En el año 1975 la deuda externa argentina ascendía a 8.000 millones de dólares. Un año después, con la dictadura en el poder, crecía un 25%. En 2003, cuando asumió Néstor Kirchner, después de la crisis económica más violenta de la historia del país, la deuda externa totalizaba ya 163.000 millones de dólares.
El crecimiento exponencial del endeudamiento, producto de las políticas neoliberales adoptadas por los sucesivos gobiernos dictatoriales y democráticos no es una simple cuestión contable: en la práctica se había pulverizado la independencia económica del país. Es que en 2002, sólo para pagar los vencimientos de la deuda hacía falta emplear casi un cuarto de la recaudación tributaria anual. Argentina fue testigo de una amarga seguidilla de gobiernos cuyo principal objetivo no era el bienestar del pueblo sino, precisamente, pagar la deuda. Y lo de pagar la deuda es sólo una forma de decir: en realidad, la deuda crecía sin límite porque nunca se pagaba, sino que se “refinanciabaˮ, lo que significa que para pagar los vencimientos se tomaba nueva deuda, en general más cara y repleta de condicionamientos.
Todo el mundo pensaba que esta dinámica era imparable. Sin embargo llegó Néstor y como resultado de la política de desendeudamiento observamos hoy que en diciembre de 2012 los intereses de la deuda representaban sólo un módico 7,5% de la recaudación. Los impuestos de los argentinos pueden por fin emplearse para alimentar el crecimiento del país y la redistribución de la riqueza. Es por eso justamente que los fondos buitres y los sectores más recalcitrantes de la comunidad financiera internacional declararon una guerra santa contra Argentina: el desendeudamiento debe ser castigado, no sea cosa que otros países quieran escapar de la misma de la trampa de la especulación financiera internacional.
¿Qué es el desendeudamiento? Luego de la crisis y el default declarado por Rodríguez Saá en 2001, Argentina dejó de pagar vencimientos de títulos que totalizan 81 mil millones de dólares. En 2005 Néstor inició una renegociación de la deuda que no se pagaba, ofreciendo a los tenedores títulos nuevos. Eso sí, debían aceptar una quita del 65% en el monto adeudado. Esta operación tuvo una aceptación voluntaria del 76% de los acreedores. Luego, en 2010, Cristina reabrió el canje alcanzando una participación del 93% del total. En el 7% que no entró al canje se encuentran los fondos buitres. Esta operación se convirtió en la reestructuración de deuda más grande de la historia mundial.
Pero eso no es todo, en 2006 también se pagó la totalidad de lo adeudado al FMI, ya que de otro modo había que someterse periódicamente a los exámenes del organismo, que enviaba sus delegaciones para decidir si refinanciaba los créditos. Las condiciones para hacerlo eran siempre las mismas: ajuste del gasto público, reducción de los salarios, de las jubilaciones y de toda forma de inversión social.
Por último, el desendeudamiento consiste, precisamente, en no tomar nueva deuda ni con los bancos privados ni con el Fondo Monetario. Por lógica, si se realizan quitas, se pagan puntualmente los vencimientos y se deja de tomar compromisos, la deuda se reduce.
Con su artículo “El desendeudamiento, otro relato másˮ publicado el sábado 31 de agosto en página 2 de Clarín, Jorge Lanata pretende, otra vez, cambiar la historia del país con tres datos falsos, carentes de rigor e inventados a las apuradas. No es fácil equivocarse y mentir tanto en tan pocas líneas.
El primer recurso que utiliza es el de referirse a números absolutos. Sumando caprichosas cifras tomadas del mismo diario Clarín, llega a la conclusión de que “La deuda pública supera hoy los 240.000 millones, cifra que equivale a más del 50% del PBI calculado a dólar oficialˮ. Simplemente con mirar las estadísticas se observa que en diciembre de 2002, antes de que asumiera Néstor, la deuda pública representaba un 166% del PIB. No hay mucho más que discutir. Pasar del 166% del PIB al 50% del PIB no es otra cosa (sí, adivinaste Lanata) que desendeudarse. En realidad, el porcentaje correcto no es 50% sino 44%, pero a los fines de la comparación el efecto es el mismo.
Pero sigamos: el otro “datoˮ que tiene Lanata para cuestionar el desendeudamiento es que “Como todo esto se trata de matemáticas y dos más dos puede ser cinco, Cristina afirmó en su último discurso que debemos sólo un 10% del PBI.ˮ Como suele ocurrirle al periodista estrella de Magnetto, una vez más Cristina tiene razón. En su nota omite decir que la Presidenta se refiere aquí, acertadamente, a la deuda que el país tiene con acreedores privados en moneda extranjera. En efecto, el término deuda es amplio: en primer lugar, abarca a la deuda del estado pero también a la deuda de las empresas e individuos privados. La que suele observarse con más detalle es la deuda pública. En segundo lugar, la deuda puede ser en pesos o en moneda extranjera. Lo que se debe en pesos es menos “peligrosoˮ que lo que se debe en dólares o euros, porque el país tiene la capacidad de emitir su propia moneda, pero la moneda extranjera debe conseguirla a través el comercio o los créditos. Por último, el Estado puede deberle a los privados o a otros organismos del propio estado, como la banca pública o el banco central. Obviamente, la deuda del estado con los privados es más difícil de renegociar en caso de dificultades. Cuando la Presidenta se refiere a la deuda suele subrayar, correctamente, que la deuda con los privados en moneda extranjera ronda el 10% del PIB. En 2002 la deuda tomada con la misma definición representaba cerca del 95% del producto. Sí, Lanata, de nuevo: desendeudamiento.
Hasta aquí, lo habitual: confundir, mentir y comparar datos que no son comparables. Pero la perlita de esta nota, sin embargo, es la abierta sumisión de Lanata a los intereses de los fondos buitres. Para Lanata, la estrategia de la Argentina que consiste en no pagarle a los buitres ni un dólar más que lo que se pagó a quienes entraron al canje está equivocada. Y para darle más peso a su opinión cita a una supuesta autoridad que sostiene que “La Presidenta no dejó ninguna duda sobre la única razón de este plan: evadir la jurisdicción de los tribunales de los Estados Unidosˮ. ¿Qué prestigioso y neutral especialista es el que avala la posición del Lanata? La cita pertenece a Paul Singer, dueño del fondo buitre MNL con sede en las islas Cayman, que intentó embargarle a Argentina sus embajadas en el exterior, cuentas bancarias, el Tango 01 y la Fragata Libertad. Lanata, una vez más, para poder atacar al Gobierno desea que le vaya mal al país, y es por eso que tan fácilmente se convierte en amigo y vocero hasta de los fondos buitres.