Andrés “Cuervo” Larroque
Secretario General de La Cámpora
Diez años han pasado de la masacre del Puente Pueyrredón. Aquella jornada aciaga para nuestra historia en la que las fuerzas de seguridad se llevaban de manera impune y cobarde la vida de dos militantes populares, símbolos de una generación que peleó contrala Argentinaneoliberal.
Maxi y Darío quedarán indelebles en la Historiacomo las marcas de aquella juventud que asomó a la política en la oscura noche neoliberal, en los tiempos en los cuales el partido del ajuste y la represión gobernaba por encima de cualquier bandera partidaria. Los tiempos en que el contacto entre el Estado y el pueblo se daba a través de las fuerzas de seguridad. Los tiempos de la exclusión y las zonas inviables, cuando uno de cada cuatro argentinos estaba desocupado, más de la mitad bajo la línea de pobreza y otro tanto en la absoluta indigencia.
La consecuencia de aquella jornada fue la convocatoria a elecciones. Nadie podía imaginar que de allí emanaría un gobierno capaz de fundar un proyecto nacional, popular y transformador, capaz de sepultar al neoliberalismo para fundar una nueva Argentina sobre las ruinas que nos habían legado décadas de oprobio, entrega y terror. Sin embargo, el puente entre las dos argentinas comenzaba a construirse de manera invisible e insospechada.
Diez años después del Puente y nueve años y un mes desde aquel 25 de mayo de 2003, la Argentinaes un país absolutamente distinto, mucho más parecido al que seguramente soñaban Maxi y Darío, con muchas cosas aún por resolver, pero decididamente encaminados en ese desafío frente a todos los poderes corporativos habidos y por haber.
El Estado ha dejado de ser el agente de intereses del poder económico para encarar el desarrollo nacional con equidad que nuestro pueblo merece. Su presencia activa se percibe en infinidad de políticas que permiten a la Argentinahaber modificado de cuajo aquellos índices de la vergí¼enza a los que nos habían condenado las frías políticas dictaminadas desde el extranjero.
Nuestro alineamiento internacional nada tiene que ver con el de aquella Argentina que mendigaba el favor de alguna potencia. Hoy protagonizamos conjuntamente con los gobiernos populares de nuestra región, profundos planteos acerca de cómo debe replantearse el mundo en su conjunto la actual crisis económica, discutiendo verdades sacrosantas del dogma liberal.
Vivimos en un país mucho más democrático, con Memoria, Verdad y Justicia, con una ola de miles y miles de militantes jóvenes que inundan las calles, las reuniones, las barriadas populares con el mismo ímpetu y los mismos sueños que Maxi y Darío, pero en un contexto absolutamente distinto, donde el mismo Estado fomenta la organización popular.
Finalmente hay dos cosas que no se pueden olvidar. En primer lugar, el aberrante comportamiento del Grupo Clarín frente a aquella masacre, pretendiendo exculpar las responsabilidades políticas, ocultando las fotos de la masacre y encontrando el tenebroso giro semántico por el cual el asesino y actor intelectual de los hechos eran algo tan abstracto como “la crisisˮ.
En segundo lugar, que todo lo que hoy hemos recuperado como país, como pueblo, debe conllevar el eterno tributo a quienes ofrendaron su vida en la búsqueda de una Argentina más justa.
Allí se unen Maxi y Darío con todos los luchadores caídos en los ˮ™90, el 19 y 20 de diciembre, los 30 mil compañeros detenidos desaparecidos y todos ellos con Néstor Kirchner, aquel hombre que supo redimir las heridas de décadas en un proyecto que nos realice a todos y en eso le fue la vida también.
Por eso debemos cuidar lo que hemos logrado, por la memoria de los que pelearon y por aquellos que han de venir. Son estas fechas las que nos deben llamar a la reflexión y en nuestra modesta opinión, acompañar y defender este modelo que se encarna en la figura de Cristina y se palpa en todos los rincones dela Patria.