Movimiento Obrero

Paro y Palo

Ayer se realizó el primer paro general contra el Gobierno de Mauricio Macri luego de quince meses de polí­ticas que transfirieron riqueza de las mayorí­as populares hacia las minorí­as concentradas. La respuesta oficial fue minimizar el hecho y reprimir manifestantes.

Varios creí­an que se debió llegar a esta medida de fuerza tiempo antes, otros consideraban que aún habí­a que esperar. Lo cierto es que ayer se llevó adelante un paro general convocado por todas las centrales obreras contra las polí­ticas de ajuste que generan desempleo, pobreza y derrumbe de la industria nacional.

Estéril es entrar en discusiones sobre cifras y los motivos que contribuyeron al éxito de la medida. El dato de la realidad es que ayer en todo el territorio argentino se sintió el cese de actividades. Más allá de las débiles muletillas redactadas por el manual de comunicación del Pro que pretenden instalar fantasmas destituyentes, son hechos concretos consecuencia de decisiones gubernamentales los que forzaron a realizar una huelga general.

El aumento del desempleo, de la pobreza, la pérdida de poder adquisitivo, la caí­da de la industria en todos los sectores, el cierre de pequeñas empresas y comercios no son inventos. Y si eso es destituyente es el propio Ejecutivo el que atenta contra sí­ mismo.

El cinismo oficialista en poco contribuye a encauzar el malestar social. El Ministro Triaca reiteró que la medida fue innecesaria. Marcos Peña, cuyo call center ayer hizo home office, se aferró al paro de transporte para decir que si hubiera habido transporte público hubiese habido nula adhesión. Uno podrí­a retrucarle que el paro del transporte le da el resguardo al trabajador privado que quiere sumarse a la medida de fuerza pero corre serios riesgos de que su empleador no respete sus derechos constitucionales y le aplique represalias. Se podrí­a ahondar en esta dialéctica, pero ciertamente serí­a más interesante ver al Jefe de Gabinete coordinando a los funcionarios en beneficio del pueblo. Serí­a mejor que Peña estuviera menos en redes sociales y más instruyendo a los Ministros de Seguridad, Defensa y Medio Ambiente a atender la terrible inundación que asola a Comodoro Rivadavia en vez de andar reprimiendo manifestantes, comprando armas que no se necesitan en Estados Unidos o, bueno, nadie sabe hasta ahora qué hace Sergio Bergman.

El propio Jefe de Estado ironizó sobre que él estaba trabajando (qué bueno que trabaje después de cuarenta dí­as que ya lleva tomados de vacaciones) en una reunión con inversores. De esas que sirven para que se encuentren los que son de la misma clase, pero que en quince meses el único resultado que dio fue transformar el Centro Cultural Kirchner en un espacio de eventos empresariales en vez de en un faro cultural.

A todo esto el Gobierno quiso dar la nota reprimiendo violentamente algunas de las manifestaciones convocadas por organizaciones de izquierda. La intención no era desalojar los caminos porque fue la propia Gendarmerí­a la que más obstaculizó el tránsito. El objetivo era golpear, era mostrar la mano dura. Atacaron a los manifestantes cuando ya se estaban yendo. Sólo para dar la imagen de una supuesta firmeza y tolerancia cero. El propio Eugenio Burzaco se hizo presente con cara de malo y maltratando a periodistas. La misma semana en que se cumplieron diez años del asesinato de Fuentealba. Burzaco era asesor en seguridad del entonces gobernador Sobisch. Extrañaba la represión.

Cuando un gobierno no logra canalizar la conflictividad social se recrudece la represión. Ayer quedó claro que Macri y los suyos han decidido ir por todo. Ir por todos los derechos de los trabajadores sin escuchar ni retroceder, y que están dispuestos a usar la fuerza en contra del pueblo para disciplinar e imponer el ajuste.

El paro de ayer fue un mensaje contundente. Todo indica que las prioridades del Ejecutivo no van a cambiar y el movimiento obrero organizado deberá profundizar su plan de lucha en defensa propia.

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