Mujeres

Araceli, una piba menos

La conmoción por la noticia del hallazgo del cuerpo de Araceli tiene un doble ejercicio de injusticia: otra piba muerta, casi una por dí­a en lo que va de abril, una cada 18 horas en lo que va del año. Y otra piba con la que la Justicia llegó tarde y a la que el Estado no se preocupó en buscar.

Las mujeres sufrimos la violencia a diario, a plena luz del dí­a, naturalizada, legitimada. Pero el femicidio como máxima expresión de esa violencia machista, de este sistema patriarcal para el cual las mujeres somos desechables, aparece como una tragedia irremediable de la cual se lamenta la sociedad y se alimentan los medios, sin que haya entre una y otra forma de violencia. No nos matan porque sí­, no nos matan por casualidad, por la fatalidad azarosa. Nos matan por ser mujeres, porque nuestra cultura avala que los varones se apropien y ejerzan poder sobre nuestros cuerpos.

La segunda injusticia que sufrimos es la de la falta de justicia para nosotras. Después de que nos violan, el sistema institucional, algunos medios e incluso muchas personas, culpan a las ví­ctimas. Con suerte investigarán, pero la primera condena es hacia la mujer ví­ctima. Si sobreviví­s, debés estar agradecida y punto. Una mujer violada no vale nada. Muerta, menos.

Cuando desaparece una piba el Estado no la busca: primero sospecha que se habrá ido de joda “con un tipo” y ya volverá. Así­ paso con Micaela, con Araceli y tantas pibas solamante en lo que va de 2017. Recién llegamos a la primera plana de los diarios una vez que nos matan.

La familia de Araceli convocó desesperada a movilizaciones y cortes para exigir que la causa se moviera. 27 dí­as después de su desaparición,  su cuerpo fue encontrado en una vivienda que ya habí­a sido allanada. El principal sospechoso y ahora prófugo, Darí­o Badaraco, fue identificado como la última persona que la vio con vida. Se sospecha que sus conexiones con policí­as le habrí­an permitido escapar ayer.

Esta vez, y como si la hipocresí­a de siempre no bastara, desde algunos sectores intentan identificar al presunto asesino como “militante de La Cámpora”, con el objetivo de ocultar la inoperancia de las autoridades que realmente debieron actuar.

Conversamos durante varias horas sobre si era necesario salir a aclarar esta situación, y decidimos  explicarlo de una vez  que  para que nadie tenga dudas y nos ocupemos de hablar de lo que en realidad hay que hablar: Darí­o Badaraco nunca fue militante de nuestra organización. Definirlo de esa manera, utilizando su ví­nculo con una compañera que concurrí­a a una Unidad Básica de José León Suárez, tiene una clara intencionalidad polí­tica y solamente busca ensuciar a la militancia y a la organización popular.

Somos nosotras las mujeres organizadas las que en muchos casos estamos en la primera atención, acompañando a mujeres victimas de violencia, trabajando en los barrios contra la violencia de genero e incluso muchas veces cumpliendo un rol que deberí­a ser del Estado. Por eso les aclaramos a aquellos que ahora nos acusan, que los varones violentos y los femicidas no nacen de un repollo, están insertos en la sociedad, tienen empleos, familias, amigos; y nadie pensarí­a en responsabilizar a todos/as ellos/as de sus actos.

El Gobierno Nacional lanzó con bombos y platillos una plan nacional contra la violencia dé género que no aportaba nada nuevo respecto de lo que vení­a trabajando el Consejo Nacional de las Mujeres hasta el 2015. Un presupuesto de 700 millones que dividido en tres años no parece ser en comparación con otras áreas tan significativo y que encima arrancó el año con un recorte de casi 70 millones.  “Un error”, se dijo luego. Otro más.

Los derechos de las mujeres están en claro retroceso en los últimos meses.  Las mujeres que denuncian violencia no tienen luego ninguna polí­tica de contención.  El Ministerio de Seguridad relanza un protocolo que ya habí­a lanzado en 2012, y que una nueva muerte nos demuestra que no ha servido para mucho. La justicia machista sigue condenando de antemano a las ví­ctimas y nunca  lograanticiparse a los hechos, empezar a buscar desde el primer momento, entender que ninguna piba desaparece porque sí­.

Hoy nuevamente somos todas Araceli, somos todas y cada una de las mujeres asesinadas por la violencia machista, somos todas potenciales ví­ctimas y seguimos exigiendo Ni una menos.

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Anoche, el Ministerio de Capital Humano anunció que habían “acordado” con el Consejo Interuniversitario Nacional (CIN) un aumento del 140% en la partida de gastos en funcionamiento de las universidades y la duplicación del gasto destinado a hospitales universitarios. Esto sirvió como palanca para que, desde las instituciones y sus tuiteros y medios afines, comenzaran a instalar que recompusieron el presupuesto universitario.
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La Cámpora en Filosofía y Letras – UBA despide con mucho dolor y profundo agradecimiento a la compañera Florencia Jakubowicz.