Centrales obreras, gremios, organizaciones políticas, organizaciones sociales y ciudadanos de a pie conformaron la multitudinaria marcha para criticar el rumbo económico del Gobierno nacional que sólo provoca cierre de fábricas, destrucción de puestos de trabajo y pérdida de poder adquisitivo del salario.
Ante la soberbia varias veces expresada por distintos funcionarios nacionales, la bronca acumulada por amplias capas de la sociedad ayer se hizo escuchar. De nada valieron los intentos por deslegitimar la movilización apelando a una politización de la misma, como si fuera algo malo, o a intencionalidades electorales. Quedó en evidencia que hay un descontento generalizado por las decisiones de Macri y su gabinete.
Aunque la prensa oficialista intente minimizar la multitudinaria movilización centrándose en aislados sucesos ocurridos al cierre del acto, la realidad es que cientos de miles de trabajadores salieron a exigir el cese a estas políticas que sólo benefician a unas pudientes minorías.
Cristina Fernández de Kirchner dijo en su momento que no quedaba un país cómodo para los dirigentes y que cada ciudadano llevaba su propio dirigente adentro. La convicción con la que los manifestantes ayer salieron a movilizarse, a reclamar contra el ajuste y a exigir un plan de lucha da cuenta de eso. Los argentinos no están dispuestos a perder sus derechos.
