Ellos Dicen

La Noticia Negociada

Es evidente que el gran problema para el poder en la Argentina no es la buena administración de las arcas del Estado ni el funcionamiento republicano de las instituciones, sino que el pueblo pueda volver a elegir un presidente como Cristina que defienda los intereses de las mayorí­as sin tenerle miedo a los que concentran los ingresos.

Esa es la razón de por qué a un año del nuevo gobierno todaví­a se la pasan hablando de la bendita pesada herencia, antes que de la montaña de evidencias del rumbo antipopular que lleva a cabo Macri y de las consecuencias sociales de semejante programa de saqueo.

Sin embargo, a medida que se dan cuenta de que ya no se puede seguir ocultando el volantazo discursivo del gobierno que pasó en cinco minutos del “Sí­, se puede vivir mejorˮ al “No se podí­a vivir tan bienˮ, van probando otras maneras para seguir demonizando todo lo que sea kirchnerista. En los últimos dí­as se puede ver que Clarí­n y el resto del periodismo macrista, está imponiendo a fuerza de repetición un nuevo concepto: Trump es populista entonces es igual a Cristina.

Si hay algo que hicieron Néstor y Cristina es hacerse cargo. Se hicieron cargo del incendio institucional que recibieron luego del 2001/2002. Se hicieron cargo de la deuda externa y de las cuasimonedas que generaron justamente muchos de lo que nos vuelven a gobernar; de la desocupación del 20 por ciento luego de años de flexibilización laboral; de renovar la Corte Suprema de la mayorí­a menemista. Sin chistar fueron enderezando el barco todo lo que pudieron durante doce años. Es más, es el dí­a de hoy que Cristina se hace cargo con orgullo del paí­s que dejó. Con desafí­os, por supuesto, pero con un modelo sustentable y un rumbo que vení­a mostrando resultados contundentes durante más una década.

Pero todo tiene su lí­mite. Ahora lo único que falta es que Clarí­n y el periodismo macrista le exijan que también se haga cargo de Donald Trump, un candidato de derecha norteamericano que todaví­a ni siquiera asumió.

Que de Trump se hagan cargo los norteamericanos de la misma manera que de Macri nos tenemos que hacer cargo todos los argentinos. Y en todo caso, que de un empresario multimillonario que se vanagloria de evadir impuestos y desprecia a las mujeres y a los inmigrantes se haga cargo la derecha. ¿De pronto se olvidaron que a Néstor le preguntaban si volví­a el zurdaje? ¿O que a Cristina la acusaban de montonera y a su ministro de economí­a de ser un ‘judí­o marxista’?

No se olvidan, pero tampoco les importa. Wiñazki escribe una nota en Clarí­n en la que dice que existe una “extraña obsesión populista contra los medios de comunicaciónˮ. Habla de una supuesta reunión entre Trump y algunos periodistas de los grandes medios de comunicación norteamericanos. En realidad la intención de la nota es hablar mal de Cristina relacionandola a la nueva palabra comodí­n que sirve para todo, populismo.

Sugiere el periodismo macrista que los gobiernos populistas (insistimos, refiriéndose a un gobierno de ultraderecha norteamericana que todaví­a ni asumió pero debemos entender que se le aplica al kirchnerismo) se llevan mal con la prensa por una especie de definición teórica de la Ciencia Polí­tica. Si esto es así­, cabrí­a preguntarse por qué los gobiernos liberales se llevan tan bien con la prensa concentrada. Porque en la nota nos da a entender que en los populismos existe “la utopí­a de la comunicación tutelada y regimentadaˮ, la llama la “Noticia Deseadaˮ pero que de hecho nunca se produce porque los grandes medios son opositores por definición de todo lo que sea “popularˮ y sus derivados. Entonces debemos suponer que los gobiernos liberales no quieren una prensa oficialista. Pero paradójicamente, estos medios simpatizan mucho con los gobiernos liberales, a los que llevan al poder durante las campañas electorales porque su lí­nea es similar.

¿Cuál es el resultado entonces de esta ensalada? Que con los gobiernos populistas, los grandes medios hacen periodismo de guerra contra la cruzada populachera, mediante lo cual justifican hasta la mentira sistematizada. Y con gobiernos liberales, como el de Macri, “el periodismoˮ no es ni “tuteladoˮ ni “regimentadoˮ pero comparte ideológicamente en forma pasional las medidas económicas del mismo.

En uno hay diversidad de opinión entre los representantes votados por el pueblo y los grandes empresarios de la comunicación, los resultados de las polí­ticas y los argumentos adquieren más relevancia, el debate es más rico. Clarí­n llama a esto la “Noticia Deseada, la utopí­a del populismoˮ. En otro hay una única visión, la del gobierno liberal y la de los medios que comparten su pasión por el libre mercado y los grandes negocios financieros. Nosotros la llamaremos entonces “la utopí­a del liberalismo, la Noticia Negociadaˮ.

Qué otra cosa es, si no, esta brutal confesión del periodista de Clarí­n? “Llega un gran momento para The New York Times y los demás. Se vuelven más urgentes las investigaciones, los columnistas, los periodistasˮ. ¿Acaso antes, o sea durante los gobiernos que son liberales y no populistas, no eran tan urgentes las investigaciones para la democracia ni para la sagrada profesión del periodismo de guerra? ¿Esto serí­a lo que está pasando aquí­ y ahora?

Recordemos que no nos interesa hacernos cargo de ningún presidente yanqui, menos de uno que está a la derecha del establishment económico y financiero norteamericano. Sin embargo esta insólita comparación que pretenden hacer sobre el populismo nos permite ver cómo Clarí­n también confiesa el modus operandi durante el gobierno de Cristina: “Hay dos campanas. Trump y los periodistasˮ. No se pide libertad de expresión para poder opinar o publicar lo que cada periodista piense. Entiende que una campana son “los periodistasˮ, un ejército bien ordenado que escribe lo que se les dice que escriban, ya no tal o cual gobierno, sino los jefes de los monopolios informativos que defienden sus intereses económicos y nada más.

Así­ y todo, a veces nos preguntamos por qué no lo acusan a Macri de desviaciones populistas. Al fin y al cabo él es el que se ofusca como nene dueño de la pelota cuando un periodista (que también es liberal) le hace una simple pregunta sobre los desastrosos resultados económicos de su gobierno. También nos preguntamos cuáles serán las Notas Deseadas del presidente ya que por lo visto no está conforme con que los grandes medios oculten el escándalo mundial de los Panamá Papers y resalten la regia huerta de Awuada en el techo de la Casa Rosada.

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