Polí­tica

La ignorancia, el prejuicio y el centralismo decimonónico

En un sincericidio brutal, Esteban Bullrich reivindicó la Conquista del Desierto y bregó por la actualización ideológica de las ideas que motivaron ese genocidio.

Al inaugurar el hospital escuela de veterinaria de la Universidad Nacional de Rí­o Negro, el Ministro de Educación de la Nación manifestó que “esta es la nueva campaña del desierto, pero sin espadas, con educaciónˮ. Más tarde intentó aclarar, aunque sólo arrojó más oscuridad: “Me refiero a ese proceso histórico, del avance en un territorio que no estaba conquistado, ocupadoˮ.

Argentina tiene una triste y amplia trayectoria en hechos de violencia y sangre. La última dictadura cí­vico militar es la peor experiencia de ese camino en el que muchas veces se incursionó. Fue tal la magnitud de los crí­menes contra la humanidad, que los argentinos asumimos un profundo compromiso con la paz, la vida y el respeto a la diversidad. A tal punto que exigimos un uso sumamente responsable y prudente del lenguaje. Bullrich no puede desconocer que la Conquista del Desierto fue lisa y llanamente un genocidio donde se buscó exterminar a la población originaria de parte de las regiones pampeana y patagónica, y apropiarse de sus tierras. Esa embestida implicó fusilamientos, campos de concentración y hasta robos de bebés. En consecuencia, cualquier analogí­a o reminiscencia a ese tipo de episodios es inaceptable en un paí­s donde el respeto a los derechos humanos es irrenunciable y un pilar fundamental de la nueva democracia.

Por otro lado, el funcionario evidencia un desprecio hacia el interior de la Argentina. Ofrece una mirada prejuiciosa según la cual los ciudadanos (en este caso) rionegrinos son intelectualmente inferiores y requieren ser educados. Estas declaraciones representan una soberbia porteña que cree que en el centro se encuentra la elite iluminada de la Nación que debe ir por el resto de las provincias en una suerte de evangelización, para que se parezcan un poco más a los capitalinos.

Esta visión centrista, insensible y grosera de Esteban Bullrich no es un hecho aislado, continúa una lí­nea ideológico-discursiva del actual Gobierno. No es casualidad que en la campaña electoral Mauricio Macri haya afirmado que su prócer favorito era Julio Argentino Roca, el ideólogo y ejecutor de la Conquista del Desierto. También oí­mos el desprecio hacia nuestra Argentina profunda en boca de Alfonso Prat Gay, cuando aseguró que serí­a sumamente perjudicial que el paí­s tuviera algún dí­a de presidente a alguien oriundo de Santiago del Estero. Duele y ofende tener un Presidente y un Ministro de Hacienda tan brutos e ignorantes. Pero de un Ministro de Educación es directamente inadmisible.

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Ante el ajuste de Milei, más organización y construcción de nuevos desafíos para defender y mejorar la educación pública.
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Las Universidades Nacionales de la Argentina atraviesan una situación inédita en la historia: el presupuesto no alcanza para hacer frente a los pagos necesarios para mantenerlas abiertas, corriendo el riesgo de que millones de estudiantes se queden sin estudios, mientras que miles de docentes y no docentes están sufriendo un ajuste brutal en sus ingresos y ven peligrar sus fuentes de trabajo, de las que dependen miles de familias argentinas.