Polí­tica

Lemus, el ministro de Salud de la República de los Peores

El actual ministro de Salud de la Nación, Jorge Lemus, se encamina raudamente a conseguir un extraño récord: ser el peor Ministro de Salud de la historia no ya por su participación en uno, sino en dos gobiernos.

Por Juan Cabandié

Tamaña proeza ha tenido en Mauricio Macri un facilitador excluyente ya que tanto cuando era Jefe de Gobierno porteño como ahora como Presidente de la Nación, ha confiado en las inexistentes capacidades de este funcionario que, como un verdadero Atila de la gestión, ha destruido todo a su paso.

La situación actual del Ministerio de Salud es de catástrofe polí­tica y administrativa, lo que ha derivado en una virtual paralización de la gestión. No hace falta calificar la gravedad que esto implica para la vida de millones de argentinos.

Tamaña crisis se manifiesta, entre otras cosas, en una larga secuencia de renuncias y despidos que dan cuenta de los desatinos y las ineptitudes en las que el macrismo ya ha consumido más de un cuarto de su mandato en el área de salud.

íreas de enorme sensibilidad, encabezadas por profesionales con basta experiencia y prestigio están sufriendo las consecuencias de una gestión sin rumbo. Veamos algunos casos: la Dirección de Enfermedades Transmisibles por Vectores que trabaja con el chagas, la fiebre amarilla y, recientemente, el zika; y que habí­a sido creada en 2009 tras el primer brote de dengue, fue desarticulada y su director echado. Los trabajadores del propio ministerio denuncian falta de campañas de prevención y escasez en la provisión de insecticidas y reactivos.

El área de Promoción de la Salud y control de Enfermedades No Transmisibles, que impulsa polí­ticas sanitarias vinculadas a enfermedades como la diabetes y el cáncer también perdió a su director que tras más de una década de trabajo, decidió renunciar ante el panorama desolador.

El director del Programa Nacional de SIDA y Enfermedades de Transmisión Sexual también renunció por la falta de insumos como preservativos y reactivos y la alarmante subejecución que, según denunciaron organizaciones que trabajan la problemática, era casi total a junio de 2016.

Si estos casos son de por sí­ graves, más lo es lo sucedido en la Dirección Nacional de Control de Enfermedades Inmunoprevenibles. Su directora desde 2007, Carla Vizzotti se enteró por los diarios que habí­an desarmado su área y unos dí­as después fue echada. La infectóloga es muy reconocida por alcanzar las 19 vacunas gratuitas y obligatorias. Jorge San Juan, el director de Epidemiologí­a, dice que la echó Lemus; Lemus dice que la echó San Juan. La comedia promete nuevos capí­tulos.

Como está dicho y probado, Lemus es un pésimo funcionario. El problema es que Macri no puede decir que no lo sabí­a. Su paso por la ciudad de Buenos Aires fue igual de malo y su gestión estuvo marcada por la desinversión, la subejecución presupuestaria, la pésima atención en hospitales y centros de salud, las malas condiciones de trabajo para los trabajadores y profesionales de la salud y otro triste récord: conseguir que en la ciudad más rica del paí­s aumentara la mortalidad infantil.

Aunque parezca un chiste de mal gusto, es un secreto a voces que lo que puso a Lemus al frente del ministerio de Salud no son sus dotes como funcionario sino el conocido episodio en el que le salvó la vida a Macri cuando este, en plena imitación de Freddy Mercury en su casamiento, se estaba ahogando tras tragarse involuntariamente un bigote postizo. El inefable Lemus no ha mostrado ni antes en la Ciudad Autónoma ni ahora en la Nación un solo acierto que pueda desmentir siquiera en algo, esta afirmación.

La gestión de Ministerio de Salud es un espanto. Los argentinos no nos merecemos un ministro como Lemus.

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