Derechos Humanos

Defensa (del terrorismo de Estado)

El jueves 14 de julio el diario La Nación nos volvió a regalar uno de sus editoriales sentimentales, esos a los que ya nos tiene acostumbrados, a través de los cuales nuestra derecha más ideologizada añora un tiempo pasado, que fue mejor. Aquel tiempo de batalla, en el que nuestras Fuerzas Armadas libraron una guerra antisubversiva impulsada desde Washington para salvarnos del sucio trapo rojo.

El cotidiano de los Mitre volvió a revindicar desde sus páginas el terrorismo de Estado, en un editorial que lleva como tí­tulo “Defensa: por ahora sólo desfilesˮ. En ese texto, que casi pasa como si nada, desapercibido, el diario habla de unos supuestos “represoresˮ, en comillas y perseguidos, y pide reconciliación. Por suerte no menciona a los desaparecidos, porque de hacerlo seguramente nos habrí­a recordado que siguen en Europa, en unas largas vacaciones, o que en realidad fueron sólo un invento para poder cobrar indemnizaciones, en lí­nea con el pensamiento del todaví­a director artí­stico del Teatro Colón.

No nos sorprende el editorial, ya estamos acostumbrados. Durante las presidencias de Néstor y Cristina, las páginas del diario de los Mitre sirvieron como vitrina para exponer los deseos de los sectores más retrógrados de nuestro paí­s. Desde sus editoriales, que bien podrí­an ser publicados en la revista Cabildo y nadie lo notarí­a, se cuestionó permanentemente la legalidad de los juicios de lesa humanidad, acusando parcialidad, entre otras cosas. De eso hablan, cuando mencionan un “tratamiento judicial asimétricoˮ. Algunos podrán pensar que en realidad están haciendo una comparación con el destino que tuvieron los militantes polí­ticos, que fueron asesinados luego de haber sido torturados, pero que en ningún caso tuvieron derecho a defensa ni a un tribunal. No, no están hablando de eso.

Sin embargo hoy en dí­a los juicios de lesa humanidad se defienden solos. Cuentan ya con un consenso tan extenso que ni siquiera este gobierno, fiel representante de los sectores concentrados que se enriquecieron durante la dictadura, se siente habilitado para detenerlos. Quita recursos y desactiva áreas estratégicas del ejecutivo que solí­an funcionar como soporte, pero no los puede detener. Hoy los juicios cuentan con un apoyo tan amplio que la última vez que el diario de los Mitre pidió a gritos que se detengan, a través de otro editorial sentimental, los mismos trabajadores del diario se manifestaron enérgicamente en contra de ese texto.

No debemos entonces aquí­ hacer una defensa de los juicios, que cuentan con un número de absueltos que de por sí­ solo deberí­a ser ejemplo suficiente de que se realizan en el marco de la ley. Lo que sí­ nos preocupa es el pedido que hace La Nación de revivir al brazo represor del Estado. El liberalismo explí­cito necesita en algún momento del autoritarismo, de la represión, sobre todo para un pueblo que viene de una década sostenida de ampliación de derechos, frente a un gobierno que en tan sólo 7 meses generó más de 5 millones de nuevos pobres. Nuestro ejército así­ como está no nos sirve, parece decir el editorial. Todo bien con los desfiles, pero si esto sigue así­, en algún momento vamos a tener que ponernos firmes de nuevo. Porque hay un sector importante, ( ¿mayoritario?) que no está dispuesto a seguir tolerando la violenta quita de derechos a los que este gobierno está sometiendo a nuestro pueblo. ¿Y a quién acudiremos, parece preguntarse La Nación, si nuestras Fuerzas Armadas sólo hacen desfiles?

Argentina
El 13 de abril de 2016, con nuestra conducción agredida por la jauría mafiosa del juez Bonadío, el poder especulaba con que nadie asistiría, que todo había sido un gran simulacro, que sin el gobierno nacional la militancia se esfumaría. Lo equivocados que estaban. Medio millón de personas revalidamos nuestro compromiso poniendo el cuerpo, acompañando a Cristina a declarar en la primera de mil citaciones y en la primera de mil causas. Había que estar; y estuvimos.
Polí­tica
Un 9 de abril como hoy, pero de 1949, Juan Domingo Perón clausuraba el Primer Congreso Nacional de Filosofía en la ciudad de Mendoza, en la joven UNCuyo, con la presentación de una conferencia que luego se publicaría como “La comunidad organizada”.