mirar al futuro resulta posible, cercano. Levantar la vista, volver a iniciar un nuevo tiempo, en eso estamos.

 

*Secretario de Municipios de Chaco  

 

 

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