Economí­a

Los verdaderos anuncios de Prat Gay

Los verdaderos anuncios del Ministro Prat Gay: pagarle a los buitres con más ajuste de la economí­a y con techo a los aumentos salariales.

La conferencia de prensa de ayer 13 de enero del Ministro de Hacienda y Finanzas duró 1 hora y 18 minutos. Pese a su generosa extensión, la mayorí­a de los que la vieron, incluyendo a los periodistas que la presenciaron, todaví­a se está preguntando qué quiso decir. Es que la conferencia de Prat Gay fue una magistral aplicación de la famosa advertencia: “cuando a un economista no se le entiende lo que dice es porque te está mintiendoˮ.

En concreto, el anuncio tuvo tres patas. El resto consistió en los mismos intentos desesperados del macrismo de echarle la culpa a la “pesada herenciaˮ cada vez que toma una medida impopular. En un mes este recurso ya se desgastó porque todas las medidas que han tomado son profundamente antipopulares y fundadas en sus convicciones, no en la situación del paí­s. Analicemos primero los anuncios para luego refutar uno por uno los argumentos “técnicosˮ de la supuesta “pesada herenciaˮ.

Los tres anuncios

El primer punto de Prat Gay fue confirmar que, tal como amenazó Macri tantas veces, el gobierno del PRO con su cuadrilla de funcionarios provenientes de la banca privada extranjera, está dispuesto a pagarles cuanto antes y en cualquier término a los fondos buitres. En pocas palabras, Prat Gay anunció que el gobierno de Macri viene a endeudar nuevamente a la Argentina con los grandes bancos internacionales y, aunque todaví­a no lo digan, probablemente también con el Fondo Monetario Internacional. La diferencia con otras etapas es que este endeudamiento ni siquiera va a justificarse en necesidades de los argentinos, sino que van endeudar al paí­s para pagarle a los buitres lo que los buitres piden. En su intento de justificar este vergonzoso retroceso Prat Gay ensayó dos excusas infantiles. Primero, que enfrentar a los buitres y no pagarles tuvo “muchos costosˮ. Por eso, aunque tengamos que endeudarnos en 10.000 millones para cumplir la escandalosa sentencia del Juez Griesa (para el PRO un hombre sabio y respetable), peor serí­a no pagar. La segunda excusa es que la negociación con el Club de Parí­s fue mala, estupidez que vienen repitiendo para marcar que el gobierno anterior negocia peor que ellos. No hay que olvidar que no fue solo el gobierno de Cristina el que dijo no a la extorsión sino que, en la ONU, 136 paí­ses apoyaron la posición de argentina contra los fondos buitres; ahora Macri quiere tirar todo eso por la borda para cumplir sus compromisos con la banca extranjera.

El segundo punto es que el PRO se dispone a realizar un fuerte ajuste del gasto público. Todaví­a no ha explicado los métodos ni las partidas que pretenden recortar, aunque de momento se ha visto que el ajuste va a incluir un tarifazo en luz, gas y agua y despidos masivos en el Estado. La excusa es, nuevamente, la “pesada herenciaˮ. Por eso, los aumentos de tarifas que van a embolsar las empresas privadas de servicios públicos obedecen al “atrasoˮ que generó el gobierno anterior. Los despidos se fundamentan en una curiosa teorí­a: si un trabajador del Estado es joven y tiene actividad polí­tica entonces es ñoqui. ¿Qué hubieran dicho el Clarí­n o La Nación si el gobierno de Cristina revisaba el Facebook o el twiter de los trabajadores para echarlos si encontraban alguna expresión de apoyo al gobierno? “ ¡Persecución, nazismo, fascismo!ˮ hubieran bramado. ¿Cuántos jóvenes trabajadores del gobierno de la Ciudad de Buenos deberí­an ser echados por apoyar al PRO? El hecho es que no evaluaron las tareas de nadie sino que echan a las personas por lo que piensan. Pero lo peor es que, para la concepción del Estado que tiene el macrismo, probablemente sobren miles y miles de empleados públicos ya que toda norma, control o regulación es para ellos una molestia a los privados que debe ser removida. Prat Gay dijo que quieren dejar de “reprimir la economí­aˮ con exigencias a las empresas privadas. Claro, a los únicos que piensan reprimir es a los trabajadores, como ya demostraron con esas espaldas repletas de agujeros producidos por balas de goma de los municipales de la plata y los obreros de cresta roja. Toda una advertencia.

El último anuncio apunta a poner un lí­mite a los acuerdos salariales de 2016. En su ensalada de números, Prat Gay dejó ver que según sus estimaciones la inflación será de 20 a 25%, así­ que los salarios no deberán subir más que eso. Se olvidó de algo. Durante todo 2015 la inflación vení­a bajando mes a mes, según las consultoras privadas y las estadí­sticas públicas. Esa trayectoria cambió cuando Macri anunció en campaña y después puso en práctica ni bien asumió la devaluación más formidable desde la de la crisis de 2001, de cerca de un 40%. Como todo el mundo sabe, las devaluaciones se trasladan a los precios, por eso desde que asumió Macri, según las propias consultoras privadas y macristas, la inflación mensual se disparó a 6% (cuando ellos mismos medí­an entre 1,5% y 2% por mes). La cifra oficial no se conoce porque por primera vez en la historia, y con la excusa de la “pesada herenciaˮ, se dejaron de medir los precios desde el INDEC. En pocas palabras, la devaluación de Macri se tradujo en una inflación que probablemente ronde ya más de 12%. Si a esto le sumamos lo que crecerán los precios el año que viene, se ve claramente que Macri pretende ajustar los salarios poniendo tope a las paritarias.

En sí­ntesis. Primero devaluaron un 40%, bajaron las retenciones, empezaron a abrir la economí­a a las importaciones y subieron la tasa de interés encareciendo el crédito. El resultado de estas medidas es, como siempre ha sido, la inflación y la recesión económica. Lo que anunció ahora Prat Gay son los puntos que faltan para completar el clásico paquete de ajuste ortodoxo recomendado por el Fondo Monetario Internacional para todos los paí­ses en todas las circunstancias. Anunció endeudamiento, reducción del gasto público y reducción de salarios. El modelo que aplica Macri genera inevitablemente caí­da del salario, recesión y desocupación. Los números cierran con la gente afuera. Y para poder aplicarlo, como muestra la dolorosa experiencia histórica, hay que limitar las demandas de los trabajadores con represión.

Algunos comentarios adicionales sobre las excusas del Ministro Prat Gay

  1. Inventando un “descontrolado déficitˮ fiscal. Prat Gay sostuvo que el déficit del año 2015 es de 2,3% del PIB. Es verdad, si se aplica la metodologí­a y los criterios que se aplican en todos los paí­ses del mundo y que recomienda el propio FMI el déficit es ése. Pero resulta que durante toda la campaña, el macrismo y sus medios de comunicación agitaron que el déficit era de 7% del PBI. En su conferencia de prensa, el Ministro de Hacienda empezó a hacer “contabilidad creativaˮ, inventando partidas, sumas y restas para llegar a ese 7% con el que mintieron durante meses. Para eso, violó todos los manuales metodológicos del mundo. Sumó a los gastos la “deuda flotanteˮ de este año sin restar lo que se pagó este año de la “deuda flotanteˮ del año pasado. Un verdadero papelón metodológico. Luego restó de los ingresos las utilidades que según la Carta Orgánica el Banco Central le gira al Tesoro. Son cosas muy técnicas, pero básicamente truchas para construir su número de oro. Por último, sumó también al déficit “heredadoˮ las promesas de campaña de Macri: la reducción de retenciones, la reducción de impuesto a las ganancias a los altos ingresos y otras medidas que ya aplicó. Un mamarracho. Todo este trabalenguas de números sin sentido tienen un solo objetivo: justificar el ajuste del gasto que Macri pensaba hacer de cualquier modo.

 

  1. El supuesto costo de no pagar a los buitres. A lo largo y a lo ancho del planeta se sabe que los gobiernos neoliberales ˮ“del mismo signo que Macri- llevaron a Argentina en 2001 al default más grande de la historia. Y que Néstor y Cristina Kichner solucionaron el problema desendeudando al paí­s como nunca antes. Se le pagó toda la deuda al FMI para que no condicionara la polí­tica económica y se negoció fuertemente con los acreedores, llegando a un acuerdo con 93%. El escándalo jurí­dico y financiero del Juez Griesa y la justicia norteamericana es que le dio la razón a un 1% de los acreedores, los fondos buitres. Ese juicio “del sigloˮ terminó en julio de 2014. El gobierno de Cristina, simplemente, denunció este escándalo en lugar de arrodillarse ante los acreedores como pretende hacer Macri.

Otra falacia: el Club de Parí­s estuvo mal negociado. La deuda objeto de negociación con el Club de Parí­s que fue declarada en cesación de pagos en 2001, fue contraí­da por los sucesivos gobiernos desde el año 1956 y, fue objeto de numerosas renegociaciones en los años 1962, 1965, 1985 (denominada Ronda I), 1987 (Ronda II), 1989 (Ronda III), 1991 (Ronda IV) y 1992 (Ronda V). El acuerdo vino a regularizar obligaciones contraí­das durante más de 20 años, y cuyos servicios dejaron de cumplirse en el año 2001. En los 60 años de historia del Club de Parí­s no existe la posibilidad de obtener una quita en el monto adeudado (incluyendo intereses contractuales, tanto regulares como punitorios) salvo para los paí­ses de bajo ingreso per cápita (menos de 755 dólares) y con niveles de endeudamiento insostenible. Argentina no cumple ninguna de las dos condiciones. De la misma forma, todas las negociaciones en sus 60 años de historia, exceptuando la que concluyó la Argentina, se realizan en el marco de un acuerdo previo con el FMI. Nunca antes se habí­a acordado el pago en un plazo de 5 años extensibles a 7 sin contar con un programa del FMI como marco del acuerdo. Si la Argentina no hubiera alcanzado este favorable acuerdo el pago deberí­a haberse realizado al contado. Por eso, los especialistas y la prensa opositora se encargaron de decir que llegar a un acuerdo sin el FMI era imposible. Además, en el acuerdo alcanzado, se reduce el costo financiero ya que la última tasa de actualización promedio se ubicaba en torno al 6,8% mientras que el acuerdo alcanzado implica un costo de la refinanciación entre el 3% y el 4,45%, dependiendo de la dinámica de los pagos.

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