Polí­tica

El año en el que perdimos (casi) todos

Agobiado por la recesión económica, enojado con buena parte de la dirigencia polí­tica y recostado sobre el núcleo duro de su gobierno, el primer aniversario de la llegada de Mauricio Macri a la presidencia lo encuentra lejos de sus promesas de mejoras sociales, mayor institucionalidad y prestigio internacional.

Desde el dí­a uno Macri demostró que vení­a a llevarse puesta la República, cuando en lugar de generar las condiciones para realizar una transición normal en el Congreso impulsó una medida cautelar para interrumpir antes de término la duración del gobierno constitucional que lo antecedió.

El 9 de diciembre de 2015, antes de convertirse en calabaza ˮ“expresión para parodiar la inaudita decisión judicial de otorgarle el gobierno del paí­s por unas horas a Federico Pinedo-, Cristina Fernández de Kirchner habló ante una multitud en Plaza de Mayo. Allí­ dijo que esperaba que se respetaran los derechos conquistados y todos los sectores de la economí­a pudieran seguir progresando, en alusión a los trabajadores, los cientí­ficos, las pequeñas y medianas empresas, y los jubilados entre otros. También hizo énfasis en la libertad como pilar esencial de toda democracia.

No fue casualidad que la Presidenta mandato cumplido pusiera el acento en esas cuestiones. Sabí­a muy bien que Mauricio era Macri, apellido beneficiado por la estatización de pasivos privados durante la Dictadura, vinculado a la estafa de las cloacas en Morón, acusado de perjudicar a los porteños con la recolección de residuos a través de Manliba, y responsable del contrabando con Uruguay mediante la empresa Sevel. Semejantes antecedentes eran suficientes para suponer que iban a utilizar todo tipo de medios (incluso los ilegales) para favorecer a su entorno aunque ello fuera en perjuicio del pueblo.

De esta forma se observa cómo mientras el primo de Macri recibe generosos préstamos y millonarias licitaciones, y su padre es beneficiado con un decreto para que se le condone la evasión, hubo 450.000 argentinos que perdieron su empleo. El salario y las jubilaciones reales cayeron alrededor del 10%. La pobreza aumentó un 5%.

La actividad industrial y la actividad económica acumulan caí­das sostenidas a lo largo de estos doce meses, siendo la construcción una de las principales ramas afectadas y un sector trascendental para la creación de puestos de trabajo.

En los primeros meses de gestión anunciaron que la eliminación de las restricciones externas habí­a sido un éxito y que el pago a los fondos buitre era necesario para insertarse en el mundo. El resultado de ello es que se hizo el pago más caro desde la salida del default (unos U$S15.000 millones en una claudicación de soberaní­a de escasos precedentes) para que Argentina cierre el año habiendo tomado aproximadamente U$S64.000 millones de deuda (un 15% del PBI en términos brutos) que sirvieron para financiar la salida de U$S10.000 millones en concepto de fuga de capitales, pagar intereses de deuda y cubrir el déficit fiscal. Siquiera funcionó para abaratar el crédito internacional porque la tasa de interés ya está subiendo y aumentará aún más cuando la Reserva Federal de EEUU suba su tasa de referencia, algo que el flamante presidente Donald Trump ya anunció que hará.

En materia de redistribución y justicia social, impulsaron una mal llamada ley de reparación histórica a jubilados que sólo iba a beneficiar a menos del 30% de ese universo (en general los de mejores ingresos) y los más optimistas estiman que sólo un 7% gozará de los privilegios, mientras eliminaron las moratorias expulsando a adultos mayores del sistema previsional y quitaron la gratuidad de numerosos medicamentos del PAMI. Otra prueba del retroceso es el aumento del Coeficiente de Gini que mide la distribución de la riqueza, y el incremento de la brecha entre el 10% más rico y el 10% más pobre. En materia de impuesto a las ganancias, por decreto del Presidente se duplicó la cantidad de trabajadores que tributan mientras se eximió de impuestos a las agroexportadoras, las mineras y las multinacionales que giran dividendos al exterior. Otra polí­tica contra la equidad fue el desmantelamiento de los programas de salud sexual, Argentina Sonrí­e, Qunita, Fines y Conectar Igualdad por mencionar algunos. Ni hablar del ajuste presupuestario en universidades y en ciencia y tecnologí­a, áreas claves para el desarrollo de un paí­s.

Este gobierno fracasó hasta en sus propios términos. Más allá de sus mentiras electorales, se sabí­a que vení­an a hacer un fuerte ajuste del gasto público sin ningún tipo de sensibilidad social para corregir determinadas variables económicas, aunque ello implicara cargarse el consumo y el empleo argentino. Los números muestran que el dólar superó los $16, lo que es haber hecho las cosas muy mal según el Prat Gay de octubre de 2015 y así­ todo hay sectores que sostienen que está atrasado, el déficit fiscal creció un 47% y la inflación anual superará los 40 puntos, siendo la más elevada de los últimos quince años.

El diálogo republicano quedó en el olvido cuando quisieron nombrar dos jueces de la Corte por decreto, vetaron una ley consensuada entre fuerzas parlamentarias y representantes de los trabajadores, mutilaron normas por decretos sin legitimidad, confundieron decretos reglamentarios con decretos de necesidad y urgencia, y practicaron una autoamnistí­a para familiares que habí­a sido vedada por el Parlamento.

En el plano internacional sólo acumularon bochornos como la desmentida de Gran Bretaña sobre Malvinas, la fallida campaña de Malcora a la ONU que costó millones, la intromisión en la elección interna de Estados Unidos apoyando a la candidata derrotada, y el apriete a Rusia que implicó que se volviera a encarecer el crédito para la represa Chiuido.

Pero el gran papelón que puso a Argentina en la boca de todo el mundo es la detención ilegal de Milagro Sala decidida por Gerardo Morales en complicidad con la Casa Rosada. Ello logró que los organismos internacionales de Derechos Humanos volvieran a cuestionar a la Argentina como no ocurrí­a desde la Dictadura Militar.

La transparencia es otra deuda pendiente cuando se conoce que el Presidente y otros funcionarios tienen decenas de sociedades offshore sin declarar. O cuando se conoce que miembros de este gobierno se enriquecieron con los contratos de dólar a futuro por una devaluación que ellos mismos decidieron. O cuando Aranguren tomó decenas de decisiones en beneficio de Shell siendo él mismo accionista de la compañí­a. O cuando el Secretario de Comercio eliminó todos los controles a supermercados en beneficio de su tí­o dueño de La Anónima.

El primer año de Macri tiene como resultado un empeoramiento de todos los indicadores socio-económicos, un desprestigio de la Argentina en el plano internacional, escándalos de corrupción invisibilizados por la prensa oficialista, groseros casos de incompatibilidad con la función pública, y la inauguración de una etapa de persecución y presos polí­ticos. Esto mientras unos pocos -como los especuladores financieros, los bancos, las grandes mineras y cerealeras- se enriquecen a costa del desmantelamiento del aparato productivo y el tejido social que sólo provoca angustia y desdicha.

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