Ambiente

Una agenda para el ambientalismo popular

Estamos frente a una crisis sin precedentes. La pandemia sacudió el mundo entero, frenó la economía global y dejó al descubierto lo peor del sistema: un modelo económico extractivista que no da para más. El coronavirus se llevó millones de vidas y profundizó como nunca las desigualdades. Mientras la riqueza de los multimillonarios de América Latina creció más de un 40%, millones de personas cayeron en la pobreza.

En este contexto, la superación de la pandemia no puede plantearse como una vuelta a la vieja normalidad. Tenemos que avanzar hacia otro modelo de desarrollo que sea sustentable y logre, como dijo nuestro compañero Máximo Kirchner, amigar el artículo 14 bis de la Constitución con el 41. Lograr una reconstrucción ambientalmente sustentable, socialmente justa y que garantice el buen vivir.

El ambientalismo popular tiene un rol fundamental en esta nueva construcción. Nuestra tarea desde la militancia es lograr construir una agenda ambiental que contemple las disputas políticas, económicas y sociales que tenemos que dar para reducir la pobreza y la desigualdad.

En este sentido, desde nuestra organización venimos dando discusiones fundamentales. El proyecto ambiental más importante que se aprobó en 2020 fue la Ley de Fuego, presentada por Máximo Kirchner. Una ley que, como pocas, lleva la impronta del ambientalismo popular: disputarle a los poderes concentrados, el agronegocio y el lobby inmobiliario que incendió casi un millón de hectáreas en todo el país con fines especulativos.

También se aprobaron desde el Congreso leyes trascendentales como la Ley Yolanda, que establece la capacitación ambiental integral y transversal para todos los trabajadores y trabajadoras del Estado, o la ley de Educación Ambiental, una iniciativa clave para la construcción de la conciencia ambiental igualitaria y soberana.

Asimismo, el año pasado Argentina ratificó el Acuerdo de Escazú, un convenio de Democracia y Gobernanza Ambiental de Latinoamérica y el Caribe que garantiza el derecho a la información ambiental; el derecho a la participación ciudadana en el diseño de políticas ambientales y el derecho a acceder a la justicia cuando estos u otros derechos ambientales son vulnerados.

En este sentido, muchos de nuestros compañeros y compañeras en la Cámara de Diputados están impulsando el Foro Legislativo Ambiental, un espacio de encuentro entre legisladores y organizaciones ambientales, territoriales, militancias, comunidades de pueblos originarios, expertos y diversos actores de todo el país para poner a discusión, bajo el paradigma de Gobierno Abierto, los desafíos que tenemos por delante desde el ambientalismo popular.

Este foro, en el que están participando cientos de personas de todo el país, pretende contribuir a la conformación de esta agenda ambiental dispuesta a avanzar en cambios estructurales.

Desde la militancia territorial, y a pesar de las limitaciones que la pandemia nos ha traído, hemos realizando múltiples encuentros de formación interna sobre gestión de residuos sólidos urbanos, huertas, plantas nativas, dengue y otros temas de profunda importancia ambiental y social. A su vez, venimos convocando a distintos actores de la sociedad civil a formar parte de nuestro ciclo “Sin Desperdicio”, que tiene por objetivo visibilizar los temas ambientales, repensar nuestro rol como militantes y continuar marcando nuestra propia agenda ambiental, nacional y popular.

Armamos huertas agroecológicas en nuestros barrios, en ollas populares, comedores, organizaciones de la sociedad civil, clubes, unidades básicas, en las veredas como acción concreta y clave que aporta a reivindicar nuestro derecho a la soberanía alimentaria. Forestamos espacios públicos con flora nativa, desarrollamos compostaje comunitario, militamos la separación de residuos en origen articulando con los compañeros cartoneros y cartoneras, actores claves en la gestión integral de los residuos en nuestro país.

Estamos convencidos que los temas ambientales tienen una relación directa con la realidad de nuestro territorio, que quienes peor la pasan frente a una problemática ambiental puntual o global como es la crisis climática son los sectores más vulnerados de nuestra sociedad. Confiamos en la política como herramienta para transformar la realidad y por eso consideramos que urge la necesidad de que “lo ambiental” sea transversal a cualquier acción de gobierno, territorial y militante.

Nos enfrentamos a enormes desigualdades en el funcionamiento global. Las grandes potencias son las que más aportan a la crisis climática, pero los países del Sur Global somos quienes más pagamos las consecuencias. El rol de la militancia ambiental popular es clave a la hora de visibilizar estas desigualdades y pensar estrategias políticas que las contemplen.

Nuestra mayor prioridad es revertir la desigualdad y construir un mundo sustentable e igualitario bajo el imperativo del buen vivir. Abordar el ambientalismo desde esta perspectiva lo convierte en un desafío mucho más complejo, donde no existen recetas e implica afrontar procesos de conflicto y de disputa de intereses. Pero, en definitiva, es el único desafío que vale la pena dar.

 

Por el Frente Ambiental de la provincia de Buenos Aires 

 

 

Argentina
El 13 de abril de 2016, con nuestra conducción agredida por la jauría mafiosa del juez Bonadío, el poder especulaba con que nadie asistiría, que todo había sido un gran simulacro, que sin el gobierno nacional la militancia se esfumaría. Lo equivocados que estaban. Medio millón de personas revalidamos nuestro compromiso poniendo el cuerpo, acompañando a Cristina a declarar en la primera de mil citaciones y en la primera de mil causas. Había que estar; y estuvimos.
Polí­tica
Un 9 de abril como hoy, pero de 1949, Juan Domingo Perón clausuraba el Primer Congreso Nacional de Filosofía en la ciudad de Mendoza, en la joven UNCuyo, con la presentación de una conferencia que luego se publicaría como “La comunidad organizada”.