Salud

Afuera el ministro anti salud pública

A menos de dos años de iniciado su gobierno, Macri pidió la renuncia del ministro de Salud, Jorge Lemus. Su gestión será recordada por el vaciamiento y recorte de los principales programas y áreas del ministerio, la peor epidemia de dengue de la que se tenga memoria y la puesta en marcha de un proyecto que restringirá el acceso universal que hoy existe al sistema de salud pública.

A imagen y semejanza de su gestión en la Ciudad de Buenos Aires, donde también estaba bajo las órdenes de Macri, Lemus buscó el achique de la cartera sanitaria, al punto de tener que dar marchas y contramarchas ante los reclamos de los sectores más vulnerados. Ejemplo de ello fue la denuncia por falta de medicación para pacientes con Hepatitis C a mediados de este año, lo cual se resolvió parcialmente luego de que esa situación se vea visibilizada en algunos medios de comunicación, en desmedro de la salud de los más de 450 pacientes que se encontraban en lista de espera con cuadros de gravedad.  

El Ministerio de Salud de la Nación recortó y/o vació los programas de desarrollo territorial que se desplegaban a lo largo y ancho del paí­s. En muchos sectores de nuestra Patria eran los equipos básicos de salud de la cartera nacional los que complementaban el sistema local provincial o municipal para así­ poder dar respuesta a la demanda de la población. Este modelo de gestión está en las antí­podas de un gobierno que se ausenta de las necesidades de los más vulnerados, gobernando sólo para el 10% más pudiente. A partir de la premisa de que la salud es responsabilidad de cada jurisdicción,  retiraron esos equipos de donde más se los necesita al tiempo que se sucedí­a la peor epidemia de dengue de la historia y una ola de inundaciones en gran parte del territorio nacional. Esos equipos han sabido cumplir un rol clave de rastrillaje casa por casa, detectando situaciones de mayor complejidad sanitaria, brindando seguimiento y atención integral a los más humildes. Con su retiro, nuevamente los más postergados fueron abandonados por un Estado que dejó de ser de bienestar.

Programas sanitarios integrales como Qunita provocaron una baja real en la Mortalidad Infantil al constatarse 378 muertes menos en menores de un año en el segundo semestre del año 2015, el único en que se aplicó. Con una intención revanchista comparable a la Revolución Fusiladora, derogaron el Programa apenas asumidos, dejando las cunas en depósitos durante más de un año y medio, mintiendo sobre la seguridad de algunos de los elementos que traí­a el Kit.

A partir del reclamo de especialistas y de la comunidad en general, tuvieron que cumplir en las últimas semanas un fallo judicial que ordena la entrega de los kits  de forma completa sin dar ninguna explicación sobre la ya demostrada falsa peligrosidad, ante lo cual se hubieran evitado muchas muertes infantiles durante 2016 y lo que va de este año.  La entrega de medicamentos de forma gratuita en los centros de salud del primer nivel de atención pasó de cubrir 74 variedades de medicamentos a sólo 27, dejando de este modo a la deriva a millones de usuarios que a la par de tener que enfrentar la crisis económica, pérdida de empleo y aumento de alimentos y servicios de primera necesidad, tuvieron que sumar a sus gastos diarios aquello que hasta diciembre de 2015 el Estado proveí­a; hecho agravado por la suba de medicamentos en las farmacias al tener que adquirirlos de forma particular, que llegan hasta un 200% en algunos casos a partir del retiro del rol regulador del Estado.

Además, como buen alumno de los organismos financieros internacionales, propuso la implementación de la Cobertura Universal de Salud. Un seguro que implicará un cambio de paradigma en el sistema de salud como lo concebimos desde el primer secretario de salud pública Ramón Carrillo, bajo el gobierno de Juan Domingo Perón en 1946. Desde ese año en nuestro paí­s todo ciudadano y ciudadana tiene derecho a los servicios de salud prestados por el Estado. El subsector público de la salud (hospitales y los centros de atención primaria) presta servicios no solamente a los 15 millones de argentinos y argentinas sin Obra Social o medicina Prepaga sino a toda la comunidad.

La CUS a nivel nacional surge como un seguro de salud a imagen y semejanza de la Cobertura Porteña en la Ciudad de Buenos Aires también desarrollada por el saliente Lemus y es una sugerencia de la Organización Mundial de la Salud – y del Banco Mundial -que ya se ha aplicado con pésimos resultados sanitarios en otros paí­ses como Colombia. Las consecuencias serán el desfinanciamiento del sector público de salud, las trabas y restricciones en el acceso al sistema, el retiro de las estrategias de prevención y promoción de la salud; en definitiva un cambio profundo e ideológico por considerar la salud un bien de mercado en lugar de un derecho; un bien de cambio que se regirá por las leyes de oferta y demanda.

En la Ciudad de Buenos Aires, hemos visto el desmantelamiento de los hospitales entre 2004 y 2016. En 2004 el promedio de camas disponibles en los 29 hospitales de la Ciudad eran 8373,5. En 2016, contaba ya con 1392 camas menos. Esto equivale a cerrar por completo 5 hospitales. A nivel nacional tenemos 7 hospitales construidos durante la “década ganadaˮ a los que les resta sólo el fin de obra  o bien están terminados y equipados pero aún no tienen recurso humano.

Todos ellos sin inaugurar, 6 de los cuales se encuentran en la Provincia de Buenos Aires, siempre en distritos donde son fundamentales para satisfacer las necesidades de nuestros compatriotas más humildes. El vaciamiento del sector público se materializa también en esta falta de camas.

La gestión de Cambiemos en salud está en las antí­podas de nuestra concepción polí­tica e ideológica. La salud será un derecho inalienable para el pueblo o será para quienes pueden pagarla a modo de selección natural de la especie.

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