Patria Grande

Arde el Amazonas: una catástrofe regional

Los incendios forestales que están consumiendo el Amazonas llevan ya más de tres semanas, traspasando las fronteras de Brasil hacia Bolivia y Paraguay. Una polí­tica ecológica laxa, de un gobierno que permite el corrimiento de la frontera agropecuaria por parte de los grandes productores sojeros y ganaderos brasileños, hace más factible el comienzo de estos incendios sin que nadie pague el costo de estas acciones.

Hay que tener en cuenta que estos incendios no son poco frecuentes. Hace pocas semanas ardí­a gran parte de Siberia y al mismo tiempo que en el Amazonas, hay grandes incendios en el sur de ífrica (Angola, República Democrática del Congo, Zambia y Tanzania). En todos estos casos el origen podrí­a estar relacionado con el corrimiento de la frontera agrí­cola, es decir, para obtener mayor superficie donde poder cultivar.

El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, está más preocupado por la supuesta utilización polí­tica de estos incendios que podrí­an hacer la oposición y las ONGs ambientalistas, a quienes él acusa de iniciar los incendios, que de buscar y castigar a quienes son responsables. Recién después de varias semanas donde el fuego arrasó grandes extensiones, Bolsonaro autorizó al ejército a participar de la lucha contra los incendios.

Que el gobierno de Brasil no asuma su responsabilidad de cuidar y proteger la mayor selva del continente, de la cual se dice que produce el 20% del oxí­geno de todo el planeta, no es sólo un problema para Brasil, sino para toda la región. La extensión del fuego a los paí­ses vecinos, Bolivia y Paraguay, muestra cómo la temprana inacción lleva a enormes daños ecológicos y económicos ajenos al gobierno brasileño.

Lamentablemente, la región sudamericana ya no tiene las herramientas para una respuesta regional coordinada ante esta situación. Habiendo desarmado la UNASUR y todo su sistema de coordinación de polí­ticas regionales, sólo queda una organización que podrí­a actuar en este caso. La Organización del Tratado de Cooperación Amazónica (OTCA) es quien debiera reunirse para establecer pautas comunes en la lucha contra los incendios forestales que afectan especí­ficamente al Amazonas. Sin embargo, ante el pedido del gobierno de Venezuela de reunir a esta organización para discutir el tema, varios paí­ses miembros se niegan a participar de la reunión para no coincidir con un gobierno que ellos no reconocen. La derecha, otra vez, pone el conflicto ideológico por sobre el bienestar de la región.

Ante la falta de respuesta regional, Europa reacciona a estos incendios de la manera más natural para ella, como si manejara una colonia. Noruega y Alemania suspendieron su participación en el Fondo Amazoní­a, retirando su colaboración de 60 millones de dólares, y Francia e Irlanda amenazan con oponerse a la firma del Acuerdo comercial Unión Europea – Mercosur, si Brasil no comienza a aplicar medidas ecológicas más responsables.

No podemos permitir que los paí­ses europeos nos presionen para resolver un problema que podemos resolver entre los paí­ses de la región. Esta crisis no hace más que resaltar una gran ausencia, la UNASUR, que serí­a el espacio donde se podrí­a haber coordinado una respuesta rápida y efectiva a estos incendios. En todo caso, debemos recordar que el gobierno de Mauricio Macri retiró a la Argentina de esta organización como parte de lo acordado con otros gobiernos para desarmar a la UNASUR. La falta de una polí­tica exterior independiente y enfocada en el bienestar del pueblo se siente más fuerte que nunca aquí­, donde sólo nos va a llegar el humo, y en Brasil, donde se pierda cada vez más selva.

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