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“Ha llegado la hora de la mujer argentinaˮ

63 años pasaron ya del legado de las grandes mujeres de la historia argentina que hicieron todo para que la mujer sea ciudadana.

Antecedentes como los de Cecilia Grierson, primera medica argentina (1889); Alicia Moreau de Justo, quien fundó el Comité Pro Sufragio Femenino (1907) y Julieta Lanteri, que logró inscribirse en el padrón municipal y votar en 1911, siendo en 1929 la primera candidata a Diputada por la Unión Feminista Nacional; y el posterior avance sin cansancio de Alfredo Palacios a través de diversas propuestas legislativas, finalmente un 9 de septiembre de 1947, se sancionó la Ley N ° 13.010:

Las mujeres argentinas tendrán los mismos derechos polí­ticos y estarán sujetas a las mismas obligaciones que les acuerdan o imponen las leyes a los varones argentinosˮ, señalaba la normativa.

Un 23 de septiembre del mismo año, epopeya de la historia peronista, la Plaza de Mayo se vistió nuevamente de pueblo, expectante al debut de Evita en el balcón de la Casa Rosada. Ante la entrega del decreto de la promulgación de la Ley N ° 13.010, como sí­mbolo de la lucha del gobierno por conceder igualdad de derechos a la mujer, Evita habló:

“…Ha llegado la hora de la mujer que comparte una causa pública y ha muerto la hora de la mujer como valor inerte y numérico dentro de la sociedad. Ha llegado la hora de la mujer que piensa, juzga, rechaza o acepta, y ha muerto la hora de la mujer que asiste, atada e impotente, a la caprichosa elaboración polí­tica de los destinos de su paí­s, que es, en definitiva, el destino de su hogar. Ha llegado la hora de la mujer argentina, í­ntegramente mujer en el goce paralelo de deberes y derechos comunes a todo ser humano que trabaja, y ha muerto la hora de la mujer compañera ocasional y colaboradora í­nfima. Ha llegado, en sí­ntesis, la hora de la mujer argentina redimida del tutelaje social, y ha muerto la hora de la mujer relegada a la más precaria tangencia con el verdadero mundo dinámico de la vida moderna.”

La Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, declaró en 1948 que “Toda persona tiene derecho a participar en el gobierno de su paí­s, directamente o por medio de representantes libremente escogidosˮ y que “Toda persona tiene el derecho de acceso, en condiciones de igualdad, a las funciones públicas de su paí­sˮ, reconociéndose así­ el derecho al voto femenino de manera internacional. Asimismo, la Convención Sobre Los Derechos Polí­ticos De La Mujer aceptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas explicitó “Las mujeres tendrán derecho a votar en todas las elecciones en igualdad de condiciones con los hombres, sin discriminación alguna.ˮ Esto entró en vigencia el 7 de julio de 1954, sellando internacionalmente el derecho de la mujer al voto y a ejercer cargos públicos.

67 años pasaron de aquella primera sanción de la Ley N ° 13.010. 67 años de ese primer balcón que inmortalizarí­a la imagen de aquella mujer que logró materializar el sueño argentino del femenino colectivo por la reivindicación de derechos. Y 63 años pasaron de su primera aplicación.

El 11 de noviembre de 1951, bajo el primer gobierno del General Perón, las mujeres se hicieron valer en las urnas, como cualquier ciudadano.

Ser ciudadana, para la mujer, es la reivindicación de derechos en cuanto humanos, es reconocer a la mujer como a cualquier ser humano. Y es más. Ser ciudadana para la mujer es ser madre, hija, niña, abuela, gobernadora y presidenta. Ser ciudadana es ser ministra, tí­a, sobrina, prima y diputada. Ser ciudadana es ser senadora, intendenta, concejala. Ser ciudadana es representar al pueblo, como mujer, como ser humano y como parte del colectivo que forma parte de la historia.

Sin ser ciudadana no se podrí­a ser Presidenta.

Hoy, a 63 años de aquel 11 de noviembre, una mujer puede gobernarnos, tan aguerrida y vivazmente como cualquier gran ejemplo de la historia. Cristina.

Miremos hacia atrás para ver lo que hubiéramos perdido si no hubiéramos ganado.

Derechos, soberaní­a, amor, dignidad, compromiso. Libertad. Independencia. Dos hombres y dos mujeres en la historia argentina nos demuestran la igualdad de derechos. Un hombre y una mujer nos representan bajo esta bandera, dí­a a dí­a en Argentina. Al menos cuatro, precedentes históricos en el mundo.

Portada
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