Editorial

¿Por qué no te callas?

Hace unos años el rey de España le gritaba a Chávez que se calle. Hace menos de un mes Hugo Chávez arrasaba en las elecciones venezolanas. Chávez no se calló y hoy España atraviesa una crisis económica que se traduce en í­ndices de desocupación que sobrepasan el 25%. El rey no deberí­a haber gritado, deberí­a haber escuchado.

En la Cámara de Diputados se corrió el velo de hipocresí­a mediática para que todos pudieran ver en su exacta dimensión qué es lo que pensaba de verdad el rejunte de polí­ticos, que fatigan los estudios de televisión, llamado oposición. De aquella tapa de Clarí­n que calificaba como un mercado de 2 millones de votantes la posibilidad de que los jóvenes pudieran votar, si tuvieran ganas, a partir de los 16 años al intento de dejar sin quorum el tratamiento de dicha ley no hay muchos más que Hector Magnetto.

Ellos hubieran deseado que el crecimiento de los últimos años hubiera parido, como sucedió en España, una generación a la que los medios llamaron generación del botellón con desprecio, consumista y nihilista. Pero no fue así­, y eso les duele y los preocupa. En España los medios acompañan el ajuste, en nuestro paí­s ya no saben que hacer para sabotear la economí­a y así­ después poder acompañar el ajuste. Y que sea la crisis la que ponga las balas y el pueblo los muertos.

Y a pesar de la artillerí­a que descargan a diario, en particular sobre la juventud y nuestra organización, no tenemos miedo al debate. Fuimos a la Cámara a dar el debate. No a un estudio de TN. Es evidente que debatir en condiciones donde prima la representatividad democrática no les gusta. No estaba Van der Kooy para defenderlos, entonces se levantan y se van. Como si fueran pollitos en fuga.

El dí­a que Nestor asumió, se la banco, fue insultado de arriba abajo. Como siempre puso el cuerpo. En cambio, esta oposición lo pone para defender privilegios de minorí­as que tratan de ocultar su intolerancia para enfrentar a mayorí­as que muestran que vivir en libertad no es poder comprar dólares, sino poder comer, trabajar, estudiar y tratar de avanzar en una realidad tan compleja como es la que rodea a la condición humana.

Es un problema de credibilidad el que tiene esta suerte de vodevil polí­tico dirigido por Magnetto. El problema es que el pueblo les cree. Los ve, los escucha y les cree. Y es por eso que no los vota.

Les creen cuando dicen que otro paí­s es posible y el pueblo ya conoció ese otro paí­s posible, ya lo vivió, ya lo sufrió, ya murió y no quiere volver. En ellos, a pesar de los esfuerzos marketineros, ven el fracaso de un modelo de sociedad que nació en 1976 y que hoy demuestra la ferocidad de sus consecuencias en Europa o en los Estados Unidos. En esos paí­ses decí­an que el problema éramos los argentinos allá por el 2001 y no el modelo de paí­s con el que nos atornillaban desde el sentido común mediático.

Pero volvamos a nuestro paí­s. Le gritaban al Cuervo que se calle. Para los medios democráticos e independientes propiedad del señor Magneto, mentir, tergiversar y demonizar al Cuervo es un acto de defensa de la  república.  Y atrás de este montaje salen todos con el guión.

Ningún diputado del FAP o de las autodenominadas fuerzas “progresistasˮ y ni hablar de lo que fuera el radicalismo, fueron capaces de defender aunque sea a las juventudes de sus partidos, o sencillamente a la juventud en su conjunto como parte integral de nuestra sociedad. Como sujeto de derecho y respeto.

Defendiendo con el silencio un orden conservador que se devoró generaciones de jóvenes. Que los torturó y desapareció. Que los mando a una guerra suicida. Que dejó a sus padres sin trabajo y después a ellos. Que los empujó a la marginalidad para después querer meterlos presos. Que no quiere que crean en nada para poder quedarse con todo.

Que no piensan. Que son inmaduros. Que van a cambiar su voto por droga o dinero. Todo eso y más, se dijo antes que hablara el Cuervo. Como la guerra del cerdo pero al revés. Si algunos de esos diputados puros y progres hubiera levantado la defensa nada hubiera pasado, pero callaron. Y las razones de ese silencio dan pena. Callaron porque piensan que defender el voto de los jóvenes, cuestión que si hicieron actuando en los medios para consumo masivo, es defender al gobierno por que así­ lo indicó Magnetto. No dieron quorum y quisieron dejar sin quorum a la sesión.

Fue todo especulación en base a la coyuntura mediática, por lo menos si fuera polí­tica, pero no, solo fue mediática. En vez de responder en sus discursos, empezaron a zapatear y a indignarse entre ellos. Gritando mientras hablaba el Cuervo.   No querí­an que los pibes voten, no querí­an ese asunto ahora y para siempre en manos de jóvenes.

Podrí­amos seguir, pero es hora que dejen de gritar como el rey de España y empiecen a escuchar, no ya a nosotros, sino al pueblo. A la sociedad para no enojarse con ella. Miren lo que les pasa. Si en Santa Fe o la Ciudad de Buenos Aires, la gente le reclama a Cristina por cuestiones que son responsabilidad del Macri o Binner, es en parte por el discurso hegemónico de los medios que les viene al dedillo para seguir haciendo nada, pero es también consecuencia que estos sectores, no sin frustración, ven en este proyecto polí­tico y en particular en Cristina, la  única  posibilidad de respuesta a sus demandas. Porque así­ lo venimos haciendo con muchas demandas que ya se cumplieron y generan nuevos desafí­os.

Salgan de lo lógica mediática de la antipolí­tica porque cuando esa lógica se impone les va mal a todos. No apuesten como siempre hizo Magnetto a que le vaya mal al pueblo. No apuesten a la difamación de mercenarios a sueldo, en negro, en amarillo o en naranja. Ahí­ anda Ricardo Roa,   diciendo que el Cuervo exagera el valor del militante, mientras Roa todos los dí­as en Clarí­n se encarga de devaluar la tarea del periodista. O Susana Viau convertida en faro moral y republicano  escribiéndole  el diario a Magneto, diciendo que el Cuervo estaba exageradamente eufórico (en negritas) para esas horas de la noche y le agrega que es “cuervo, ricotero, y peronistaˮ (le faltó decir que tiene pelo largo). Ve a los jóvenes igual que los vio Isabel Perón, eso si, con licencias  poéticas  que no son mas que obediencia berreta y macartismo puro.

Deberá aprender el socialismo con el caso de la narcopolicia que escupir para arriba sirve para la corta Y PARA FORTALECER CORPORACIONES QUE NUNCA SE SOMETEN ALA VOLUNTAD POPULAR pero a la larga, la realidad, como la polí­tica, es mucho mas compleja que discursos en la tele sobre honestismo y pureza declamativa.

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Ante el ajuste de Milei, más organización y construcción de nuevos desafíos para defender y mejorar la educación pública.
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