Derechos Humanos

Genocidas con privilegios

Miguel Etchecolatz, genocida condenado por cometer crí­menes de lesa humanidad como robo de bebés, secuestros, torturas, desapariciones y asesinatos durante la última dictadura cí­vico militar; fue beneficiado con la prisión domiciliaria, la cual ejercerí­a en la Ciudad de Mar del Plata.

El Partido Judicial bien sabe adaptarse a los Cambios. En medio de un clima de época impulsado desde el gobierno, que promueve la reconciliación con los represores, sostiene una mirada negacionista del genocidio intentando reinstalar la teorí­a de los dos demonios y pone en duda el número de desaparecidos; comienzan a sucederse por parte de ciertos tribunales este tipo de decisiones, y  tras el repudio popular que hizo dar marcha atrás al beneficio del 2×1, se empezaron a tejer otras estrategias para favorecer  a condenados: prisiones domiciliarias, unificación de penas, beneficios durante los procesos judiciales.

Miguel Etchecolatz fue director de investigaciones de la Policí­a Bonaerense durante la última dictadura cí­vico militar y, como tal, tuvo a su cargo los 21 centros clandestinos de detención de la provincia. Entre otras atrocidades, es responsable de la desaparición de los jóvenes estudiantes en lo que se dio en llamar La Noche de los Lápices.

Cuando aún no se investigó su participación en la segunda desaparición de Jorge Julio López, la cual se dio en el marco de las declaraciones en juicio contra su persona, cuando jamás brindó información sobre qué le hicieron ni tampoco sobre el paradero de los niños y niñas a los que sustrajo su identidad, como por ejemplo Clara Anahí­; se ve beneficiado con un privilegio que nos interpela.

El ex jerarca de la bonaerense, mano derecha de Ramón Camps, ya habí­a gozado de la prisión domiciliaria, la cual le fue revocada luego de que un grupo de jóvenes denunciara haber sufrido amenazas con un arma de fuego por parte del genocida.
El arma fue efectivamente encontrada en su vivienda. A su vez, en otras oportunidades, habí­a requerido este beneficio y se sospechó de fraude en las pericias médicas que argumentaban, como ahora, la necesidad clí­nica de este privilegio.

A Etchecolatz le permitieron incluso elegir dónde residir, dado que a partir de un informe socioambiental le aprobaron regresar a donde tiene fijado su domicilio: el Bosque Peralta Ramos, en la Ciudad de Mar del Plata. Este privilegio le fue negado, por ejemplo, a Milagro Sala, detenida sin condena por ser una militante social comprometida con las causas justas. El Partido Judicial se manifiesta blando con los represores y duro con los dirigentes polí­ticos. A imagen y semejanza, el gobierno es duro con los débiles y blando con los poderosos. Otra vez.

El único lugar para un genocida es la cárcel común, perpetua y efectiva. Nosotros no perdonamos, no olvidamos y no nos reconciliamos. No buscamos venganza, sino Justicia. Esperamos que las instancias de apelación venideras, revoquen esta excepción para que así­ no llegue a transformarse en regla este privilegio. Por la memoria de nuestros compañeros y compañeras, no pasarán.

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