Universidad

Un momento crí­tico para la Universidad pública argentina

Esta semana no será una más para la comunidad universitaria de nuestro paí­s. Los gremios docentes de las universidades nacionales realizan un paro durante toda la semana por el escaso avance tras tres meses de negociaciones paritarias. Se trata de la primera medida de fuerza de estas caracterí­sticas en los últimos 12 años.

Por Laura V. Alonso

El ejecutivo nacional, responsable del financiamiento a las universidades nacionales ofrece de aumento para 2017 un 20%, cifra que queda debajo de las proyecciones de inflación anualizadas que comunica el organismo oficial Indec. Al aumento de precios 2017 se le debe añadir los ingresos perdidos por la inflación desbocada de 2016, que duplicó a la de 2015. En sí­ntesis, el panorama para los trabajadores de la educación superior, como para casi todos los trabajadores del paí­s, es poco alentador.

Además del paro docente, se realizarán múltiples actividades como clases públicas, jornadas de concientización y también una marcha federal que incluirá al otro actor clave del sistema universitario: los estudiantes.

Desde un enfoque más amplio a la negociación paritaria, es central advertir que en este tercio de mandato que lleva la coalición Cambiemos en el gobierno, la universidad no está exenta de los embates que sufre la mayorí­a de los trabajadores argentinos.

El resultado de la lógica polí­tica que guí­a al gobierno se manifiesta para las universidades en distintos aspectos. Por un lado en el empobrecimiento de los trabajadores del sector, tanto los docentes como los no docentes, cuentan con un poder de compra inferior al de 2015. Por otro lado, los presupuestos universitarios, en este tiempo, sufrieron los tarifazos en los servicios públicos, sin un correspondiente aumento de las partidas para financiar dichos gastos. La consecuencia de ello fue que se dejó de invertir en proyectos de desarrollo de infraestructura, investigación, voluntariado o transferencia, ya que esos fondos están siendo afectados por las necesidades básicas de reproducción cotidiana como es el pago de la luz o el agua.

Otro tanto podemos mencionar de los ajustes que está viviendo el sector cientí­fico con la reducción de las becas para el ingreso a la carrera dentro de Conicet y otros organismos como la CIC de la provincia de Buenos Aires. Se trata, en definitiva, de cientí­ficos que investigan mayoritariamente en institutos de Universidades nacionales, a la vez que son docentes de dichas casas de altos estudios. Docentes menos capacitados, con menos experiencia de investigación, necesariamente impactará de modo negativo en el proceso de formación de los futuros profesionales.

Es necesario advertir que todas estas noticias que refieren a un escenario de ajustes para el sistema universitario y de ciencia y tecnologí­a argentino nos ubican en un momento crí­tico para el sector. No sólo por el retroceso en la calidad de vida de sus trabajadores sino por las implicancias que sabemos que este esto tiene en lo que entendemos debe ser el rol de este sector de cara a las posibilidades o no de promover un modelo de desarrollo nacional que ponga eje en el fortalecimiento de las capacidades productivas locales.

Si la universidad y la actividad cientí­fica se ajustan, esto conlleva inexorablemente a la reducción de posibilidades de volcar el conocimiento generado en proyectos que mejoren la calidad de vida del conjunto de los argentinos. Un sistema universitario y cientí­fico que retrocede en su financiamiento y en sus posibilidades de vincularse con el territorio y los entornos productivos, es un sistema que vuelve sólo a procurar su subsistencia abandonando progresivamente actividades claves y beneficiosas para el conjunto de la sociedad.

Aunque este panorama nos recuerde mucho a lo ya vivido en la etapa neoliberal anterior, estamos seguros que ahora no nos ubicamos linealmente en los años ´90; años en donde la comunidad debió resistir los embates reforzando su identidad construida en torno a la idea de autonomí­a. Y decimos que no es un “simpleˮ retroceso, no sólo por la imposibilidad fí­sica de la vuelta en el tiempo, sino también porque en los doce años de gobiernos kirchneristas la universidad cambió.

La recomposición de los ingresos de los trabajadores de universidades, el descongelamiento de la idea de autonomí­a como estrategia autocentrada y defensiva, para pasar a que las universidades y la ciencia argentina, sean convocadas como herramientas de cambio; así­ como el fenómeno de apertura de nuevas universidades y la inclusión de estudiantes que no vení­an de familias con graduados universitarios, los famosos “primera generaciónˮ configuraron doce años de transformaciones al interior de la demografí­a y de la cultura universitaria nacional, construyendo un entramado de actores y sentidos distintos a los vigentes en los años neoliberales simbolizados en la década del ´90.

Sobre estas transformaciones es que hoy la comunidad universitaria, cientí­fica y tecnológica nacional, de modo conjunto, debe pararse para defenderse de un gobierno que concibe a la universidad y a la educación pública en general, como un lugar a donde se “caeˮ, y no como una herramienta central de la movilidad social ascendente, del progreso comunitario y la base del desarrollo de un paí­s.

Ciudad de Buenos Aires
El domingo 17 de marzo participamos, por cuarto año consecutivo, de la Marcha de las Antorchas en el barrio de Lugano 1y2 bajo el lema “Iluminemos las calles con memoria” y en unidad con todas las organizaciones del campo popular de la comuna y el Observatorio de Derechos Humanos de la Comuna 8.