El gobierno de Macri volvió a hacer lo único que sabe: reprimir violentamente al pueblo. Esta vez, las víctimas fueron los trabajadores del Borda que sufrieron el accionar de la Policía Metropolitana que dejó como saldo más de 50 heridos y 7 detenidos.
Este es otro de los tantos hechos de un gobierno confesamente antipopular que demuestra como pocos cuál es el país al que quieren volver los opositores seriales al proyecto nacional y popular conducido por la compañera Cristina.
Las imágenes del Borda son la contracara perfecta de la marcha del 18 de abril. Todo ese odio contenido y el desprecio egoísta hacia los trabajadores y vulnerables se traduce necesariamente en la represión hacia los que reclaman y se manifiestan. Justamente, representa el país que Néstor sepultó en el pasado cuando decidió no reprimir nunca más a la protesta social.
El 18A, fomentado tan “espontáneamente” por Clarín y sus voceros, es el ámbito donde Macri más cómodo se siente, aunque no haya ido personalmente para parecer más importante que los pseudo dirigentes que sí fueron. Algunos de esos títeres que creen que hacen política cumpliendo el papel que Magnetto les designa, estaban en el Borda, paradójicamente, recibiendo los palos de la policía de Macri.
A esta altura ya ni siquiera sorprende que Vilma Ripoll o Alejandro Bodart, dirigentes del MST, compartan la marcha con toda la derecha, reclamando lo que el monopolio les diga y a la semana siguiente lloren porque Macri los reprime. Aunque quieran meterle la letra K a cualquier grito histérico de denuncia, es evidente que esa “izquierda” se siente más cómoda con un gobierno de derecha que les de un sentido a su posición de victimización marginal, aunque el pueblo sufra las consecuencias.
En definitiva, no son los dirigentes de “izquierda” los que se quedan sin trabajo cuando cierran las fábricas. De tanto irse para el este, aparecen por el oesteˮ¦