Media hora después de la hora estipulada para arrancar la sesión especial, el vicepresidente primero de la Legislatura porteña y legislador por Unidad Ciudadana, Mariano Recalde, comunicó lo evidente: el bloque oficialista no había bajado al recito. O sea: la mitad del recinto, más tres bancas, lucían un vacío total. Entonces no había quórum para debatir los seis proyectos de ley que presentaron los distintos bloques de la oposición.
Los legisladores y legisladoras de Unidad Ciudadana (UC) fueron muy claros: mientras el oficialismo pone de relieve -tanto en los medios de comunicación como en su dispositivo de campaña de marketing político digital-, que son una fuerza política abierta al diálogo, el debate político y hasta el consenso, la realidad es que no están dispuestos ni siquiera a sentarse en sus bancas para debatir con la oposición por qué no quieren ponerle un freno a una política que está dañando el tejido social de la Ciudad.
El proyecto de Unidad Ciudadana, presentado por el legislador Javier Andrade, intenta persuadir al Poder Ejecutivo Nacional a que no implemente nuevos aumentos o reajustes tarifarios de los servicios públicos, por el plazo de vigencia de la emergencia, y solicita la revisión de la evolución del cuadro tarifario de los últimos 18 meses, a fin de retrotraer los valores al los establecidos para el mes de noviembre del año 2017. Se trata de una iniciativa de características similares al que la fuerza política, a nivel nacional, presentó en el Congreso de la Nación, y que también fue rechazado por el oficialismo.
Dar o no quórum en un palacio legislativo no sólo forma parte de las reglas del juego parlamentario, sino que deja de manifiesto la clara decisión política de seguir gobernando contra los intereses de la mayoría.