Mirta Disábato, la compañera de larga trayectoria militante, la de la JP, la cuenta cuentos, la vecina que hacía rato quería volver a estar entre compas. La de los ojos claros y rostro fuerte. Brava para la discusión y dispuesta siempre a compartir la historia, su parte, la que ella vivió. La que se sentaba en la rueda del mate con las manos apoyadas en el bastón con todo el cuerpo escuchando, con todo el cuerpo atento. Esa Mirta, nuestra Mirta, se nos fue después de largas semanas de estar internada; después de largas semanas de no escucharla ni leerla en mensajes con los que nos alentaba a seguir.
Una noche de verano, cuando recién empezaba el año, dele continuar la alegría de haber vuelto, Mirta nos tuvo a todxs atentxs. Sentadxs en ronda, le pedimos que nos cuente una anécdota de su época de la facultad, una anécdota que empezó por casualidad. Por una palabra, una frase. De a poco se hizo relato. Quedamos embobadxs escuchando la voz, su cadencia, el tono. La militante y la narradora se juntaron esa noche.
Ya habíamos bailado y cantado. Y ella, ella con nosotrxs.
Así Mirta vas a estar, siempre con nosotrxs.
Te vamos a extrañar y a esperar aquel cuento que nos prometiste.
Ya debes andar peronizando los cielos.
Hasta la victoria siempre querida compañera.
Tus compañerxs de la Unidad Básica “Irreversible”, La Paternal, Ciudad de Buenos Aires.