Polí­tica

Lord Cheseline

Cada vez que un gobierno genera una caí­da de la actividad económica y comienzan a verse las consecuencias sociales de las medidas que se adoptan, el discurso xenófobo reaparece para responsabilizar a los inmigrantes de nuestros paí­ses hermanos por el crecimiento de la desocupación, el aumento de la pobreza y la exclusión social.

Mientras se instala un clima de miedo a perder el trabajo, o a protestar si ya lo perdiste, algunos sacan pechito de valientes y se justifican diciendo que “alguien se tiene que animar a decir estas cosasˮ. No les importa la irracionalidad de sus dichos, ni el contenido discriminatorio y ofensivo de sus palabras.

También pueden adornar sus pavadas con argumentos tomados de las peores tradiciones polí­ticas argentinas: desde el clasismo aristocrático hasta cierto nacionalismo mal entendido, con olor a naftalina.

Cuando se ponen en plan de analistas internacionales, nuestros levanta muros criollos afirman muy sueltos de cuerpo y sin ningún dato serio que los avale, que “en otros paí­ses cuidan sus fronteras y prohí­ben la entrada de inmigrantes, mientras nosotros pecamos de generosos y románticosˮ.

¿Por qué nunca aparecen estos discursos xenófobos cuando un gobierno decide hacer crecer la economí­a, crear empleo y redistribuir la riqueza? ¿Por qué no usan el mismo criterio de admirar a los paí­ses que protegen sus economí­as para cuidar a sus trabajadores en lugar de alambrar sus fronteras de los que buscan el trabajo que no encuentran en sus hogares por las consecuencias del libre mercado y la timba financiera?

La estrategia de buscar un chivo expiatorio para encontrar un culpable de las consecuencias que genera la polí­tica de achicar el Estado y favorecer la concentración económica comenzó casi al mismo tiempo que el gobierno de Cambiemos, cuando echaron a miles de empleados públicos acusándolos de ser la “grasa militanteˮ o directamente de ñoquis.

Arman un estereotipo y le echan la culpa de todos los males. Después de unos dí­as, buscan a otro porque de nada sirvió la persecución anterior. Y así­, pasan los dí­as generando nuevos desocupados que tienen que suponer que la culpa de perder su trabajo no es de un modelo económico que quiere bajar salarios.

La culpa de todos los males era de las retenciones al campo y a las mineras, por eso las eliminaron ¿Que mejoró? Nada. La culpa era que no tratábamos bien a los señores buitres y les dieron más de lo que pedí­an ¿Que mejoró? Nada. La culpa era de los subsidios a los servicios públicos, el fútbol para todos, los teléfonos celulares, los aires acondicionados, las vacaciones.

Cada medida agravó la situación mientras que unos pocos millonarios se hacen cada vez más millonarios.

Ahora son los inmigrantes. Luego va a ser otro el invento para que disimular que los únicos que se benefician de todo esto son los CEOs de las grandes empresas y la banca internacional y sus empleados comisionistas que después terminan siendo funcionarios.

Argentina
El 13 de abril de 2016, con nuestra conducción agredida por la jauría mafiosa del juez Bonadío, el poder especulaba con que nadie asistiría, que todo había sido un gran simulacro, que sin el gobierno nacional la militancia se esfumaría. Lo equivocados que estaban. Medio millón de personas revalidamos nuestro compromiso poniendo el cuerpo, acompañando a Cristina a declarar en la primera de mil citaciones y en la primera de mil causas. Había que estar; y estuvimos.
Polí­tica
Un 9 de abril como hoy, pero de 1949, Juan Domingo Perón clausuraba el Primer Congreso Nacional de Filosofía en la ciudad de Mendoza, en la joven UNCuyo, con la presentación de una conferencia que luego se publicaría como “La comunidad organizada”.