Luego de reunirse con su par uruguayo Tabaré Vázquez, Mauricio Macri reiteró su deseo de expulsar a Venezuela del Mercosur porque, según él, allí no se respetan los derechos humanos ni la democracia. En el país gobernado por Nicolás Maduro existe un serio conflicto que debe ser abordado con suma prudencia y responsabilidad. Las desafortunadas palabras de Macri, quien desconoce que desde que Hugo Chávez llegó al poder hubo 16 elecciones de las cuales el chavismo resultó ganador en 14, en nada colaboran a superar la situación. Pero además, resulta curioso que ahora exprese preocupación por los derechos humanos.
Hace dos meses el Jefe de Estado viajó a México donde se reunió con Peña Nieto sobre quien recaen severas acusaciones de violar los derechos humanos en convivencia con los carteles del narcotráfico. Pero en este caso, al Primer Mandatario no le consta que el estado mexicano sea responsable por la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa donde se sabe que estuvieron involucrados miembros de las fuerzas de seguridad y organizaciones parapoliciales vinculadas al poder.
Es llamativo también que el ex Jefe de Gobierno se preocupe por la democracia cuando fue el primero en convalidar el bochornoso golpe institucional en Brasil, y jamás repudió los golpes en Honduras y Paraguay, ni los intentos de derrocamiento a Hugo Chávez, Evo Morales y Rafael Correa.
Si a Macri le importaran los derechos humanos, no respaldaría a su socio político Gerardo Morales quien colonizó el poder judicial jujeño para inaugurar una etapa de persecución política cuya máxima expresión es la ilegal detención de Milagro Sala.
No es creíble tampoco que al Presidente le importen los derechos humanos cuando las fuerzas de seguridad que él conduce reprimen niños de una murga y torturan a jóvenes de la Garganta Poderosa, episodios sobre los cuales Macri mantuvo un silencio cómplice.
A las visiones negacionistas del terrorismo de Estado y la apelación a la teoría de los dos demonios realizada por numerosos funcionarios de Cambiemos con el aval de Macri, se suma el ajuste presupuestario proyectado para la Secretaría de Derechos Humanos. En el presupuesto 2017 figura un recorte del 15% en términos nominales para esta área, a lo que habría que agregarle la inflación que estará alrededor del 40%. Se reducirá el presupuesto para el asesoramiento jurídico de quienes quieran querellar en causas por crímenes de lesa humanidad, se dejan de transferir fondos a municipios y provincias para señalizar centros de detención, y a universidades y organismos internacionales que servían para financiar carreras de grado y posgrado vinculadas a los derechos humanos. También sufrirá un ajuste el presupuesto para el mantenimiento y reparación de los sitios de memoria. Esto se da en un proceso donde la cartera que conduce Claudio Avruj ejecutó un 40% menos del presupuesto disponible para 2016.
Es evidente que a Mauricio Macri los derechos humanos no le interesan y nunca le importaron. Y utiliza una causa tan sensible para llevar adelante su política exterior de desarticulación del bloque regional y opresión hacia gobiernos ideológicamente contrarios a su paradigma neoliberal.