Opinión

Las universidades nacionales que La Nación aborrece

Por Pablo ‘Chango’ Mobili*

Los editoriales del diario La Nación suelen ser elaboradas piezas literarias, armoniosamente articuladas en un sistema de ideas tan claro como cerrado, contenedor de un profundo temor implí­cito hacia todo lo que huela a transformación de lo establecido.

El editorial del domingo 9 de octubre contiene ya desde su tí­tulo- “La caja negra de las universidades nacionalesˮ- una serie de asociaciones sugeridas al lector con el objetivo de seguir atacando la noble actividad en donde el ser humano pasa de ver el ombligo propio a ver a quienes tiene al lado: la polí­tica.

Ya en el primer párrafo el diario de los Mitre arriesga una definición de la universidad: “Las universidades deberí­an ser centros académicos y de formación profesional comprometidos con la búsqueda de la verdad y el progreso en los distintos campos del saber”.

A la vez, lamenta que “cuando detrás del florecimiento de estas casas de altos estudios prevalecen motivaciones ideológicas, económicas y/o polí­ticas por encima de las académicas, la desnaturalización se torna evidente: los supuestos centros de excelencia se convierten en meros espacios de poder donde anida la corrupción”.

De estos fragmentos podemos deducir entonces que: 1) El compromiso de las universidades no es con la sociedad que la sustenta y de la cual forma parte sino solamente con “la verdadˮ y el progreso del saber. 2) La creación de nuevas universidades debe estar motivada principalmente por cuestiones “académicasˮ, y no por razones ideológicas, económicas y polí­ticas.

La verdad, el progreso y la academia versus la ideologí­a (las ideas) y la polí­tica (las ideas puestas en práctica). Serí­a interesante que La Nación intente demostrar cuándo y dónde se crearon universidades con los preceptos morales que pretende. ¿Es fruto de la casualidad que la Universidad más importante y reconocida de nuestro paí­s, la UBA, se encuentre en la Ciudad más rica? ¿Es producto de “criterios académicosˮ que hasta hace pocos años distritos grandes y poblados de la Provincia de Buenos Aires no contaran con universidades nacionales? ¿Los ciudadanos de Florencio Varela, Avellaneda, José C. Paz y tantas otras ciudades de nuestro paí­s no están lo suficientemente comprometidos con la “búsqueda de la verdad y el progresoˮ como para merecer una universidad?

Otro punto central del editorial mitrista es el ataque a algunos rectores de universidades nacionales por no contar con “los antecedentes académicos que deberí­an exigí­rsele a un rectorˮ, y por ser “dirigentes o militantes polí­ticos kirchneristasˮ. En este caso, la asociación “libreˮ que el lector realiza a modo de conclusión es: los dirigentes o militantes polí­ticos no cuentan con los antecedentes académicos necesarios para ser rectores. O más aún: ser militante polí­tico invalida o ensucia los antecedentes académicos que uno pueda tener para ser rector. Nuevamente, además de recomendarle la lectura de los currí­culums de los rectores en cuestión, nos preguntamos cómo es el “rector modeloˮ que propone La Nación, siendo que conducir una universidad es precisamente tomar cotidianamente decisiones ( ¡oh!) polí­ticas en el marco de una institución educativa.

Las universidades son instituciones estratégicas para el desarrollo de nuestro paí­s y de cualquier paí­s. El “progresoˮ, para nosotros, es que miles de pibes y pibas puedan ser estudiantes universitarios. Primera generación de estudiantes orgullosamente universitarios, como hemos conocido en los últimos 12 años pasados. La “verdadˮ para nosotros no es absoluta, es relativa, y parte de esa verdad incluye numerosas universidades nuevas con estudiantes nuevos que pueden cumplir sueños que sus padres ni se imaginaron, y haciéndolo contribuyen a construir una Patria más justa.

Por último, y ya que el diario nos marca cómo deberí­an ser las universidades, como estudiantes universitarios nos atrevemos a preguntar, ¿qué deberí­a ser y hacer un diario? ¿No pagar impuestos es uno de los caminos en la búsqueda de la verdad? ¿Contar con el monopolio de la venta del papel de diario contribuye a la pluralidad de voces en una sociedad democrática? Ojalá que los estudiantes de las universidades nacionales que La Nación aborrece puedan graduarse para ayudarnos a contestar estos interrogantes.

*Presidente del Centro de Estudiantes de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA.

Ambiente
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