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La siembra de Néstor Kirchner, por Hugo Chávez Frí­as*

*Presidente de la República Bolivariana de Venezuela. Caracas, 25 de octubre de 2011.

Amado Pueblo Argentino, amada Cristina:

A un año de la siembra del compañero Néstor Kirchner, dirijo estas palabras al Gran Pueblo Argentino: mi alma y mi corazón saltan hasta la página para rendir tributo de admiración y gratitud al indoblegable combatiente, al conductor ejemplar y al entrañable amigoˮ¦

Me cuentan los ojos y el corazón que por mí­ miran y sienten desde las calles y los campos de Argentina, que dice un cartel en Buenos Aires: “Algún dí­a los hijos de tus hijos preguntarán por élˮ. Y cuando lo hagan, me permito agregar, ahí­ estará Néstor, siempre vivo y siempre dispuesto a seguir adelante junto a su Pueblo por el mismo camino ancho, amoroso y resplandeciente que conduce a la felicidad colectiva y a la plenitud humana.

Quién puede dudarlo: Néstor personifica lo más elevado del espí­ritu popular y libertario argentino. Su vida fue y sigue siendo testimonio fiel y paradigmático de entrega y coraje. Cómo olvidar, por poner un ejemplo que me es caro, su brillante rol protagónico en la IV Cumbre de las Américas en Mar del Plata (noviembre 2005), cuando enterramos al ALCA.

El papel de anfitrión que le tocó desempeñar fue clave para decidir los nuevos rumbos del continente. Todaví­a me parece que oigo su voz, la voz de nuestra dignidad, al enfrentar resueltamente a Bush y a su pretensión de imponernos la agenda neoliberal del imperio: “Aquí­ no vengan a patotearnos, no vamos a aceptar que nos patoteenˮ.

Con certeza, en esta hora en que lo recordamos, está invocando, desde el legado combativo que nos dejó, al verbo encendido de Mariano Moreno: “Quiero más una libertad peligrosa que una servidumbre tranquilaˮ.

Quisiera rememorar unas palabras de este tenaz e incansable forjador de Patria, y las rememoro, sobre todo, por las circunstancias en que fueron pronunciadas. Recién salido de su intervención quirúrgica al inicio del año pasado, Néstor dijo: “Les puedo asegurar que en los momentos que me tocó vivir, contaba los minutos para estar en el lugar en el que tení­a que estar. Es un lugar donde la hora de la Argentina nos requiere a todos estar al frente para consolidar este proceso de transformación que iniciamos en el año 2003ˮ.

He allí­ la grandeza humana junto a la convicción en un destino polí­tico, encarnándose en un hombre de veras excepcional. Un hombre que le entregó la vida a su Pueblo; que se consagró a servirlo con inquebrantable lealtad y con infinito amor.

“La memoria erige el tiempoˮ, decí­a Jorge Luis Borges, y vaya que la Argentina de hoy ha recuperado plenamente la salud de la memoria y, por eso mismo, erige libre y soberanamente su tiempo: el tiempo de los nuevos amaneceres que ha dejado definitivamente atrás a la oscurana de los opresores. Por supuesto, Néstor fue magno artí­fice de esta Argentina que volvió en sí­, reencontrándose con su conciencia histórica, reencarnando su dignidad.

Néstor es, lo digo con Miguel íngel Asturias, la lucha que no termina contra la impunidad: contra el olvido. Cuánta pasión y cuánta tenacidad puso en reivindicar a las ví­ctimas del gorilato argentino, conociendo, como conocí­a, lo que fueron aquellos años de tinieblas. Hay que volver, una y otra vez, sobre sus palabras, porque tienen el acento de la verdad: “Queremos que haya justicia, queremos que realmente haya una recuperación fortí­sima de la memoria y que en esta Argentina se vuelvan a recordar, recuperar y tomar como ejemplo a aquellos que son capaces de dar todo por los valores que tienen y una generación en la Argentina que fue capaz de hacer eso, que ha dejado un ejemplo, que ha dejado un sendero, su vida, sus madres, que ha dejado sus abuelas y que ha dejado sus hijosˮ.

Cuánto alegra saber hoy que Néstor es memoria viva de los argentinos y argentinas.

Memoria viva, valga la reiteración, que trasciende al vago e inerte recuerdo, para hacerse combativa presencia en el corazón de cada una y cada uno de ustedes, compatriotas suyos y nuestros. Así­ lo demostraron el domingo 23 de octubre, acudiendo masivamente a las urnas electorales para reafirmar el proyecto de liberación nacional al que le diera alma y vida. Néstor no aspiró a otra gloria que a la de cumplir con el sagrado propósito de levantar de nuevo a la Patria austral, fundida y en el piso como la habí­a encontrado al asumir la Presidencia. Cada nuevo dí­a, Néstor vive en Cristina. Cada nuevo dí­a, Néstor triunfa con Cristina. Y cuánta razón tiene el gran pensador argentino Ricardo Forster: “Un hilo de continuidad sólida atraviesa lo inaugurado por el flaco desgarbado y su compañera de vida e ideasˮ.

Desde el corazón de su Pueblo, una y otra vez, Néstor vuelve a ser del tamaño de su compromiso, y su compromiso es del tamaño de su amada Argentina. Néstor no saldrá jamás de ese infinito corazón que lo lleva consigo y lo arrulla, para que, desde allí­, siga soñando y labrando la tierra de la justicia y de la igualdad.

Pero este gran paladí­n popular fue, al mismo tiempo, un genuino adalid de la unidad. Así­ lo definió cabalmente el mismo Ricardo Forster: “Alguien que reescribió, con otra escritura, el ví­nculo de la Argentina con sus hermanos latinoamericanos sabiendo, como lo supo desde un principio, que era el destino que nos vení­a esperando desde los albores de las gestas emancipadorasˮ. Desde la Presidencia de la República Argentina y desde la Secretarí­a General de la UMASUR, Néstor sirvió, con lucidez y con pasión, a la causa de la unidad suramericana y nuestroamericana. En ello fue un peronista convencido y, por eso mismo, consecuente.

Yo debo decir que Néstor comprendió, con su visión de águila, la necesidad histórica y polí­tica de establecer una alianza estratégica entre la Argentina y Venezuela. Tras 180 años de la entrevista de Guayaquil, los hijos de San Martí­n y los hijos de Bolí­var volvimos a abrazarnos, reemprendiendo juntos la gran obra que quedó inconclusa: nuestra definitiva Independencia. El largo camino de Caracas a Buenos Aires quedaba felizmente abierto: por él seguimos con Néstor como vigí­a, señalando el rumbo.

Ya para finalizar estas lí­neas, permí­tanme, hermanas y hermanos argentinos que me leen, dirigirme a él: a Néstor. Compañero, amigo, hermano: la muerte no pudo matar a tanta vida hace un año en El Calafate; la muerte nunca podrá matarte porque tu nombre es Pueblo. Y el 23 de octubre de 2011 has vuelto a vencer, esto es, ha vuelto a vencer la fuerza del amor, la fuerza de la esperanza, la fuerza de la vida: la fuerza que eres en Cristina y que, desde ella, es la fuerza de la Argentina perpetua; la que cambió para siempre. En medio de un infinito mar de banderas albicelestes, por las calles y los campos de tu Patria amada y a la que amo, renaces cada dí­a.

¡Honor y gloria a Néstor Kirchner!

¡Néstor vive, la lucha sigue!

¡En la luz de Néstor: Viva Cristina!

¡Viviremos y Venceremos!

¡Hasta la victoria siempre!

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