Durante esos veinte años, Argentina sobrevivió al infierno del 2001 y a la represión y muerte de los trabajadores en la estación de Avellaneda, pero también pudo ponerse de pie desde el día aquel en que Néstor y Cristina vinieron a proponernos un sueño y le regalaron al pueblo 12 años de derechos y felicidad, garantizando las cuatro comidas diarias, la posibilidad de estudiar y la mejora en el sistema sanitario nacional, así como otros derechos consagrados que hoy son avasallados por los mismos de siempre.
A pesar de la decisión del Presidente y de su Ministra de Desarrollo Social, Carolina Stanley, el pueblo reaccionó rápidamente y repudió en las calles esta medida que afecta a más de 80 mil personas. En esa línea, los representantes en los concejos deliberantes de Río Gallegos (Santa Cruz), Cutuzú Cuatiá (Corrientes), Goya (Corrientes), San Luis capital, Puerto Madryn (Chubut), Rosario (Santa Fe), Bariloche (Río Negro), Villa Regina (Río Negro), Choele Choel (Río Negro), El Bolsón (Río Negro), Resistencia (Chaco), Alderetes (Tucumán) y Paraná (entre Ríos), acompañaron el reclamo popular y los plasmaron en acciones concretas en las instituciones municipales, presentando ordenanzas para poner freno a esta medida.
La consciencia de derechos de un pueblo empoderado y el compromiso militante de quienes representan la voluntad popular no son magia, sino fruto de un proyecto político que no piensa con la lógica del marketing ni especula con la necesidad de la gente, sino que está donde tiene que estar.