Polí­tica

El amor vence al odio

La Justicia confirmó lo que ya sabíamos: el Programa Qunita no tuvo sobreprecios ni hubo un direccionamiento en su licitación, los elementos del kit eran seguros y, lo más importante, evitaba la muerte de las y los bebés más humildes de nuestra Patria, garantizando un comienzo de vida equitativo. El perjuicio fue hacia las miles de familias que durante estos años estuvieron privadas de recibirlo por decisión del macrismo y del conglomerado mediático judicial cómplice.

Recientemente, el Tribunal Oral Federal número 8 sobreseyó a los 18 procesados por la Causa Qunita, dando lugar al pedido de la fiscal del juicio, Gabriela Baigún; dictaminando la inexistencia de delito. Los exfuncionarios y trabajadores y trabajadoras del Estado fueron víctimas de persecución política, mediática y judicial por llevar adelante un programa que llevaba dignidad a cada rincón de nuestro país.

El Programa Qunita estaba destinado a las familias de los sectores populares, titulares de la Asignación por Embarazo para la Protección Social. Sus objetivos eran disminuir las muertes infantiles evitables, promoviendo los controles durante el embarazo y los partos en maternidades seguras, así como potenciar otras políticas sanitarias y sociales para acompañar en la crianza, fomentando prácticas de cuidado como la lactancia materna, la salud sexual y el sueño seguro.

La estrategia incluía el estímulo de los controles durante el embarazo en centros de atención primaria y la referencia a la maternidad correspondiente según las necesidades. La entrega del kit se realizaba únicamente en las maternidades que cumplieran con las condiciones obstétricas y neonatales esenciales definidas por el Ministerio de Salud de la Nación en todo el país, que garantizan nacimientos seguros; accediendo a los cuidados necesarios tanto la persona gestante como la o el recién nacido.

De este modo, la familia recibía todos los elementos indispensables para los primeros meses de vida, entre los que se encontraba una cuna-moisés con la que se buscaba evitar el colecho que, en condiciones inseguras, puede provocar la muerte súbita del lactante. Se garantizaba, de ese modo, el sueño seguro, por tener la o el bebé un espacio propio para dormir. Además, traía un colchón, dos juegos de sábanas, acolchado, frazada de polar, ropa y escarpines para el bebé, portabebé, bolsos, artículos de higiene, termómetro digital, cremas, protectores mamarios, preservativos, algodón, chupete, babero, mordillo, libro de cuentos, sonajero, bata, camisón, pantuflas y guía de cuidados para la madre. Todos elementos bellos y de excelente calidad. En el peronismo, para el pueblo lo mejor.

Su diseño fue del compañero Tiago Ares quien, preocupado por la vida de las y los bebés de los sectores más vulnerados, buscó modelos similares en otros países y los adaptó a las particularidades y necesidades de nuestro país. La cuna, entonces, no podía ser de cartón, como las que se entregan en Finlandia, sino de madera para poder apoyarse en pisos con humedad y/o de tierra sin dañarse.

Durante la breve implementación del programa Qunita en el 2015, aumentaron los nacimientos de niños y niñas en maternidades seguras. En los primeros tres meses, creció un 2,3%: unos 20.000 nacimientos anuales más. A su vez, aumentó la cantidad de maternidades acreditadas como seguras, pasando de 268 a 289.

Su ejecución coincidió con el descenso histórico de casi un punto de la mortalidad infantil a un dígito en 2015, lo que marcó el mayor descenso desde 2004: se ubicó en 9,7 por mil; disminuyendo 8,5%. Para graficarlo, luego de la implementación de Qunita en julio, murieron 275 bebés menos en el segundo semestre que en el primero del mismo año. Asimismo, las muertes infantiles neonatales (es decir, entre 0 y 27 días) por Síndrome de Muerte Súbita del Lactante pasaron de 59 en 2014 a 36 en 2015: una reducción de cerca de 3 puntos (de 7,6 muertes por cada 100 mil nacidos vivos en 2014 a 4,7 en 2015).

A poco de lanzarse el programa, la diputada macrista Graciela Ocaña presentó una denuncia cuestionando la licitación y la calidad de los elementos del kit, que, casualmente, cayó en el juzgado de Bonadío.

Bonadío utilizó su tradicional derecho penal creativo privando a las y los acusados de sus garantías constitucionales para ejercer su defensa y anticipando y compartiendo detalles de la causa con los medios de comunicación aliados al macrismo.

En febrero de 2016, Aníbal Fernández, Daniel Gollán y Nicolás Kreplak estaban procesados y embargados por sumas millonarias.

Apenas asumió, Mauricio Macri cerró el Programa y dejó miles de kits durante meses en depósitos, causando un enorme perjuicio al Estado por los gastos que esto implicaba y a millones de familias argentinas a quienes se les negó su derecho. El fallecido juez a cargo de la causa llegó incluso a solicitar que los kits sean incinerados, provocando una fuerte reacción por parte de la comunidad en defensa de Qunita.

Se organizaron desde un festival en el Obelisco hasta intervenciones en la Facultad de Diseño de la Universidad de Buenos Aires o la instalación de un pesebre en la Quinta de Olivos, pasando por una solicitada y cartas enviadas al Papa Francisco pidiendo su intervención. Poco tiempo después, la Justicia ordenó que se entreguen los kits que habían quedado, ya sin objetivos ni criterios sanitarios.

El día que se cumplieron 6 años de su lanzamiento en Tecnópolis por parte de la entonces presidenta Cristina Fernández de Kirchner, la Justicia dictaminó que no hubo delito por parte de quienes implementaron esta política pública revolucionaria. Resta saber qué pasará con quienes en busca de perpetuar el neoliberalismo en nuestro suelo, llevaron a la muerte a miles de bebés que necesitaban de un Estado protector.

 

Ciudad de Buenos Aires
El domingo 17 de marzo participamos, por cuarto año consecutivo, de la Marcha de las Antorchas en el barrio de Lugano 1y2 bajo el lema “Iluminemos las calles con memoria” y en unidad con todas las organizaciones del campo popular de la comuna y el Observatorio de Derechos Humanos de la Comuna 8.