Hace un año, Sudamérica evitaba el abismo
Por Juan Manuel Abal Medina Secretario de Comunicación Pública.
En los días finales de julio de 2010, Venezuela y Colombia rompían relaciones diplomáticas y cruzaban graves acusaciones en los foros internacionales. Al máximo nivel político en ambos países se hablaba de una guerra como una opción que no podía ser descartada, y que tendría efectos inimaginables en toda la región y que invitaría a la intervención de potencias extranjeras. En ese clima de máxima tensión, la Unión de Naciones Sudamericanas (Unasur) dispuso la intervención de su secretario general, el ex presidente Néstor Kirchner, para mediar en las conflictivas relaciones entre ambos países.
El 10 de agosto de 2010, el presidente Hugo Chávez y el recién asumido presidente Juan Manuel Santos se reunían en Santa Marta, bajo la mediación de Néstor Kirchner, y daban por superado el episodio. Las relaciones diplomáticas entre ambas naciones se reanudaban, y los mandatarios acordaban cinco puntos para la resolución del conflicto que había enfrentado a sus países. Si hoy todo esto nos resulta algo lejano es precisamente porque hubo una gestión exitosa que evitó el peor desenlace, transformando una tensión casi bélica en un acuerdo duradero entre ambos países, garantizando a Sudamérica como una zona de paz entre sus pueblos.
Néstor Kirchner tuvo un rol fundamental en esos acuerdos, algo destacado por los propios Chávez y Santos y por las cancillerías de todo el mundo. Esa facilidad para acercar posiciones, para generar empatía, para construir confianza, tanto con militantes de base o con presidentes extranjeros, era algo que ya admirábamos quienes lo conocíamos a Néstor. Pero recordemos que, cuando asumió la secretaría general de Unasur, la oposición argentina y sus aliados (o jefes) en los medios monopólicos pronosticaron que Néstor generaría conflictos en la región, por su estilo “crispadoˮ y su poco apego a los “consensosˮ. Muchos legisladores opositores rechazaron su designación en Unasur, una posición mezquina que habría privado a nuestro país de ocupar ese relevante cargo.
En verdad, el único consenso válido para esos opositores y esos medios sería que el gobierno aceptara siempre sus posiciones, como tradicionalmente hacían los gobiernos anteriores ante los grupos de poder. En cambio, cuando un líder político enfrenta los grandes intereses en beneficio de los sectores populares, su problema es ser confrontativo, poco dialoguista, incapaz de acordar posiciones. Lo ocurrido en Santa Marta demuestra la falaz caracterización sobre Néstor, y revela su magistral habilidad política para construir un acuerdo genuino y duradero, acercando posturas intransigentes, reduciendo desconfianzas, garantizando en su figura el cumplimiento de lo pactado. Nuestros medios opositores pintaban a un Néstor belicoso, pero los pueblos hermanos de Venezuela y Colombia pueden dar fe de su vocación de diálogo y de su apuesta irrenunciable por la paz. Tuve el privilegio, que nunca olvidaré, de ser un testigo directo de ese momento histórico de unión entre dos pueblos hermanos.
De Néstor también se decía que prestaría poca atención a Unasur. Los acuerdos de Santa Marta son una prueba entre tantas sobre su enorme responsabilidad y compromiso con la integración regional. Los propios presidentes Chávez y Santos definieron su mediación como “incansableˮ, porque Néstor se jugó por completo, durante días y días, para acercar sus posturas. Muchas veces la historia olvida los episodios que no llegaron a darse; pero tenemos la obligación de recordar quién fue el principal responsable de que esa guerra espantosa se evitara.
Fue Néstor Kirchner, con su determinación inconmovible, con su capacidad de trabajo inagotable, con su maestría para la construcción de acuerdos. A un año, mi homenaje para quien ya no está pero nos enseñó tanto.