Varias paredes del barrio llevan leyendas de escuelas, próceres, arte callejero, gremios y muchas de organizaciones políticas.
Hace unos años, con la compañía de varios vecinos hicimos un mural homenaje a Néstor Kirchner en la pared vieja y descascarada de lo que era la fachada de un viejo mercado ubicado en la esquina de calle Defensa y Avenida Garay.
Desde que en noviembre pasado Mauricio Macri ganó las elecciones presidenciales, el mural sufrió múltiples “intervenciones”, seis en total: una vez le tiraron pintura de distintos colores, después le dibujaron esvásticas encima, le grafitearon símbolos satánicos, y la más notoria, unos bombazos de pintura verde-oliva (militar) en las frentes de Néstor, Cristina y Máximo, que lo acompañan en el mural.
También desde que Cambiemos gobierna el país, junto con el contexto de la lavada de cara no ideológica que tiene la política en general, se ha intentado vaciar de contenido ideológico a este barrio tan movedizo y participativo.
En menos de un año, los robos reiterados a Unidades Básicas y locales de organizaciones barriales y culturales, como ‘La Juegoteca’ y el Espacio para la Memoria; varios destrozos en sedes escolares que tienen historia de lucha para los que menos tienen, como la Isauro Arancibia; la detención de compañeros por querer pintar un mural en apoyo a la lucha de Madres y Abuelas, y el intento de suspender la radio abierta que llevamos a cabo desde el año 2010 con los compañeros de La Cámpora Templanza Suramericana.
Las imágenes y las voces de la radio son instrumentos de ideologías,y formas de hacer política porque establecen posiciones distintas. En nuestro barrio, a través de la violencia el destrozo, el apriete o a través de la invisibilización de la presencia militante que piensa distinto, no es nuevo, no es diferente a lo ya vivido durante la última dictadura.
Si se controlan las voces y las imágenes se controla lo que se piensa y se elabora un “sentido comúnˮ que atenta contra nuestra propia historia. No es casual que esta política de vaciamiento llegue a los símbolos y a los estandartes de lucha, y se pinte de gris todo lo que fue color y diferencia para invisibilizar al otro que piensa distinto.
El Gobierno de la Ciudad tapó otro mural. Como siempre, resaltamos cuán distintos somos. No permitamos que nos quieran borrar.