El objetivo económico de la dictadura cívico militar era desmantelar todo el aparato productivo nacional en una decisión consciente de entregar la soberanía a capitales foráneos especulativos. El plan sistemático de torturas, asesinatos y desapariciones fue condición necesaria para el éxito rotundo del modelo económico.
En ese marco, el de facto Ministro de Hacienda, José Alfredo Martínez de Hoz, realizó una publicidad televisiva menoscabando la industria nacional. Mostraba cómo una silla hecha en el país se rompía mientras otra que venía de afuera aguantaba el peso de una persona. Era la estrategia visual para incentivar la compra importada en desmedro de la local so pretexto de mejorar la competencia.
Exactamente lo mismo hizo ayer el Ministro de ¿Producción? Francisco Cabrera, el mismo que pidió subastar los fondos de los jubilados. Publicó un spot donde se festeja la eliminación del arancel del 35% a la importación de productos informáticos, se asegura que van a bajar los precios y las personas que aún no tienen una computadora podrán adquirir una. En otras palabras, es un llamado desde el Gobierno Nacional a que la ciudadanía compre lo que viene de afuera.
Varios reconocen que los precios finales en el sector estaban “inflados”, que había controles gubernamentales que podían ser más eficientes y también avivadas empresariales. Pero había soluciones intermedias, como reducir el arancel a productos finales importados para fomentar la competencia, pero no eliminarlo. Porque ahora tampoco habrá competencia: la producción nacional no podrá afrontar el desafío. Desde Banghó, donde ya despidieron a 200 trabajadores, advirtieron que ya no tiene sentido apostar a la producción local y que deberán despedir otros 450 trabajadores. La propia UOM subrayó que con esta medida hay diez mil fuentes laborales en riesgo y siquiera hay garantía de que haya un descenso marcado de los precios que se sostenga en el tiempo.
En un mundo que se contrae y se cierra, no hay otro camino que apostar a la acumulación y expansión del mercado interno. El Gobierno Nacional hace todo lo contrario y no tiene en cuenta una visión soberana, integral y estratégica de los intereses del país a la hora de tomar decisiones.
Más que Ministerio de Producción, es un Ministerio de Importación, porque lo único que hace es facilitar la entrada de productos extranjeros en desmedro de la industria nacional que cada vez tiene más dificultades por las propias políticas del Ejecutivo. La similitud al programa económico y métodos publicitarios de Martínez de Hoz no es casualidad, es continuidad ideológica.