Militancia

DECRETO DE PROSCRIPCIí“N DEL PERONISMO. 9 DE MARZO DE 1956

El 9 de marzo de 1956, la dictadura de Aramburu -que habí­a derrocado a Perón unos meses antes- firmó el Decreto-Ley Nº 4161. Su texto prohibí­a varias cosas:

“Se decreta que queda prohibido en todo el territorio de la Nación: La utilización con fines de afirmación ideológica peronista o de propaganda peronista ˮ“de las imágenes de sí­mbolos, signos, expresiones significativas, doctrinas, artí­culos y obras artí­sticas, que pretendan ese carácter o pudieran ser tenidas por alguien como tales, pertenecientes o empleados por individuos representativos y organismos del peronismo. Se considera violatorio de esta disposición, la utilización de la fotografí­a, retrato o escultura de los funcionarios peronistas o de sus parientes, el escudo y la bandera peronista, el nombre del presidente depuesto, el de sus parientes, las expresiones peronismo, justicialismo, justicialista, tercera posición (ˮ¦..) las composiciones musicales denominadas “Marcha de los muchachos peronistasˮ y “Evita Capitanaˮ (ˮ¦.) el artí­culo 3 establece que establece: que a quienes infrinjan este decrete le corresponde de 30 a dí­as a 6 años de prisiónˮ.

¿Qué significa prohibir al partido polí­tico mayoritario?
De lo que se trataba era de eliminar todo vestigio de peronismo, de aniquilar cualquier expresión que pudiera recordar los años de lo que, recordando la batalla de Caseros y la condena al olvido de Rosas, habí­an dado en llamar Segunda Tiraní­a.
El gobierno dictatorial se apresuró a intervir la CGT y poco tiempo después derogó la Constitución de 1949 donde el peronismo habí­a sido dejado escritas las principales conquistas sociales y económicas populares.

Pero Aramburu subestimaba al pueblo. Al prohibir “el uso de nombres y elementos que lesionaban la democracia argentinaˮ no hizo más que fortalecer la relación entre el pueblo y su lí­der. La clandestinidad forzosa de millones de personas hizo que, en efecto y tal como definiera Perón (en su mensaje del 1 de diciembre de 1955), cada casa se convirtiera en una Unidad Básica. Fuera del oficialismo, fuera de la oposición, en la resistencia, el peronismo sólo tení­a una posibilidad: ramificarse. Eso fue lo que ocurrió.
Surgieron nacientes manifestaciones callejeras populares. La frase “Perón Vuelveˮ y las iniciales PV aparecí­an en las mañanas escrita cerca de alguna fábrica nacida durante el decenio peronista. La Resistencia operaba en todas partes a la vez, inclusive en tangos como “Fumando esperoˮ, que hace referencia directa a la vuelta de Perón, o en la flor Nomeolvides, adoptada como sustituto del proscripto escudo peronista.

Como otros, este perí­odo demuestra la incapacidad de la derecha por generar una expresión polí­tica democrática y su recurrente opción por el partido militar. Pero el decreto de proscripción fue un arma de doble filo, ya que permitió la emergencia de un nuevo modo de hacer polí­tica por parte de los sectores populares: ante la imposibilidad de manifestarse públicamente y sin censura, la opción del pueblo fue la insurrección clandestina permanente, el estrechamiento de lazos en el seno de la sociedad civil. Esto fue a grandes rasgos el perí­odo heroico llamado Resistencia Peronista.

Muchos años después, en julio de 1972, el dictador Alejandro Agustí­n Lanusse pronunció una frase que formarí­a parte de la tristemente célebre historia de las dictaduras argentinas: “Perón no vuelve porque no le da el cueroˮ. La Juventud Peronista, haciéndose eco de esa frase que dice que si la prensa de ellos las paredes son nuestras, le contestarí­a sin vueltas: “Perón vuelve cuando se le canten las pelotasˮ. Y Perón efectivamente volvió en el 73.

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